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RANGÚN. En Birmania, le “Kun Ja”, o betel, es una mezcla de nuez y de tabaco que se mastica y deja los dientes teñidos de rojo, y su consumo es tan habitual que supone un problema de salud pública.“Estoy medio dormido cuando tomo el volante de mi taxi, así que mastico un poco de betel para sentirme menos cansado”, explicó Myo Min Htaike, taxista de 32 años, que lucha contra la fatiga y el aburrimiento en medio de eternos atascos en Rangún, capital económica de Birmania.Son muchos los birmanos, incluidos los jóvenes adultos, que mastican esta mezcla de tabaco, de nuez de areca (erróneamente llamada nuez de betel) y de cal, aderezada a veces con especias.Además de su efecto estimulante, la nuez de areca es alabada por sus virtudes contra los dolores.“Cuando empecé a masticar el betel para mi dolor de dientes, no me gustó mucho. Pero hizo desaparecer el dolor y terminé por apreciarlo”, explicó Myo Min Htaike, con los labios enrojecidos debido a su adicción.Los vendedores de calle fabrican en cadena estos divertidos chicles artesanales verde brillante. En una pequeña tabla de madera atada a sus cuellos, enrollan los ingredientes en hojas frescas de palma de betel. El precio de venta es de 200 kyats (15 céntimos de euro).Sin embargo, mascar betel aumenta el riesgo de cáncer de boca, alertan los médicos sin hacer mucho echo por ahora entre la población.“Birmania es uno de los países donde más extendido está el consumo de tabaco de mascar, en especial entre los hombre”, explicó el doctor Dhirendra Narain Sinha, especialista de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de Rangún.La mitad de los hombre birmanos mascan betelSegún las investigaciones, el 51,4% de los hombres birmanos son adeptos a este tabaco de mascar, frente a un 16% de mujeres.Ahora bien, el tabaco y la nuez de areca son los dos cancerígenos, según este especialista, que lamenta la falta de políticas de prevención de riesgos ligadas al consumo de tabaco en uno de los países más pobres de Asia.El sistema de sanidad birmano está en condiciones pésimas después de décadas de abandono de la junta militar, que aisló al país del resto del mundo.La miseria de los hospitales contrasta con una economía de mercado en ebullición, al menos en Rangún, donde abundan las construcciones y la clase media emergente está ahora equipada con los últimos modelos de smartphones.Aún actualmente, a pesar de la autodisolución de la junta militar en 2011, Birmania sigue siendo el país que menos invierte en su sistema de salud en el mundo, sólo un 0,5% de su PIB según la OMS. El doctor Than Sein, presidente de la ONG People's Healt Foundation, confirmó que debido a la ausencia de campañas del ministerio de Sanidad “la gente no conoce los efectos secundarios”, y los hospitales no tienen los medios para tratar los cánceres asociados al consumo de tabaco.Ninguna estadística oficial está disponible sobre este tema en un país con una administración poco eficaz.En Birmania, como en los países vecinos, ya se pueden ver las chocantes imágenes de los paquetes de tabaco para sensibilizar a los fumadores. Pero el betel, al ser fabricado artesanalmente y sin embalaje, queda fuera de esta norma.“Si vas a Tailandia, no verás a casi nadie mascando betel, incluso en las zonas rurales. Lo mismo en Malasia. Entonces, ¿por qué continuamos nosotros? Creo que hay que decirle a la gente que es realmente peligroso”, alertó el doctor Than Sein, que espera que Birmania siga el ejemplo de sus vecinos más desarrollados.Al volante de su taxi, Myo Min Htaike dice ser consciente de los riesgos, pero sin embargo no puede dejar de mascar. “Tengo miedo. Pero no puedo vivir sin mascar betel”.
Fuente: AFP