Si bien uno adapta una forma de conducción con el tiempo, probablemente esta no sea la correcta y, tras unas horas de conducción, podría aparecer un repentino cansancio.
Por ello, existen algunas recomendaciones al momento de instalarse al volante. Lo primero que hay que hacer es ajustar el asiento de manera que, al momento de pisar el embrague, nuestra pierna quede ligeramente flexionada.
El respaldar, por su parte, tiene que encontrarse de la manera más vertical posible, con el fin de tener una amplia visibilidad de los espejos laterales, así como del retrovisor. Eso sí, tampoco vayamos a exagerar y tener el respaldar de tal manera que conduzcamos encorvados.
La distancia de las manos y el volante también tiene que ser correcta. Por ello, debemos colocar nuestra espalda sobre el respaldo y estirar las manos hasta que nuestras muñecas puedan apoyarse en la parte superior del volante.
Otro elemento que no se toma en cuenta es el apoyacabezas, que debería estar a la misma altura que la parte superior de nuestra cabeza. De lo contrario, debemos ajustarlo sin que sobrepase la altura máxima de la cabeza. Siguiendo estos consejos, se evitarán algunas lesiones y, sobre todo, el cansancio que se presenta al conducir.