Ni el más optimista político o analista hubiera presagiado las escenas de la semana pasada: el apretón de manos del ex presidente Alan García con el primer ministro Pedro Cateriano y el encuentro de este último con Keiko Fujimori.
Tal como adelantamos en esta columna el lunes pasado, la oposición no caería en la provocación de Ollanta Humala al nombrar a Cateriano presidente del Consejo de Ministros. Así lo han hecho, y han demostrado que para calificarse de demócratas, las palabras no bastan.
Esta realidad, que debería tranquilizar al presidente Ollanta Humala, pareciera que lo incomoda. Como si este no hubiera sido su libreto original, sino que se alteró en el camino por una dosis de madurez tanto del primer ministro como de los principales actores de la oposición. Convicción o cálculo, como fuera, son por el momento buenas noticias.
Justo cuando Cateriano se alistaba para sus encuentros con los diferentes líderes políticos, Humala lanzó una de sus ya conocidas frases ofensivas contra todo aquel que osó criticar a su esposa.
“Jauría de cobardes” fue la expresión usada para referirse a quienes cuestionan el papel de su esposa en el Gobierno. ¿No son acaso las críticas un ingrediente básico en toda democracia? No es un secreto que son, precisamente, los partidos de la oposición –aquellos con los que Cateriano pretende consensos– los más agudos fiscalizadores de Heredia.
No es la primera vez que el propio jefe del Estado “petardea” desde dentro el diálogo iniciado por sus primeros ministros.
En setiembre del 2013, el entonces primer ministro Juan Jiménez Mayor convocó a un diálogo nacional y se reunió con los líderes de los principales partidos con representación en el Congreso. En esa oportunidad, García fue hasta Palacio de Gobierno. Pero no pasó ni un mes para que este se echara a perder. El Apra, Fuerza Popular y Perú Posible abandonaron este mecanismo por declaraciones de Humala.
Aquella vez, Humala dijo que las investigaciones [a los ex presidentes García y Toledo] daban una mala imagen al país. También se refirió a la acción de amparo que García Pérez había presentado contra la megacomisión. “Cuando veo que se pide un amparo en el Poder Judicial para desprestigiar a una comisión, tal vez eso pueda tener alguna atención del Poder Judicial […] Políticamente, uno debe enfrentar las cosas de manera transparente, más si uno no tiene nada que ocultar”, dijo el presidente, lo que fue tomado como una injerencia. Eso ocurrió en octubre. En noviembre, Jiménez Mayor ya no era presidente del Consejo de Ministros.
Ojalá el presidente Humala entienda que dialogar no es “bajar la cabeza ante el enemigo”, y que ni para el propio Cateriano ni para García ni para Keiko Fujimori ha sido fácil este acercamiento, pero aseguran que lo han hecho pensando en el Perú. Cualquier cálculo político quedará en sus conciencias. El país ahora más que nunca necesita unidad.
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#AlanGarcía desea “relación cordial y fecunda” con el gobierno ►http://t.co/7Z2VlBrOyy [Vía @PanoramaPTV] pic.twitter.com/0nbdskQVvc— Política El Comercio (@Politica_ECpe) abril 13, 2015