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Beijing, la capital china, amaneció con una nueva “alerta roja” por contaminación ambiental, en previsión de un nuevo episodio de contaminación por partículas finas, anunciaron autoridades.
La oficina municipal encargada del medioambiente ordenó, por segunda vez en menos de dos semanas, el cierre de fábricas y la aplicación a partir del sábado de la circulación alternada para los vehículos privados, entre otras medidas, para limitar el alcance de este nuevo episodio de contaminación.
La alerta estará en vigor del sábado al martes, según una nota publicada en la página web de la Oficina de Protección Medioambiental de Beijing.
Este viernes por la tarde, el cielo era todavía de un azul límpido en la capital china.
Las autoridades aplicaron una primera alerta roja por contaminación ambiental el 7 de diciembre, días después de ser criticadas por su respuesta insuficiente a un episodio grave de smog al comienzo del mes.
En plena conferencia internacional del clima en París COP 21, la alerta roja en Beijing dejó en evidencia la gravedad de la situación en China, primer emisor mundial de CO2, uno de los principales gases responsables del efecto invernadero.
La inédita medida traduce, según muchos expertos, una toma de conciencia por parte de las autoridades de la importancia del fenómeno a nivel sanitario y para la imagen de la ciudad.
Este viernes, el portavoz de la diplomacia china, Hong Lei, dijo así que Beijing estaba “trabajando firmemente sobre el tema” y tomando “las medidas necesarias”.
Coste sanitario y también económico
Además del descontento de la población, la contaminación atmosférica causa cientos de miles de muertes prematuras cada año en China.
La nube de contaminación recurrente en el norte de China afecta a unos 300 millones de personas. Buena parte de la culpa la tienen las decenas de centrales de carbón, que funcionan a pleno régimen en invierno para alimentar los sistemas de calefacción y las fábricas.
El impacto económico de las alertas rojas es significativo, ya que cientos de empresas deberán suspender su actividad durante varios días, y algunas dijeron que están pensado mudarse.
La densidad de partículas finas (PM 2,5), muy peligrosas para la salud pues penetran profundamente en los pulmones, superó en varias ocasiones la semana pasada en Beijing los 300 microgramos por m3, según los niveles de referencia medidos por la embajada estadounidense.
Se trata de un nivel muy superior al máximo de 25 microgramos por m3 por cada 24 horas que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Beijing levantó su primera alerta roja el 10 de diciembre ante la llegada de vientos fríos del norte, que dispersaron el aire tóxico y dejaron en su lugar un impoluto cielo azul.
La primera alerta roja tuvo el efecto de un “electrochoc” entre la población, que se puso a comprar frenéticamente aparatos purificadores de aire, pronto agotados en las tiendas.
Otras ciudades situadas alrededor de Beijing elevarán igualmente su nivel de alerta al rojo, anunció la Oficina Nacional del Medioambiente en otro comunicado.
La oficina indicó haber animado a los gobiernos provinciales a “aplicar medidas de urgencia para responder a la fuerte polución del aire”.
Fuente: AFP