“Yo le he enseñado a Marie Kondo a hacer las cosas. Yo estoy para enseñarle a ella y a todas las que aparecen en Netflix. A mí nadie me va a decir cómo organizar. Cómo doblar lo polos –en tercios–, cómo tender la cama –y cada una de sus capas–. Sucede que me falta hacer negocio con eso, nada más. Aquí nadie ha descubierto la pólvora, lo que pasa es que todo el mundo es bastante flojo”. Rebeca Escribens (conductora de TV, actriz, madre de dos y defensora a ultranza de la organización como un vital leitmotiv de la vida) apila con esa sentencia más argumentos al debate originado por aquella menuda autora japonesa de 34 años que tiene a todo al planeta sacando ropa de sus armarios, tirándola a la cama, descartando prendas que no produzcan felicidad y devolviendo en su sitio a las suertudas que pasaron el filtro. Siempre, claro, por colores y tamaños de mangas. Es así el asunto: el globo está dividido, recién estrenadito el 2019 y gracias a ella, entre los ordenados y los desordenados. Pero, además, entre los que no necesitan creer en gurús de la organización, sino en la crianza de mamá; y en los que creen que todo el tema es maniaco y loco y estresante y ahí nomás, paso, gracias, joven. ¿Ordeno, luego existo? o ¿encerar, pulir; encerar, morir? He ahí el dilema.
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¡A ordenar con Marie Kondo! es el reality show de Netflix, el hilo de donde se desprende la madeja con la que hoy todos quieren jugar, de la que hoy todos quieren opinar. Se trata de ocho capítulos en los que la experta en organización de espacios y autora de bestsellers –La magia del orden y La felicidad después del orden están traducidos al español– arriba a casas de familias californianas agobiadas por el caos de cocinas en las que al fondo siempre hay sitio o garajes atorados de coolers, patinetas y cachivaches en los que hasta se podrían hallar nuevos guerreros de Terracota. Atabiada de cajas de varios tamaños, Kondo las instruye en su método para organizar el hogar y voilà. Vivieron felices para siempre.
¿Vivieron felices para siempre? He ahí el otro dilema.Sucede que para muchos, habitar en un sitio ordenado sí es sinónimo de bienestar. Escribens es una de ellos. No es fan de Kondo, mas sí metódica y pulcra. “Estoy convencida de que es un tema de crianza. Todo lo que sé y que he enseñado a mis hijos es la mejor herencia de mi madre [...]. Cuando oigo que una casa con niños chicos no puede estar ordenada, por ejemplo, me parece una mentira. Todo está en practicar y enseñar”, esgrime.
Para otros, sin embargo, la cuestión es más complicada. Existe gente a la que no educaron de pequeña; o que es ordenada, pero no tiene un método o no intuye por dónde empezar. Y existen, claro, los desordenados y hasta acumuladores patológicos a los que les urge la ayuda (caso aparte son a los que el tópico les importa tres soberanos pepinos). Profesionales, entonces, surgen para atender una necesidad. La pregunta se cae de madura del estante: ¿hay en el mercado versiones nacionales de la japonesa? Las hay. Son pocas, pero son. Cuatro de ellas hablaron con Somos.PAPELITOS MANDANJessica Noriega y Tesie Price concibieron OrdenArte el año pasado. Se trata de una empresa de organización que ofrece cuatro servicios: van a la casa de los clientes y los asesoran íntegramente en “descartar conscientemente” sus cosas; hacen lo mismo de manera semipresencial; ayudan en mudanzas y ofrecen talleres. Sí, en Lima.
“OrdenArte nació tomando un café. Teresa había leído los libros de Kondo, me los recomendó y yo los devoré. Comenzamos a averiguar y resulta que en otros países hay toda una industria alrededor de la organización de espacios. Nos metimos profundo en el tema, llevamos el curso on-line de Kondo y hasta nos hemos certificado por la Asociación de Organizadores Profesionales de Estados Unidos (N.A.P.O)”, revela Noriega. Ella es la única con la que hemos conversado que sí se reconoce maniática. “Mi esposo se aloca cuando los fines de semana me pongo a ordenar, pero lo disfruto. Me alegra ayudar a personas, que ese sea mi trabajo. Algunas clientas hasta se ponen a llorar cuando hallamos objetos preciados que creían perdidos. Sienten que el orden les da una energía nueva, tranquilidad”. Añade que el plan futuro es fundar la primera academia de organizadores profesionales en el país. Así sea.
ESTILO PARA VIVIRThe Closet Co. está dirigido por Fabiola Gagliardi y María Eugenia Forsyth. Ambas son comunicadoras, diplomadas en moda, apasionadas del orden y entrañables amigas. “Comenzamos en el 2015. Quisimos emprender un proyecto que involucrara organización, styling, estética y este es el resultado. Trabajamos en los espacios que nos soliciten, especialmente en clósets y cocinas, pero además brindamos asesoría de imagen”, detalla Forsyth.
Gagliardi agrega: “Nuestra misión es generar bienestar, por eso creemos que ambos servicios pueden ir de la mano. La clave es que todo tu entorno te motive”. Sus planes incluyen tener su propia línea de artículos de almacenamiento. Estén atentos.
ORDENANDO, ANDOEse es el nombre del blog y la cuenta de Facebook que Brenda Levi administra. Tras vivir nueve años entre Singapur y los Emiratos Árabes Unidos, ella regresó al Perú en el 2015 con una idea clara: emular el modelo de negocio según vio en esos países. Para eso también se certificó en la N.A.P.O. “Yo sigo algunas premisas de Kondo, pero no todas porque entiendo que no es para todos. Hay una cuestión cultural importante a considerar: los latinos tendemos a poseer más cosas”.
Levi añade que, como cualquier trabajo independiente, hay épocas buenas y otras no tanto, pero que cada vez más gente se interesa en llamarla para organizar sus casas y oficinas. Su caso más difícil: un acumulador que no podía caminar por su sala y cocina. “Sus hijos me buscaron. Todo el trabajo lo hicimos con él. Le costó, pero se desprendió de objetos que nunca usó. Terminó agradecido”.
ARCHIVOS DE CLICSLa limeña Daniella Andrade sería algo así como la Marie Kondo, pero de las fotos. En tiempos como estos, en los que tenemos como nunca antes incalculables registros personales en el celular, la cámara, la computadora, ese CD del 2010, memorias externas, nubes y demás, ella te los ordena. Tú nada más le llevas los dispositivos –o las cajas de tomas impresas– y te olvidas. “Tengo una tienda de regalos personalizados (Da by Daniela Andrade). Hacía fotolibros y pronto me di cuenta de que la gente no concretaba proyectos porque tenía todo desperdigado. Ahí vi un nicho”, dice. Ella tiene varios sistemas, pero ordenar por fechas es lo que más recomienda. Qué tentación llamarla, ¿no? //