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El exorbitante aumento de 5.000% en el precio de un medicamento para tratar infecciones mortales levantó una ola de indignación en Estados Unidos, donde los tratamientos a menudo son vendidos dos veces más caros que en otros países desarrollados.
De un día para el otro, la farmacéutica Turing aumentó un 5.000% el precio de Daraprim, utilizado contra el paludismo e infecciones derivadas del VIH, con lo que el precio de un comprimido subió de 13,50 dólares a 750 dólares.
La precandidata demócrata a la Casa Blanca Hillary Clinton describió como “chocante” la decisión en un mensaje de Twitter.
El martes en un mitin de campaña, la exsecretaria del Departamento de Estado también prometió que, de llegar a la presidencia, se ocupará de que las farmacéuticas reduzcan los costos de los medicamentos. Sus declaraciones causaron la baja de más de 4% de las acciones del sector en los mercados.
Después de haber defendido el aumento con uñas y dientes, el presidente ejecutivo de Turing, Martin Shkreli, exjefe de fondos de inversión especulativos, finalmente dio marcha atrás a la decisión ante la lluvia de críticas y acusaciones de avaricia. Pero no ha revelado el nuevo precio.
Shkreli había explicado que el Daraprim, comercializado desde hace 62 años, no era rentable y había prometido financiar con los nuevos beneficios investigaciones para mejorar el medicamento.
Hace unos días, la pequeña farmacéutica Rodelis Therapeutics desistió de aumentar el precio de la cicloserina -para casos raros y mortales de tuberculosis multirresistente a antibióticos- de 480 a 10.800 dólares por 30 pastillas, tras la presión de grupos de médicos.
El doble de lo normal
Más allá de estos dos casos, los grandes laboratorios mundiales se aprovechan de algunas reglamentaciones en Estados Unidos para vender a precios exorbitantes medicamentos esenciales contra el cáncer o enfermedades cardiovasculares.
Según un estudio británico cuyos resultados serán presentados al Congreso Europeo sobre el cáncer en Viena el fin de semana, los laboratorios farmacéuticos facturan en Estados Unidos hasta 600 veces el costo de producción de medicamentos, indicó el profesor de farmacología Andrew Hill, de la universidad de Liverpool y coautor del reporte.
Por ejemplo, los estadounidenses pagan más de dos veces el precio de medicamentos vendidos en Europa, entre ellos los nuevos anticancerígenos Tarceva o Glivec, de las farmacéuticas Roche y Novartis respectivamente.
El costo real de producción de Tarceva, más un beneficio hipotético de 50%, es de 236 dólares por año y por paciente. Pero por este tratamiento se factura actualmente 79.000 dólares en Estados Unidos y cerca de 40.000 en Europa, señaló el estudio de Hill.
En tanto, el Glivec -para tratar la leucemia- cuesta producir 159 dólares por año y paciente, pero es vendido a 106.000 dólares en Estados Unidos y entre 29.000 a 35.000 dólares en Europa.
Dentro de cinco años, muchos de estos nuevos anticancerígenos estarán disponibles en su versión genérica con la expiración de las patentes de las farmacéuticas, que justifican los altos precios por la necesidad de financiar la investigación de nuevos medicamentos.
Contrariamente a Europa, en “Estados Unidos los grupos farmacéuticos pueden facturar lo que ellos quieren porque una ley impide que las agencias gubernamentales como Medicare negocien los precios de los medicamentos, con excepción de los hospitales militares”, subrayó Hill.
El experto también consideró que un problema importante es “la falta de organización” para desarrollar medicamentos genéricos o para importar más de la India o China.