Como señalamos en editoriales pasados, en este Diario somos de la opinión de que Susana Villarán, a pesar de sus varios errores, merecía completar su mandato como alcaldesa de Lima. Un proceso revocatorio, explicamos, solo debería tener lugar en casos patentes de corrupción o de ineficiencia grave. Por este motivo, consideramos una buena noticia que el movimiento por el No haya ganado el proceso electoral llevado a cabo el pasado domingo y que se le haya permitido a la señora Villarán continuar a la cabeza de la Municipalidad Metropolitana de Lima.
Por supuesto, el hecho de que un porcentaje muy cercano a la mitad de los votantes considerase que la alcaldesa debía dejar el puesto es síntoma de los problemas de su gestión y debería llevar a la señora Villarán a corregir errores y a apresurar la concreción exitosa de varios de sus planes.
En lo que respecta a la atracción de inversión privada para la ciudad, la actual gestión municipal tuvo el importante acierto de lograr atraer alrededor de US$5.000 millones. No obstante, el valor de las obras que actualmente se encuentran en construcción no es la mayor parte de ese dinero. Las obras privadas aprobadas pendientes de ejecución suman alrededor de US$2.400 millones y las que aún se encuentran por aprobar llegan a US$1.500 millones. Lograr que dichos proyectos se conviertan en realidad, qué duda cabe, debería ser una de las prioridades de la alcaldesa. Y no solo porque se trata de importantes obras para Lima, sino porque la señora Villarán tiene aquí la oportunidad de demostrar que el suyo es realmente un gobierno de izquierda moderna que puede y sabe trabajar con el sector empresarial.
En lo que concierne a la inversión del presupuesto público para proyectos, por otro lado, el municipio también tiene bastante por hacer. Aunque es cierto que durante sus dos primeros años ejecutó más que lo que ambos gobiernos de Castañeda ejecutaron durante el mismo período, un importante porcentaje de los recursos se quedó inútilmente guardado. Durante el 2011 gastó solo el 53% del presupuesto para proyectos y en el 2012 no pasó del 67%. En lo que va del 2013, además, solo ha ejecutado el 8,6% y a ese ritmo a diciembre con suerte llegaría al 50%. No obstante, en lo que queda del año hay buen tiempo para que se puedan ejecutar proyectos públicos importantes y así revertir esta tendencia. Y ojalá esto se logre, pues sería lamentable que, a pesar de la señal que la ciudadanía le envió, la alcaldesa termine este año con una ejecución presupuestal mediocre.
Asimismo, la municipalidad tiene una oportunidad dorada en lo que concierne a la pobre gestión de las escuelas públicas. Durante el año pasado el Ministerio de Educación y la municipalidad anunciaron en varias ocasiones que habían venido trabajando juntos para que el primero le transfiera a la segunda las competencias necesarias para gestionar la educación estatal en la ciudad a partir del 2013. Así, la señora Villarán tiene ahora que tomar las astas de este toro y enfrentar uno de los problemas más graves que aqueja a nuestra ciudad.
No olvidemos tampoco que Susana Villarán tiene entre manos otro proyecto enorme: la reforma del transporte público. Este es su proyecto más voceado y, por lo mismo, Lima espera que lo concrete exitosamente.
Y claro, nadie lo duda, mucho tiene que trabajar también la alcaldesa en su hasta ahora problemática estrategia de comunicación, especialmente la dirigida a los sectores emergentes de la ciudad.
A esta agenda, por supuesto, hay varias otras tareas que sumar. Pero quisiéramos resaltar una última. Para lograr que, como todos queremos, Lima mire hacia adelante, Susana Villarán debe cumplir con una promesa que hizo el movimiento por el No. Nos referimos, por supuesto, a explicar cómo financió la campaña. Y es que, si quiere construir una relación duradera con la comunidad limeña, debería saber que a su caso se puede aplicar también el popular dicho: cuentas claras, amistades largas.