El altruismo podría comenzar en la infancia y las experiencias sociales tempranas podrían modelar esos comportamientos desde que somos bebés, según un estudio difundido este martes.
La investigación, divulgada en la publicación online Scientific Reports, del grupo editorial de Nature, fue llevada a cabo por expertos del Instituto de las Ciencias del Aprendizaje y del Cerebro de la Universidad de Washington (I-LABS), que llevaron a cabo experimentos con un centenar de bebés de 19 meses.
Encontraron que esos pequeños, incluso cuando tenían hambre, cedían un apetitoso tentempié a una persona de fuera de su entorno.
Los hallazgos de esa investigación no solo dejan ver que los bebés muestran conductas altruistas hacia individuos extraños para ellos, sino que también sugiere que las experiencias sociales tempranas puedan dar forma al altruismo.
Según indicó Rodolfo Cortés Barragán, un investigador del I-LABS y responsable de este experimento, “es importante estudiar el altruismo porque es uno de los aspectos más distintivos del ser humano”.
Ese experto resaltó que “es una parte importante del tejido moral de la sociedad”.
“Los adultos nos ayudamos los unos a los otros cuando vemos a alguien necesitado, y lo hacemos incluso aunque haya un coste para uno mismo. Así que observamos las raíces de esto en bebés”, explicó.
Los investigadores querían comprobar si los bebés eran capaces de actuar más allá de su propio interés ante una de las necesidades biológicas fundamentales: la comida.
Por ello, se llevaron a cabo varios experimentos con grupos de bebés en los que utilizaron atractivos tentempiés para los pequeños, como diferentes frutas -plátanos, arándanos y uvas- al tiempo que se estableció entre ellos y los investigadores diferentes grupos de interacción.
El objetivo era determinar si un niño cedería de manera espontánea, sin ser alentado, y sin haber recibido instrucciones verbales, una comida apetecible a una persona con la que no estaba familiarizada.
Tras llevar a cabo varias pruebas entre esos pequeños y los adultos, los investigadores observaron que los niños ayudaban de manera espontánea y repetidamente a una persona de fuera de su entorno familiar inmediato.
También detectaron que los niños que tienen hermanos y que provienen de ciertos entornos culturales eran especialmente propensos a ayudar a un adulto desconocido, lo que indicaría que la expresión de altruismo infantil es maleable.
“Pensamos que ciertas experiencias sociales y familiares marcan la diferencia, y sería deseable continuar con las investigaciones para comprender de manera más completa lo que maximiza la expresión de altruismo en niños pequeños”, dijo Barragán.
“Si podemos descubrir cómo promover al altruismo en nuestros niños, esto podría llevarnos hacia una sociedad más empática”, agregó este experto. (Con información de EFE)
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