Hace poco apareció una nota sobre una intervención a taxistas informales en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Por supuesto, se levantó la nota mencionando a una de las empresas… Lo que queda claro es que se sigue sin entender que estas apps no son empresas de transporte.
O en todo caso, no encajan en el concepto tradicional. Este tipo de apps(Uber, Cabify, Taxi Beat, Easy Taxi, Lyft y cualquier otra que exista) funcionan de la siguiente manera: hay alguien que quiere trasladarse del punto A al punto B. Hay alguien con un vehículo que está viajando desde el punto A al punto B. ¿Cómo hacer que estas dos personas puedan ayudarse (una llevando a la otra y ésta ya está pagando un precio justo por el aventón). Ahí entran estas apps.
Como verán no son empresas de transporte. No tienen como empleados a los conductores. El espíritu de estas no es matar el servicio de taxi, sino ser una mejor alternativa.
Aquí hay varios problemas serios: taxistas que usan estas apps, pero pervierten su naturaleza pues las usan de mala manera para obtener más ganancias sin importar el servicio; autoridades que no comprenden cómo funcionan estas apps y creen que se trata de empresas de transporte tradicional; y vacíos legales que dejan en evidencia la falta de previsión para la aparición de alternativas innovadoras como estas.
Para conocer más sobre este tema, lee el más reciente post del blog Vida y Futuro.