LOS ANGELES (AP). Margaret Martin es la fundadora de Proyecto Harmony, una organización sin fines de lucro que dicta lecciones de música gratuitas a estudiantes de vecindarios marginales. Un día empezó a notar que gran parte de sus estudiantes se graduaban de la secundaria y asistían a la universidad. Ahí fue cuando se preguntó qué era lo que diferenciaba a sus chicos de los otros del barrio.
Los investigadores de la Universidad Northwestern en Illinois creen que la instrucción musical de los estudiantes tuvo influencia en sus logros educativos. Martin notó que 90% de los alumnos del proyecto se graduaban de la secundaria, comparados con 50% de los que no eran parte de él pero vivían en los mismos barrios.
Un estudio realizado a 44 niños del programa durante dos años muestra que la instrucción musical cambia el cerebro de manera que facilita a los jóvenes procesar los sonidos, de acuerdo con los resultados publicados el martes en la revista The Journal of Neuroscience. Esa capacidad añadida, dicen los investigadores, está ligada a mejoras en habilidades como lectura y lenguaje. Pero las personas tienen que tocar un instrumento para volverse más inteligentes. No basta con escuchar música.
Nina Kraus, investigadora líder del estudio y directora del laboratorio de neurociencia auditiva de la universidad, comparó la diferencia entre escuchar y ejecutar música con el ejercicio físico. “Me gusta decirle a la gente: no te vas a poner en forma simplemente mirando deportes”, afirmó.
Los investigadores estudiaron a los jóvenes por dos años y les conectaron electrodos para detectar cambios en sus cerebros. Los sujetos de prueba fueron seleccionados al azar de una lista de espera para entrar al programa, con la esperanza de que todos los sujetos estuvieran igualmente motivados para trabajar duro.
Uno de los principales hallazgos de los investigadores fue que tras un año de instrucción musical no hubo cambios en el cerebro. Pero tras dos años sí. “Sabemos que una característica fundamental del sistema nervioso es nuestra capacidad para cambiar a medida que crecemos e interactuamos con nuestro ambiente. Pero no podemos estar cambiando cada segundo o tendríamos un sistema muy inestable”, dijo Kraus.