En Bogotá, Colombia, un 7 de abril de 1994 cuando no había un plan esplendido, pero el crimen sí era escabroso. Saúl madrugó ese martes para perseguir a Carmen Galán y a su hija Diana Marcela Caldas, de 6 años, cuando salieran de su hogar en la localidad de La Soledad hacia el colegio de la niña. En aquel mañana del crimen, el asesino Saúl Rodríguez ya había realizado su trabajo que era vigilar a sus víctimas y escoger el punto correcto donde las haría caer. El sujeto, quien solo sabía matar, le restaba lo más sencillo: dispararles con su revolver 9 milímetros.
Saúl Rodríguez, el asesino, no tenía ningún inconveniente en cumplir con la orden de matarlas. Fue así que en la esquina de la calle 43 con carrera 21 A, a una cuadra del Park Way en Bogotá, Saúl las intervino, sacó su arma de fuego, disparó y ellas cayeron. Diana Marcela, la menor, murió al instante tras caerle el tiro en su cara. Asimismo, Carmen recibió el disparo en la región occipital de su cabeza y quedó tendida en el suelo, pero no murió.
LA CAPTURA DE SAÚL RODRÍGUEZ, EL ASESINO
Tras haber asesinado a una de ellas, el sicario, un hombre de baja estatura, flaco y con pecas en su rostro, comenzó su huida entre los matorrales que se encuentran en el Park Way y el río Arzobispo. Luego, dos efectivos policiales que andaban por la zona, tras el asombro del asesinato, terminaron persiguiéndolo. Saúl les disparó, intentando asesinarlos, pero en su huida se le cayó el arma. Por último fue alcanzado por los policías y a su vez capturado.
Por otro lado, en la esquina donde les asesinaron a Diana Marcela y a Carmen había mucho temor ya que en el pavimento, el cuerpo de la menor estaba en posición fetal y a un lado, como describieron los medios de comunicación de ese entonces, su maletín azul, sus cuadernos, sus lápices y los cuentos infantiles que llevaba a su colegio. Carmen fue llevada de urgencias a la Clínica Palermo, donde ingresó con una herida que posteriormente le causó la muerte cerebral.
LA NIÑA DIANA MARCELA CALDAS Y SU FORTUNA
Diana Marcela Caldas era la última hija y la adoración de José del Carmen Caldas Tunjo, un boyacense que tuvo, según la prensa, una fortuna calculada en 10 millones de dólares para 1992, año cuando falleció por una afección hepática.
Entre su fortuna contaba con edificios, hoteles, urbanizaciones, cultivos y hasta vendía oro. Era analfabeto, pero con una habilidad innata para los negocios envidiable. Su riqueza también fue creciendo de la mano de las casas prestamistas.
José del Carmen iba cada semana a Bucaramanga. Sin embargo, el comerciante se enamoró e inició una relación con Carmen, al punto de que la trajo a vivir en Bogotá y decidió dejar a su esposa Sonia, con quien tenía una relación de más de 30 años.
A pesar que el romance de José del Carmen no era bien visto por sus hijos mayores, el hombre era feliz y se dedicó a viajar con su mujer hasta que tiempo después, en 1987, producto del amor tuvieron a Diana Marcela, a quien puso a vivir como una princesa en un apartamento del barrio La Soledad, incluso le regaló un Mercedes Benz siendo todavía una bebé.