El temperamento gruñón y arisco de los últimos años le cambiaba a Camilo Sesto cuando aparecía Angelita. Así le decía él, cariñosamente, a la intérprete dominicana Ángela Carrasco, su gran socia de conquistas musicales desde los años 70 y 80. Su gran amiga de la vida. Ha contado ella misma, después de saberse del deceso de la leyenda de la música hispanoamericana a los 72 años a causa de una falla renal, que de esa forma volvió a ocurrir la última vez que lo vio, hace un mes. Los juntaron para entrevistarlos en España, donde viven ambos, y él había llegado a la estación de muy mal humor, fastidiado. Casi obligado. Ya no hacía muchas apariciones públicas. Pero la vio arribar y, como niño en pataleta al que le ofrecen un helado, todo se volvió calma. Y risas. “Fue tan notorio como se le volteó el ánimo. Comenzamos a recordar. Siempre que nos juntábamos recordábamos cosas que habíamos pasado juntos en todos estos años. (...) Cuando acabó la entrevista nos dimos 1488 besos y quedamos en que nos íbamos a volver a reunir”, narró a la colombiana W Radio. Eso no pasó. Tampoco pasará.
Sesto y Carrasco se alzan hoy como uno de los dúos más recordados de la época. Son, pues, caseritos indiscutibles en karaokes, listas de música de nostálgicos, románticos y de “La hora del lonchecito” de Koky Salgado. No solo entonaron con extraordinario talento inolvidables temas juntos como el inmortal “Callados” – cuya performance registrada en video en Viña del Mar de 1981 bordea las más de nueve millones de vistas en Youtube-, sino que revolucionaron el teatro musical en español al ser los protagonistas de “Jesucristo Superstar”, quizá la pieza de ese género que más se ha puesto en el mundo. Él era el Salvador, y ella, María Magdalena.
Fue precisamente en aquel montaje de 1975 que empezaron a ser inseparables. “Yo sabía de Camilo de siempre por su música. Dos años antes me había venido a vivir a España y había dejado un novieciello en República Dominicana. ‘Algo de mí’ era un éxito entonces y esa canción reproducía todo mi sentir. Yo siempre le decía a Camilo que me había sacado muchas lágrimas, pero por Ramón, quien es mi esposo al día de hoy, amigo de él también. Conocí a Camilo, pues, en un programa de TV que se llamaba ‘Señoras y señores’, al que fue invitado, pero casi no hablábamos. Luego me elegiría para ser Magdalena en esa producción tan maravillosa”, ha detallado ella.
La producción fue un parte aguas en la vida de los dos. Sesto declaró siempre que con el rol que tuvo en la famosa ópera rock del británico Andrew Lloyd Weber dejó de vérsele como el “guapillo ese” que cantaba canciones de amor. Y tiene toda la razón. Por un lado está su brutal calidad vocal e interpretación – imposible que a uno no se le escarapele el cuerpo escuchando la legendaria “Getsemaní”-; y por otro, todo el reconocimiento que le significó el esfuerzo de la puesta en sí. Sucede que, tiempo atrás, Sesto había visto la obra original en inglés en Londres, la cual lo dejaría anonadado. Tanto que sacó de su bolsillo 12 millones de pezetas, una fortuna de esos días, y compró los derechos. La versión en español de “Jesucristo Superstar” sería suya y la pondría sobre las tablas en Madrid a pesar de todos los riesgos que esto conllevaba: enfrentarse al franquismo y a su líder que agonizaba y a los grupos religiosos radicales que no aceptaban a un Jesús hippie cantando rock. A un Jesús sobre el que girara bailando una María Magdalena. Como se esperaba, la obra fue un taquillazo después de su estreno en el teatro Alcalá Palace el 6 de noviembre de 1975. Gente de todo el país llegaba a la capital atraídos por el enorme hype suscitado.
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Para Carrasco, por su parte, la obra musical fue una catapulta al estrellato. Tenía solo 21 cuando Sesto la eligió entre 1200 mujeres que peleaban por el papel. “Lo más curioso de todo es que me presenté en último momento... Fue el rol más maravilloso porque ella estaba entre el bien y el mal. No recuerdo mucho del estreno mismo, mi papá falleció justo ese día y fueron demasiadas emociones juntas”, ha contado la dominicana. Tampoco hay filmaciones de la puesta en escena, más que videos sueltos que aficionados camuflados entre el público grabaron, pero ahí están los testimonios de quienes trabajaron con ella, de quienes la vieron actuar y cantar. Ahí están los archivos periodísticos que dan cuenta cómo había nacido una estrella.
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El compositor de tesituras imposibles y la intérprete de “Quererte a ti” –escrita también por él- no dejarían de trabajar juntos en adelante. Él se llevaría a Angelita para abrir sus shows y produciría cuatro discos para ella con el pasar de los años. “Disfrutábamos del escenario juntos. Nos peleábamos y a los cinco minutos nos arreglábamos como los amigos y colegas que éramos. No era que pasara tanto, tampoco. Él ha formado parte importante de mi vida y no lo olvidaré jamás”, señaló también a W Radio. “Una vez, en mis inicios, no voy a decir en qué país, me abuchearon luego que él me presentase sobre el escenario. Yo moría de la vergüenza, creía que la ropa se me había caído de encima. Él se puso fuerte y dijo: ‘Si no la quieren a ella, no me quieren a mí’. Entonces la gente comenzó a cambiar su actitud y a escucharme de verdad. Y a aplaudirme. Era un gran amigo y un ser humano divino”, recuerda.
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La complicidad y confianza labrada con el tiempo la hace a ella testigo de excepción del cambio de temperamento de Sesto en sus años finales. “Camilo no era tímido como se piensa. Si él se sentía cómodo en un lugar, no dejaba de hablar. Era muy gracioso, la persona más ocurrente que te puedes imaginar. (...) Pero es verdad que estaba resentido con la enfermedad que terminó llevándoselo porque siempre fue un hombre sano. Por eso estaba de mal humor”. Relacionada con esta circunstancia, la cantante rememora, de hecho, una anécdota en la que se menciona la última presentación del divo en el Perú, tan criticada por ser cancelada a la mitad de la misma el 15 de noviembre del 2014 en el Jockey Club.
“Hace unos años Camilo sufrió una caída. Estaba acomodando libros en un estante, subido en un banco, y cayó muy mal. Se le quebraron los talones. Eso fue un dolor y sufrimiento para él durante mucho tiempo. La recuperación fue terrible. Parte del tratamiento requería tener unas cosas de metal allí. Una vez en Perú, con el frío que hace en las noches allá, estas le ocasionaron un dolor en pleno concierto por lo que no pudo continuar y tuvo que cancelar. Después, durante una visita mía y de mi esposo, lo vimos quitarse yesos. Le dolía peor. Le conté que en mi familia dicen que yo tengo manos de curandera... Habría que tener fotos de esto porque después la gente no te lo cree, pero yo le toque los pies a Camilo Sesto. Le di masajes para tratar de aliviarlo. Él me decía imitando el acento dominicano: ‘es verdad que tú en vez de cantante has debido de ser curandera (ríe)’. Pero es verdad también que él no se dejaba curar, él hacía todo lo contrario de lo que le decían”.
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En los últimos años no se vieron tanto como quisieron, narraba la cantante en otra entrevista a la televisión española hace unos meses, cuando él aún seguía con vida, pero siempre mantuvieron contacto. “Tiene que ver con que Camilo vive donde Jesucristo perdió la chancleta y no volvió más por ella. Mi marido me ha dejado hacer de todo en esta vida, pero lo único que no puedo decirle es: ‘vamos a la casa de Camilo’. Es lejísimos (ríe), pero a pesar de eso sabemos qué es de cada quien. Hablamos, hablamos. Ojalá lo hiciéramos más”.
Ángela Carrasco fue una de las primeras en llegar a la sede de la Sociedad General de Autores, en Madrid, donde los restos de su amigo se estuvieron velando recientemente. “(...) Camilo ha dejado un legado muy bonito, dio a la música en español canciones maravillosas, usó el castellano para el amor como pocos. (...) He tenido la gran suerte de ser su amiga, de disfrutar de lo que fue él como persona... me duele muchísimo tener que hablar de Camilo en pasado... pero afortunadamente tuve su cariño y su alegría”, declaró allí apenada. A pesar de todos, y a pesar de todo, al amigo, se lo seguirá queriendo.//