Kansas City, Missouri (AP). No luce muy peligroso cuando se sube a la loma el menudo jugador con el brazo elástico. Se ajusta la gorra, juguetea con el saco de brea en la mano, hace contacto con la placa y lanza al plato lo que solo puede ser descrito como una mancha borrosa.
El inadvertido bateador ni siquiera alcanza a mover el bate. La pelota golpea el guante del receptor y la pistola de radar en la pizarra de los jardines parpadea: 102 millas por hora (164 km/h). Con razón lo apodan “Ace” (As).
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No parece natural lo que hace Yordano Ventura. Solo los pitchers altos y fuertes deberían lanzar rectas de más de 100 millas. No un novato de 1,83 metros de altura, 82 kilogramos y que firmó por 25.000 dólares en su natal República Dominicana, donde no hace mucho se desempeñaba como campocorto.
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Y sin embargo ahí estaba, parado en la loma del Kauffman Stadium, observando cómo otro fallido bateador caminaba lentamente a la caseta, negándose a afrontar la realidad. “El muchacho es especial, por decir lo menos”, dijo el estelar jardinero de los Orioles, Adam Jones.
LA INVESTIGACIÓN
¿Qué tan especial? Glenn Fleisig, un experto en ingeniería médica y mecánica, quien ha estudiado a los pitchers durante años en el American Sports Medicine Institute.
Se trata de una organización sin fines de lucro fundada por el reconocido cirujano James Andrews. Incluso cuando Fleisig no ha examinado en específico a Ventura, podría ser capaz de explicar a grandes rasgos lo que hace que el joven derecho resalte.“Más que nada tiene que ver con los tiempos de sus distintos movimientos”, explicó Fleisig.“Se ve a primera vista”, continúa. “Parece que el muchacho da un paso, su cuerpo se mueve hacia adelante y luego lanza. Pero si lo ves en cámara lenta, realmente es una secuencia de eventos. Cuando el pie en movimiento de un lanzador aterriza, su brazo, que no está conectado en la pierna en absoluto, debe estar en cierta posición, y su cadera y tronco deben estar en otra. Y si analizamos esas cosas en una pequeña fracción de segundo, los mejores pitchers tienen la secuencia correcta”.
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En ciencia, esa secuencia es conocida como cadena cinética. La de Ventura es casi perfecta.
“Lo que un pitcher tiene que hacer para optimizar la velocidad en sus lanzamientos es maximizar los tiempos de sus distintas partes del cuerpo”, explica el experto. “Eso no es lo único pero si lo más importante”.Otro elemento importante es lo que Fleisig describe como fuerza funcional.Aunque Ventura es apenas tan robusto como un poste de foul, los músculos, ligamentos y tendones necesarios para hacer un lanzamiento a alta velocidad han sido trabajados con los años y no solo trabajando como pitcher. A diferencia de los jóvenes en Estados Unidos que se especializan desde niños, Ventura jugó en el campocorto —y practicó otros deportes— mientras lanzaba, y eso le desarrolló una musculatura de un atleta más completo. “Su cuerpo simplemente lo entendió bien”, dice Fleisig.
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Alan M. Nathan, profesor de física en la Universidad de Illinois, ha encontrado que un lanzamiento que va a 95 millas por hora (152 km/h) cruzará el plato en cerca de cuatro décimas de segundo, y que cada milla por hora adicional reducirá ese tiempo en casi el 1%. Y aunque eso no pareciera mucho, hay que tomar en cuenta que el margen de error para poner una bola en juego es de cerca de siete milisegundos.“Así que si un lanzador picha a 100 millas por hora (160 km/h), pero el bateador la percibe a 98 millas (157 km/h), hará un swing lento por casi ocho milisegundos”, concluyó Nathan. “Y eso está fuera del margen de error para conectar un batazo en territorio bueno”. En otras palabras, Ventura hace que los bateadores abaniquen y fallen mucho.