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Aunque son pocos, un grupo de divulgadores y científicos críticos de la doctrina sobre el cambio climático reclaman su derecho a discrepar, algo que no tendrán fácil al inaugurarse en París la Cumbre sobre el Clima (COP21) este 30 de noviembre.
“Hay un discurso oficial, una doctrina, un credo. Quien no está de acuerdo no es bienvenido”, asegura el investigador Rémy Prudhomme, profesor emérito de economía de la Universidad Paris-Est Créteil Val de Marne y autor de varios libros críticos con lo que él denomina “dictadura del calentamiento”.
Prudhomme centra sus críticas en dos frentes: por un lado, “la imposibilidad de discrepar, que es contraria al avance científico y a la libertad de expresión”, y, por otro, la “debilidad de los estudios oficiales que, más que buscar una verdad científica, persiguen un consenso político”.
Para el académico, existen muchos vacíos en las conclusiones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima (IPCC), un texto que será el evangelio que va a regir todas las decisiones de la COP21.
“Hay científicos de mucho peso que trabajan en sus informes, pero las conclusiones están traducidas e interpretadas por diplomáticos, que negocian cada línea”, afirma.
Prudhomme no augura ningún éxito a la COP 21 y “será mejor así”, indica.
“Al día de hoy -sostiene- la ciencia no sabe suficiente para conocer las causas de las variaciones del clima, que se miden en millones de años. No creo que sea bueno tomar decisiones sobre una base tan poco sólida”.
Sobre todo porque, como indica, “las conclusiones que piden los países más ricos supondrían que se impida el desarrollo de los más pobres que estaban empezando a despertar”.
Otros van más lejos, como el que hasta hace poco era el hombre del tiempo de la cadena pública France 2, Philippe Verdier, quien considera que el cambio climático tiene “efectos positivos”.
“Cuando tienes un invierno como el del 2014, se traduce (en Francia) en 18.000 muertos menos porque no hubo epidemia de gripe. Además, hay un efecto positivo en el turismo y en la bajada del consumo de energía”, escribe en su libro “Climat investigation”, convertido en símbolo de los opositores a la doctrina imperante.
Verdier fue despedido por esa publicación, un ejemplo “del peligro de oponerse al dogma”, asegura.
Convertido en una estrella en la red, no duda en presentarse como un mártir sacrificado, a su juicio, en el altar de una Francia que no quiere que nada perturbe la Cumbre sobre el Clima.
Verdier escribió una dura carta al presidente francés, François Hollande, en la que le acusaba de “simular” que la COP21 sirve para algo y que, por cálculo político, avala con su organización “a los científicos ultrapolitizados del IPCC, los grupos de presión empresariales, las ONG medioambientales, los jefes religiosos autoproclamados apóstoles del clima”.
El exhombre del tiempo, que ha cubierto como periodista las dos últimas cumbres del clima de la ONU, también considera “politizado” al IPCC, responsables del “pensamiento único”.
En este grupo también se encuentra el geofísico Vincent Courtillot, para quien las variaciones de temperatura tienen más que ver con la fluctuación de la actividad solar que con la emisión de gases de efecto invernadero.
Algo similar piensa el profesor de física de la Universidad François Rabelais de Tours, François Gervais, para quien “el Sol sale de un periodo de actividad intensa que ha durado 8.000 años”, lo que explica, en su opinión, el calentamiento reciente.
Por su parte, el fundador del Instituto Hayek, Drieu Godefridi, considera que la doctrina del calentamiento es “la mayor impostura intelectual de la ciencia moderna”, en virtud de la cual “se han movilizado más capitales y energías” que nunca antes sobre una base científica.
Fuente: EFE