Diciembre es una fecha especial para muchas familias alrededor del mundo. Mientras que unos esperan este mes por las diversas ofertas y regalos que se reparten, otros se inundan con el espíritu navideño decorando su hogar con cientos de luces y adornos por doquier.
Una de las tradiciones más esperadas, tanto por los pequeños del hogar como por los adultos, es la decoración del árbol navideño, ya sea utilizando uno de verdad o una réplica. El árbol normalmente une a las familias para hacer más amena la espera de la celebración final del 25 de diciembre.
No obstante, ¿por qué se ha convertido en una costumbre armar un árbol de Navidad? ¿Cuál es su historia? En este artículo repasaremos un poco cómo este elemento decorativo se convirtió en un símbolo representativo de la natividad al mismo nivel que el nacimiento.
El árbol de Navidad tiene un origen muy ajeno al significado que tiene hoy en tiempos actuales. En el pasado, los germanos creían que el origen del universo se basaba en el desarrollo de un Árbol del Universo o también llamado Yggdrasil.
En las raíces de este árbol se encuentra el infierno, y en la copa el cielo. Para celebrar el solsticio de invierno, que se da a finales de diciembre, los germanos decoraban un enorme roble con antorchas y bailaban alrededor.
San Bonifacio, un evangelizador de Alemania e Inglaterra, cambió esta costumbre alrededor del año 740, reemplazando el roble por un pino, símbolo del amor del Dios cristiano por su forma triangular, representando así a la Santa Trinidad.
Más adelante, por la Edad Media, esta costumbre se expandió por todo el mundo llegando así a América luego de la conquista. En Alemania se utilizó el primer árbol de Navidad para celebrar la festividad en una época de frío extremo. Más adelante llegó a España, Finlandia, Inglaterra y luego a los demás países del continente.
A pesar de que no parezca, el árbol de Navidad siempre ha sido vinculado a la religión de los que celebran la festividad en sus países. Todo comienza con la mitología nórdica, donde Yggdrasil cobra una gran importancia en la misma al ser el árbol de la vida.
Las primeras celebraciones en la época navideña como la conocemos ahora, consistían en celebraciones con un árbol simbolizando que en su copa está Asgard y el Valhalla, mientras que en la parte más profunda, en las raíces, se encontraba Helheim, el reino de los muertos.
Algunos atribuyen el cambio de esta celebración nórdica a un evangelizador llamado San Bonifacio. Otros comentan que fue Martin Lutero quien impuso el pino en lugar del roble como árbol navideño, adornado por velas simbolizando así la luz del mundo y la gracia divina.
La tradición indica que el árbol de Navidad se termina de decorar el 24 de diciembre con la estrella en la copa del árbol. Se dice que tiene que ser el más pequeño del hogar quien lo haga para darle un mayor significado.
Esta estrella dorada simboliza la luz que guió a los Reyes Magos hacia Jesucristo, quien nacía en ese momento. En los inicios de la tradición, los árboles eran adornados con velas pero, bajo el riesgo de incendios, se terminó por cambiar por un adorno inofensivo.
A la par de las estrellas, se acostumbra tener muchas esferas alrededor del árbol para su decoración. Estas simbolizan las manzanas que no crecían en los árboles en invierno, época donde se celebraba la Navidad en otros continentes.
Otros también atribuyen a las bolas del árbol la representación de las tentaciones, que inicialmente eran manzanas colocadas por San Bonifacio. A su vez, los lazos que se colocan alrededor del árbol representan la unión de las familias y personas queridas.
Por último y no menos importante, las luces representan la luz de Cristo, al igual que como eran las velas al inicio de la tradición. Hoy en día también se colocan diferentes adornos como pequeños regalos de plástico, varas de caramelo y mucho más, representando la abundancia que espera la familia en el futuro.
Siguiendo la tradición católica cristiana, el Adviento se divide en cuatro semanas, donde las dos primeras se enfocan en los profetas anunciando la llegada del Mesías y a partir de la tercera semana se enfoca sobre los acontecimientos cercanos al nacimiento de Jesucristo.
Se dice que la fecha ideal para poner el árbol de Navidad sería el 15 o 17 de diciembre para tener estas dos semanas finales del Adviento con el árbol que representa el nacimiento de Cristo y la Santa Trinidad presente en la casa.
Por otro lado, el árbol de Navidad debería quitarse el 6 de enero, fecha posterior a la Epifanía luego de la Fiesta del Bautismo del Señor. El Tiempo Litúrgico termina con esto y por ello ya no debería haber motivo para que el árbol continúe armado.