Nos acaban de hacer un gol de guacha y la “hinchada incondicional” aplaude tremenda falla y critica a todo aquel que pretenda desnudar las fallas de una defensa que hace agua. En términos futbolísticos, esta sería la explicación de lo que pasa entre el equipo especial Lava Jato y la constructora Odebrecht, que ha presentado una demanda contra el Perú ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi) por el gasoducto sur.
Como no podía ser de otra manera, la justificación a esta jugada que de ‘fair play’ no tiene nada, es que la demanda de 1.200 millones de dólares contra el Perú no afecta para nada el acuerdo de colaboración eficaz entre la fiscalía y la empresa brasileña, y que esta no tiene sustento alguno.
¿Acaso el solo hecho de que se haya interpuesto la demanda ya es una derrota para los intereses peruanos?
Este no es el razonamiento del fiscal Rafael Vela, jefe del equipo especial Lava Jato, quien en entrevista a este Diario, señaló que “el acuerdo no tiene como causal de revocabilidad el hecho de demandar al Estado Peruano ante algún organismo como el Ciadi”. Es decir, la colaboración eficaz sigue intacta –con todos sus beneficios–, pese a que la empresa “colaboradora” interponga una demanda.
Sin embargo y siempre según Vela, la constructora está en su derecho de acudir a un tribunal internacional. “Si Odebrecht tiene una pretensión de ese tipo [demanda], que puede ser absurda para muchos, incluso incomprensible, para nosotros está dentro de su derecho”. Sí, así como lo lee: Odebrecht tiene el derecho de demandar al Perú. Nos roba, corrompe funcionarios, nos paga una irrisoria reparación, los dejamos vender sus activos y además ¡nos demanda!
Pero como Odebrecht nunca pierde, al menos no en el Perú, el pasado viernes 7 a través de un comunicado expresó su voluntad de “suspender el proceso arbitral, garantizando lo más pronto posible el reinicio del proyecto por otro inversionista privado, sin costo para el Estado”.
Es decir, retiro la demanda siempre y cuando el Estado retome la obra a través de una nueva licitación, de esa manera recuperan su inversión, con el “resarcimiento del capital 100% privado invertido y que permitió el avance físico del 33% de la obra, que hoy en día se encuentra en manos del Estado Peruano”.
Y ¡oh coincidencia!, el mismo viernes 7 de febrero Martín Vizcarra anunció que se retomará la licitación del gasoducto. “Hemos encargado al Ministerio de Energía y Minas para que en el corte que se hace al proyecto, con alrededor del 30% de avance, se licite el saldo para que la población pueda tener gas natural”.
A todo esto, sumemos que Odebrecht obstruye el envío de datos al Perú desde Suiza. ¿Significa eso acaso que no sabremos de nuevos codinomes que involucrarían a más de un personaje con poder?
Los hechos vienen demostrando que estamos sometidos a Odebrecht y que esta por alguna razón –que más temprano que tarde sabremos– ejercería un poder especial no solo en el equipo de fiscales, sino también en el mismo Ejecutivo, pues solo esto podría explicar que la constructora se viene saliendo con la suya en todo aquello que se propone.
Odebrecht nunca pierde.