En el estado australiano de Queensland, un sapo de origen sudamericano no solo amenaza el orden natural de las especies nativas, sino que está volviendo adictos a los perros a lamer su rugosa espalda, cuyos poros segregan una sustancia lechosa, alucinógena y tóxica.
Los veterinarios de esa región, ubicada en el noreste de Australia, están alertando que muchos perros deben recibir ayuda médica porque ingresan a emergencias intoxicados.
La causa es lamer varias veces en el día la piel de los sapos de caña (‘Rhinella marina’) dispersos por montones en la región de Queensland, por lo que no es raro que los perros los encuentren en sus paseos por el jardín o el patio. Los síntomas incluyen desorientación, rigidez muscular, escalofríos y comportamiento extraño.
En los casos más severos, la sustancia tóxica ha causado la muerte de un 95% de animales, entre cocodrilos, iguanas y quolls (un marsupial llamado también gato nativo), que tienen a este anfibio como presa en las zonas de Australia donde abunda.
LA RAÍZ DE LA PLAGAEl sapo de caña es un dolor de cabeza para las autoridades del país oceánico. Su introducción es una de las peores experiencias de este tipo que se haya tenido con alguna especie. En 1935 se importaron 120 ejemplares como solución a una plaga de escarabajos que arrasaban las plantaciones de arroz. El sapo sudamericano nunca acabó con la plaga, pero se reprodujo intensamente.
Actualmente, de esos 120 sapos, la población supera los 20 millones. No en vano la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) considera al sapo peruano como una de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas.
Se calcula que una hembra en cada apareamiento (tiene un ciclo de dos por año) puede llegar a poner 36.000 huevos, los que necesitan ambientes húmedos para desarrollarse.
Australia resultó ser el ambiente perfecto para ellos, pero esta especie no es apropiada para ese territorio porque no tiene los depredadores naturales que sí existen en su hábitat natural.
En la Amazonía sudamericana, varios tipos de caimán, serpientes, anguilas y algunos peces como el bagre o pez gato se alimentan de estos sapos sin que les afecte su sustancia tóxica.
Intentos para eliminarlos ha habido, y muchos. Desde crueles cacerías organizadas por ciudadanos inconformes con la ausencia de una solución, hasta investigaciones genéticas para introducir un gen de la infertilidad en ejemplares adultos. Se dice que, incluso, un empresario de un restaurante en China ofreció al Gobierno Australiano movilizar un ejército de trabajadores para cazar a cuantos sapos pudieran, pues en su país se considera una delicia gastronómica.
La plaga del sapo americano, que mide hasta 15 cm de largo y vive hasta 15 años, también ha causado estragos en Hawái (EE.UU.), Filipinas, Papúa, Nueva Guinea y otras islas del Pacífico.
EL DATOPerros en alucinaciónLos síntomas incluyen desorientación, rigidez muscular, escalofríos y comportamiento extraño.