May-Britt y Edvard I. Moser, los dos científicos noruegos que ganaron el premio Nobel de Medicina 2014, publicaron su trabajo en inglés... ¿por qué escribieron en el lenguaje de Charles Dickens en vez del de Henrik Ibsen?
Permafrost, oxígeno, hidrógeno. Apenas tres ejemplos de términos científicos que tienen sus orígenes en ruso, griego y francés.
Pero son antiguos: hoy en día, si un científico va a acuñar un nuevo término, probablemente lo hará en inglés. Y si van a publicar sobre sus nuevos descubrimientos, definitivamente el idioma escogido será el de Shakespeare. Sin embargo, no siempre fue así.
Todos y ninguno
“Si uno viviera en 1900 y alguien le dijera: 'Adivine cuál será el lenguaje universal de la ciencia en el año 2000', lo primero que haría es reírse”, dice Michael Gordin, historiador de ciencia de la Universidad de Princeton, Estados Unidos.
“Sería obvio que ningún idioma sería 'el lenguaje de la ciencia'. La respuesta sería una mezcla de francés, alemán e inglés”, señala el experto quien en su libro “Scientific Babel” (La Babel científica) explora la historia del lenguaje y la ciencia.
Cuenta que a principios del siglo pasado, el inglés estaba lejos de ser el idioma dominante en ese ámbito. Ese lugar lo tenía el alemán.
“La historia del siglo XX no es tanto sobre el surgimiento del inglés sino más bien sobre el colapso del alemán como lenguaje de comunicación científica”, revela.
Inglés, alemán... ¿y el latín?
Uno podría pensar que realmente el latín el merecedor del título. Después de todo, durante muchos años fue el medio de comunicación en Europa occidental, desde finales del Medioevo hasta mediados del siglo XVII.
Pero luego empezó la fractura. El latín pasó a ser una de las muchas lenguas en las que se practicaba la ciencia.
La primera persona en publicar extensivamente en su lengua nativa, según Gordin, fue Galileo Galilei.
El físico, matemático, ingeniero, astrónomo y filósofo del Renacimiento escribió en italiano y después fue traducido al latín para que más científicos lo pudieran leer.
Expulsado por la guerra
Para el siglo XX, el sistema básicamente era que un tercio de los estudios científicos se publicaban en inglés, otro tercio, en francés y el otro, en alemán.
Todo fluctuaba dependiendo del campo específico, y los alemanes predominaban en varios campos. Además el latín seguía presente en algunas disciplinas. Entonces, ¿cómo llegó el inglés a ganar en el reino de la ciencia?
“El primer golpe fuerte al sistema fue la Primera Guerra Mundial, que tuvo dos grandes consecuencias”, responde Gordin.
Tras la llamada Gran Guerra, los científicos belgas, franceses y británicos organizaron un boicot contra los de Alemania y Austria.
Les bloquearon la participación en conferencias e impidieron que publicaran en las revistas científicas de Europa occidental.
Y fue precisamente en ese momento de la historia, relata el experto, cuando las organizaciones internacionales que gobiernan la ciencia -como la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada- fueron establecidas.
Esas nuevas instituciones empezaron a funcionar en inglés y francés. El alemán, que había sido el lenguaje dominante de la química, fue eliminado.
El lenguaje criminalizado
El segundo efecto de la Primera Guerra Mundial tuvo lugar en Estados Unidos. Cuando los estadounidenses entraron en la guerra en 1917, se desató una ola de sentimiento antialemán en todo el país.
“Algo que a menudo se olvida es que en ese momento grandes partes de EE.UU. hablaban alemán”, indica Gordin. En Ohio, Wisconsin y Minnesota había muchos, muchos germanoparlantes. La Gran Guerra cambió todo.
“El alemán fue criminalizado en 23 estados. No era permitido hablarlo en público, ni usarlo en la radio, ni se le podía enseñar a niños menores de 10 años”.
La Corte Suprema revocó esas leyes en 1923, pero durante años rigieron en el país. Lo que lograron, según Gordin, fue decimar el aprendizaje de idiomas extranjeros en EE.UU.
“En 1915, los estadounidenses enseñaban y aprendían lenguas extranjeras al mismo nivel que los europeos”, señala.
“Después de que entraron en vigor esas leyes, la educación en ese campo cayó masivamente. El aislacionismo se disparó en los años 20, incluso luego de que se revocaran las leyes, y eso implicó que la gente no le prestaba atención a lo que pasaba en francés ni en alemán”.
Eso resultó en una generación de científicos que tuvieron un contacto con idiomas extranjeros muy limitado.
Y ese, además, fue el momento en el que la comunidad científica estadounidense empezó a dominar el mundo.
“Así, terminamos con un grupo de gente que no hablaba otros idiomas, en un momento en el que las cosas más interesantes desde su punto de vista están sucediendo en inglés”.
“Para después de la Segunda Guerra Mundial lo que queda es una comunidad científica muy centrada en EE.UU. y por ende, en el inglés”.
La evidencia en las palabras
Según Gordin, la evidencia de esta historia está incrustada en los términos científicos. Un ejemplo es la palabra “Oxígeno”.
Nació en la década de 1770, cuando químicos franceses desarrollaron una nueva teoría sobre la combustión. Para sus experimentos científicos, necesitaban un nuevo término para una nueva noción de un elemento que estaban construyendo. “Escogieron el término 'oxígeno' del griego para 'ácido' y 'productor' pues tenían la teoría de que el oxígeno es la sustancia que hace los ácidos”.
“Estaban errados, pero esa fue la palabra que crearon los franceses basándose en el griego, lo que indica que los científicos europeos de ese período tenían una educación clásica muy buena”.
Los ingleses la adoptaron pero los alemanes no. Ellos hicieron su propia versión de la palabra traduciendo cada parte, de manera que quedó “sauerstoff” o substancia ácida.
“En ciertos momentos, surgían palabras y la tendencia de los alemanes era tomar los términos del francés e inglés y traducirlos”.
“Hoy en día eso no se hace. Términos como 'online', 'transistor' o 'microchip' sencillamente se toman del inglés para todos”.