Es complicado analizar las aristas políticas de una pandemia en curso sin correr el riesgo de sonar poco empática o indiferente. Así que aclaro desde el arranque que esta no intenta ser una columna que analice el coronavirus desde una perspectiva social. De todas maneras, si el tema le parece poco pertinente, estimado lector, está en todo su derecho de cerrar esta página o continuar leyendo y disfrutar del pequeño placer de refunfuñar sobre su contenido.
Donde hay una crisis, hay una oportunidad, reza una frase del saber popular. La crisis en cuestión: un virus respiratorio de origen asiático que tiene al mundo entero más pendiente que ‘millennial’ con hijo único. La oportunidad: una jugosa porción de popularidad para el presidente de la República, Martín Vizcarra.
Ni es invento mío, ni creo que el presidente actúe únicamente con ese objetivo. Revisemos los antecedentes. Era marzo del 2017, la aprobación de Pedro Pablo Kuczynski no solo se derrumbaba, sino que se desplomaba y entonces, literalmente caído del cielo, llegó El Niño costero. El fenómeno climático, que significó la pérdida de vidas, casas, colegios y carreteras para el país, también trajo consigo inusuales nueve puntos de popularidad presidencial que sirvieron para darle oxígeno a un gobierno que no lograba recuperar el aire en la caída libre en la que se encontraba.
Como se recordará, la estrategia fue sumamente visible. Se le encargó a cada ministro una región y los peruanos pudimos presenciar el inusitado espectáculo de ver a los titulares de las carteras trabajando. No porque antes de la emergencia no se hubiesen estado encargando de sus sectores, sino porque literalmente los veíamos, con nuestros propios ojos, cargando bolsas y bidones y dándoles la mano a las personas necesitadas que solicitaban su ayuda.
Creo que el coronavirus va a tener un impacto similar en el gobierno de Martín Vizcarra. Hasta ahora el presidente ha tenido dos presentaciones estelares en medio de la pandemia. La primera, para anunciar la llegada del primer caso al Perú; y la segunda, para comunicar la postergación del inicio del año escolar, la emergencia sanitaria y la transferencia de presupuesto adicional al Ministerio de Salud.
Más allá de la pertinencia de que el presidente de la República comunique la aparición de un caso del virus, lo cierto es que las medidas anunciadas ayer han sido acertadas y hasta el momento reconocidas como tal por todos los expertos entrevistados por los medios de comunicación.
El Perú entero está pendiente de lo que ocurra con el coronavirus. Las portadas, reportajes, programas, entrevistas, notas web, tuits y hasta los memes están dedicados al virus de Wuhan. Con lo cual, si la estrategia de contención tiene éxito o incluso si no lo tiene, pero sirve para paliar el pánico, todos los ojos del país estarán al tanto de la conquista del gobierno y será sin duda Vizcarra quien se lleve el crédito.
Como este es el escenario más probable, el presidente podría gozar de una inyección de popularidad antes de la instalación del nuevo Congreso, que ya se estaba poniendo un poco rebelde, en particular en lo referido al voto de confianza al Gabinete Zeballos y a la continuación de la reforma política.
Sin duda a Vizcarra le acomoda mejor el cargo en tiempos de crisis que de tranquilidad.