El cantante y empresario Deyvis Orosco presentó el 28 de julio en la Feria del Libro su autobiografía “Lo que fui, lo que soy” (Planeta). A continuación puede leer extractos del capítulo 4: El sueño del padre que alumbra a los hijos. El libro podrá conseguirse en el recinto, localizado en Jesús María hasta el 4 de agosto, y a partir de entonces, en librerías de todo el país.
(***)Cuando esa noche del 17 de julio del 2007 salí al escenario y empecé a cantar, la gente, que estaba apostada en las tribunas del Estadio Nacional, se puso eufórica. Ese día solo cantamoscinco canciones. En la tercera de estas me saqué la casaca y seescuchó un grito uniforme. Guardamos el tema más querido parael final. Siempre he estructurado mis shows para que tengan undesenvolvimiento climático, así es que la última canción teníaque ser “El arbolito”. Cuando acabaron los estribillos y yo ya medisponía a salir de escena mientras la banda aún tocaba, Ernestose me acercó y me dijo: “La gente te está pidiendo. Saluda alpúblico en agradecimiento”. Con la adrenalina aún al tope, mebajé del escenario y me dirigí a la pista atlética para acercarmea las tribunas, rejas de seguridad de por medio. Fue una locura,la gente levantaba las manos para que me acercara y las tocara.Di la vuelta olímpica agradeciendo a los espectadores, primerocaminando y luego trotando decididamente, mientras los periodistasme flanqueaban intentando registrar cada imagen. Lospolicías y la seguridad dispuesta en el estadio tampoco perdíanel paso. Después de completar la vuelta, sentí que el alma regresabaa mi cuerpo.
Podría decirse que ese fue mi debut, ese fue el momento enque conducir a Néctar a una vuelta olímpica igual, a fuerza depuro empuje, pasión y trabajo, dejó de ser un sueño y empezóa convertirse en realidad. Los contratos empezaron a llegar, losteléfonos no dejaron de sonar, y eso me dio la posibilidad deafianzar los cimientos de una nueva etapa de Néctar.
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(***)Entre el 2008 y el 2009 me dediqué a explotar mi carrera, queya podía denominarse exitosa, ya que lideraba el mercado desdeentonces. En este recuento, la llegada del 2010 es fundamental,pues en el mejor momento de mi carrera, la pena de la quehabía huido, la pena a la cual le había sacado varios metros dedistancia a punta de trabajo, la pena que no me había dado laoportunidad de procesar el duelo que me merecía por la muertede mi papá, la pena finalmente me alcanzó. Habían pasado tresaños desde que me subí al avión y fui por los restos de mi padrey de los demás integrantes de Néctar a otro país. Desde entonces,yo había corrido como un maratonista que lo único que anhelabaera que la meta se alejara en cuanto estuviera cerca de terminarel recorrido. Es cierto, en esos tres años nunca paré.
Cuando por fin comprobé que mi familia estaba un poco másestable, que mi mamá estaba mejor y mi hermano un poco másgrande, ya habían pasado tres años. Entonces algo en mi interiorse activó para dejar ingresar la pena que no había aceptadoantes. Yo no había tenido luto, la vida no me había dejado llorara mi papá, pero, de pronto, en una noche que me quedé en casaporque no tuve show , me senté frente a la computadora y vi todolo que había pasado mientras yo no estaba. Porque yo no habíaestado. Después de tres años por fin me veía. Ahí estaban losprogramas de televisión, cada uno dando más detalles que elotro en su afán de contar la historia. Pero era mi historia. Era mivida, y alguien en una sala de edición le había puesto música yfiltros, y yo por fin podía verla, la veía como si todo lo que habíavivido en ese tiempo le hubiese pasado a alguien más. Al primervideo le siguieron otros y no pude detenerme. Creo que solo entoncespude sopesar la dimensión de lo que había sucedido: elpaís conmocionado por el accidente, las vigilias que se hicieronen la puerta de la casa, las semanas de espera para repatriar loscuerpos, las noticias de que llegaban y los nuevos aplazamientos…Y yo declarando; y yo peleando, yendo y viniendo de Argentinaa Perú; ver a mi padre cantando y después verlo en un cajón;verme enterrándolo, poniendo una lápida sobre su tumba. Eseprimer video se convirtió en una noche, y esa noche se convirtióen una semana, y esa semana se convirtió en un mes de ver yllorar a mi papá, pero también a mí mismo.
El llanto se tornó incontrolable. Empecé a llorar todos losdías. Decidí mudarme para evitar que mi mamá y mi hermano sepreocuparan. Ante sus ojos yo era el fuerte, quien mantenía enpie nuestro hogar. Les dije que necesitaba hacerlo debido a lasdistancias. Mudé mis llantos de la casa de Comas a Los Olivos, y,finalmente, esa misma distancia que puse entre mi mamá y mihermano y yo para protegerlos terminó haciéndome caer en unaprofunda depresión. Estaba solo, en verdad solo.
La gente que ha seguido mi carrera va a encontrar una especiede “hoyo” después de la novela La pre. Pero el hoyo lo sentíayo en mi alma y no sabía cómo llenarlo. Llegué a pesar más deciento quince kilos. Me había obligado a trabajar durante tresaños sin parar, pero en un punto perdí el horizonte.
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(***)Mi éxito había activado una serie de anticuerpos, detractores yhaters por doquier. Después de tres años, la gente que no queríaque yo creciera por fin tuvo su momento: “Ahí está, no canta”,“No es como el papá”, “¡Está acabado!”, “Teníamos razón cuandodijimos que no duraría”. Lo único que yo hacía era llorar, ya que loextrañaba y no tenía a alguien que me ayudara a salir de ese hoyo,pero no debido a que esas personas no existieran, sino porqueyo lo había decidido así, había caído en la autoconmiseración.
(***)No solo había escuchado una y otra vez que no tenía talento, sinoque habían personas que incluso llegaban a decir cosas como“Ese chico está feliz de que su papá se haya muerto, porque si no,no sería quien es”. Eso en verdad me dolía, pues el amor hacia mipapá era y es infinito. Mi padre fue mi mejor ejemplo, mi mejorregalo. Me enseñó que uno tiene que luchar por lo que quiere,y por esa razón se fue a Buenos Aires dejándome aquí, en Lima.De alguna manera, no quería que yo tuviera la suerte que él tuvo.
Mi madre me preguntó:—¿Pasa algo más?Yo le respondí: —Te voy a hacer una pregunta porque sé que no me vas amentir… ¿Realmente no sirvo para esto?—¿Qué estás diciendo? ¿Quién dice eso? —me dijo molesta.—Todo el mundo —sentencié. Es curioso el modo en que suceden ciertas cosas. Una horaantes de ese diálogo, yo había recibido la visita de un empresariocon quien habíamos cerrado una gira para tocar por segunda vezen Estados Unidos. A pesar de no estar en mi mejor forma, igualhabían ido a buscarme. Mi mamá entonces continuó:—¿Todo el mundo? Yo acabo de ver a una persona que havenido hace un rato. ¿Quién es ese señor?Las madres son sabias, nos conocen mejor que nadie. —Es un empresario —respondí.—¿Y a qué ha venido?—Me ha contratado para hacer unos conciertos en EstadosUnidos. Vino para firmar el contrato y dejarme un cheque.Mi mamá solo me miró y sonreímos. No necesitábamos decirnada más, todo estaba dicho ya. Aunque yo tenía aún una últimapregunta que no había podido verbalizar antes, así que, mirándolaa los ojos, se la solté:—¿Realmente si no fuera por mi papá yo no sería nadie?Me sentí hijo por primera vez después de muchos años, ybusqué su protección como cuando niño.Entonces ella volvió a preguntar:—¿Quién es ese señor que vino? ¿A qué vino?Le repetí la respuesta.—Y él a quién viene a contratar, ¿a tu papá o a ti? —me dijocon una templanza que me sacudió—.
(***)Es en ese preciso momento que mi mamá levantó mi rostroy, mirándome a los ojos, me dice:—Te voy a contar algo que tú no sabes. Tú nunca supiste porqué tu papá no te llevó de viaje...Como conté al inicio, yo iba a ir a esa gira. Esa iba a sermi primera salida internacional y, al final, faltando un día para viajar, mi papá me desembarcó.
En el año 2006, yo había decidido salirme del Grupo Néctar y hacer un disco como solista. El disco no funcionócomo yo esperaba. Se llamó Huellas de amor y tenía temas que después tuvieron una nueva oportunidad, como “Gotitasde lluvia”, “De mi te vas a enamorar” y otras que piensoreversionar. El disco no terminó de despegar, y papá medijo que no me desesperase, que a veces las cosas buenastoman más tiempo de lo que uno esperaría. Pero, en mediode la incertidumbre, recibí la propuesta de otro grupo, una orquesta del norte. En ese tiempo, las agrupaciones norteñasentraban con mucha fuerza a la capital y yo queríalanzarme como solista. Así que debía haber un punto medio.Me dijeron que si seguía al lado de mi padre, yo solo iba a ser el corista de Néctar y que, en cambio, en ese grupopodía tener la posibilidad de pelear por tener un nombre.Yo había dejado Néctar para hacerme solista; sin embargo,la propuesta que recibí era tentadora. Sin embargo, a mipapá, que siempre me amó, pero fue también extremadamentesobreprotector, esa noticia no le gustó en absoluto. Yo no dudaba de mi talento. No dudaba de que había sidoreclutado por méritos propios, aunque también era cierto que había un componente de morbo en el hecho de “jalarse”al hijo de Jhonny Orosco. Era un gancho interesantepara cualquier orquesta, incluso una tan grande como laque me lo propuso. Mi padre, entonces, para evitar que mefuera, me propuso volver al grupo.
—Regresa al grupo, te subo... —añadió.—No se trata de plata, yo quiero construirme un nombrepropio, yo quiero ser Deyvis Orosco —le respondí.—Sí, pero los grupos no son como tú piensas. Aquí, sibien es cierto que yo soy duro, de todos modos, estás a milado. Yo te estoy cuidando. Allá viajan todo el tiempo, haymucho riesgo. Vas a tener muchas influencias negativas yno quiero que te arriesgues —se abrió conmigo.—Pero es lo que yo quiero —volví a la carga—. Quieroser Deyvis Orosco, y esa es la única manera. Aquí no voya poder…—Sabes que solo quiero lo mejor para ti, por eso te voya hacer una propuesta, y prométeme que vas a pensarlo.Yo tenía que responder de inmediato al otro grupo.Habían pasado días, yo ya lo había analizado, mi decisiónya estaba tomada. Esto sucedió a inicios del 2007, a pocosmeses de la gira en la que perdería la vida.
Entonces me dijo:—Yo quiero lo mejor para ti, por eso quiero que veasque el mundo no es cómo tú piensas. El mundo es másgrande de lo que crees. Te propongo lo siguiente: tú yacomenzaste como solista, no dejes tu carrera, no renuncies.Pero a diferencia de antes, desde ahora yo te voy apoyar...Él no lo había hecho en verdad porque no quería quefuese músico. A él le había tocado hacerse músico en uncontexto diferente y no quería que yo pasara por las mismasdificultades que él había pasado.—Yo te propongo que no regreses al grupo, pero luchacomo solista porque en la vida nada es fácil. Mira cuántome costó a mí. Pero ahora te voy apoyar… Pero voy a pedirteuna cosa a cambio… Quiero que te vayas del país. Vete aEuropa, pero no a trabajar; tienes unos familiares allá, yolos voy a contactar. Tu padrino está allá y quiero que tevayas seis meses.—Yo quiero hacer música —le respondí.—Quiero que te vayas de vacaciones, te pago seis mesesde vacaciones —me dijo.Yo me negaba porque era un chico que trabajaba desdelos trece años y, como lo dije siempre, sabía que en la casano sobraba nada, y cuando así fue, cuando ya pudimosdarnos unos gustos, yo ya era un tipo independiente.—Yo no necesito vacaciones —le dije.—Quiero que conozcas el mundo y esos seis meses voya trabajar tu producto acá.Pero no acepté porque tenía claro que para mí el trabajoera lo primordial. No obstante, mi papá era muy inteligentey, como mi mamá, sabía exactamente qué decirme siemprepara convencerme.
—… Te llevo a Argentina. Tengo una gira en Bolivia y deahí vengo a Perú. Entonces te sumas al grupo y nos vamos a Argentina, allá será tu primer show internacional. Tedespides de Néctar y te vas a Europa.Los ojos me cambiaron porque yo quería salir comomúsico a otro país. Entendí que lo único que él quería era cuidarme y acepté.—¿Tú recuerdas que pasó? —preguntó mamá. ¿Recuerdas queibas a ir y al final no te llevó?—Sí, nunca lo entendí —le respondí.Mi papá había prometido que me iba ir a Argentina y un díaantes, con pasaje comprado, me bajó del avión. Discutimos esedía porque yo ya no tenía la propuesta del otro grupo, la habíadesestimado por irme con él a Argentina, y al final me hacía eso.Un día antes del viaje, ya de noche, mi papá se me acercó yme dijo:—Deyvis, hay cambio de planes. No vas a Argentina, te vasdirecto a Europa.—Pero si el pasaje ya está comprado. ¿Cómo no voy a ir? —lerespondí muy molesto.—¡No vas!—¿Por qué? ¿Qué quieres que haga? Toco primera, bajo, teclados.Hago sonido, cargo, ¿cuál es el motivo?Entonces me respondió algo que siempre tendré presente:—Si alguna vez pasa algo, no nos puede pasar a los dos.Yo estaba furioso en ese momento, así que no le presté muchaatención. No podía creer que me hubiera mentido. Sin embargo,era su hijo y tenía que acatar. Yo siempre fui un hijo correcto ydebía aceptar lo que él decía.Hasta ese momento, desde que mi papá falleció en el accidenteen Buenos Aires, siempre me sentí solo. Asumí toda la responsabilidadde sacar adelante a mi familia, solo. Pero hay cargas queson muy pesadas para una sola persona. Sacar adelante a unafamilia depende de cada uno de sus miembros.
Entonces mamá me contó el motivo por el cual no me llevaron.Dos días antes, mi papá había tenido un sueño: el avión enel que el grupo viajaba sufría un desperfecto y se incendiaba. Cuando mi papá le contó su sueño a mi mamá, le dijo que poreso había decidido no llevarme, y mi mamá asintió. Los dosdecidieron bajarme de ese avión, de esa traffic que se cayó delpuente 25 de Mayo de Buenos Aires y se incendió.En ese momento cambió todo. Me enteré que lo que él habíahecho en vida lo seguía haciendo incluso después. Me habíasalvado dos veces. Y me había demostrado, además, que no solotenía a mi mamá, sino que todavía lo seguía teniendo a él.—Yo no hubiese podido, si no hubieses estado aquí, hijo.Has hecho crecer a tu hermano, eres un buen hijo, eres un buenhombre, y todo lo que has conseguido en esto tres años es por ti (...).
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