El fiscal José Domingo Pérez parece estar cayendo del olimpo donde algunos lo pusieron. Su mérito fue haber encarcelado a sus opositores políticos, al objeto de sus odios más viscerales. Pero, de pronto, el todopoderoso fiscal comienza a recibir las críticas de aquellos que aplaudieron cada gesto suyo.
La gota que rebasó el vaso fue el interrogatorio al magistrado del Tribunal Constitucional José Luis Sardón, por haber sido parte del consejo directivo de la asociación Reflexión Democrática que en el 2011 apoyó a 23 candidatos al Congreso, de los cuales ocho provenían del fujimorismo.
En la lógica de Pérez, Sardón “canalizó” donaciones económicas de empresas privadas para candidatos fujimoristas al Parlamento. Lo que no dice el fiscal es que los postulantes fueron seleccionados por los rectores de diferentes universidades, y no solo no recibieron apoyo monetario, sino que nunca supieron quiénes eran los aportantes de la asociación que entonces los capacitaba.
Es evidente que Sardón es el único objetivo de Pérez, pues no se explica cómo ni siquiera menciona a José Elice quien fuera director ejecutivo de Reflexión Democrática y actualmente postula al Congreso por el Partido Morado. Elice, quien ha sido además oficial mayor del Parlamento, también se ha desempeñado como secretario del presidente de transición Valentín Paniagua y su trayectoria y prestigio profesional está fuera de cualquier cuestionamiento. ¿Se atreverá Pérez a calificar de fujimorista a Elice?
Más allá de lo absurdo que resulta forzar un presunto conflicto de intereses de parte de Sardón, quien votó –junto con otros tres magistrados– a favor de liberar a Keiko Fujimori, la actitud de José Domingo Pérez resulta peligrosa en una persona que supuestamente debe tener criterios claros para investigar y luego acusar. Lo visto en este caso nos da una idea de su ligereza para sopesar hechos. ¿Cómo podemos interpretar sus decisiones?
La “última primicia” de la fiscalía es un video donde se observa al magistrado del Tribunal Constitucional (TC) Ernesto Blume saliendo de un restaurante con una mujer a quien señalan como Giulliana Loza, la abogada de Keiko Fujimori, pero lo cierto es que la mujer de la imagen es la esposa de Blume, sin embargo la fiscalía investiga “presunta reunión entre Blume y Loza”. La abogada ha señalado que, en una oportunidad al percatarse de la presencia del entonces presidente del TC en un restaurante en el que ella se encontraba, optó por retirarse.
¿Quién graba a Blume?, ¿lo siguen?, ¿son cámaras de seguridad? Muchas preguntas por responder y dudas que deben ser aclaradas no solo por justicia, sino por el prestigio del tan aplaudido “equipo especial”.
Nunca es tarde para evaluar la labor de los fiscales del equipo Lava Jato desde una perspectiva estrictamente técnica y no política. ¿Cómo explican que tras un año de prisión preventiva no tengan una acusación lista contra Keiko Fujimori y que lo único que se les ocurre es plantear un nuevo pedido de prisión?
La eficiencia de un equipo no está en la estridencia de sus decisiones, sino precisamente en el cuidado de los pequeños detalles que son los que revelan de qué están hechos.