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Los profundos cambios socioeconómicos provocados por el colapso de la Unión Soviética no solo afectaron a millones de personas: también hicieron sentir su impacto en la vida silvestre de la región.
Esta es la conclusión de un equipo de investigadores que analizó la situación de las grandes especies de mamíferos en Rusia y halló que la mayoría experimentó una marcada reducción en número desde 1991.
Los autores creen que las causas más probables de este descenso son la caza ilegal y la falta de implementación de las normativas de protección a la fauna silvestre.
En el estudio publicado en la revista “Conservation Biology”, los investigadores subrayan la importancia de recurrir a la ayuda internacional en estos casos.
“Lo que hicimos fue probar que se produjo una reducción simultánea en las poblaciones de jabalíes, osos pardos y alces en la mayor parte de Rusia a comienzos de los 90, justo después de la caída de la Unión Soviética”, explica la coautora del estudio Eugenia Bragina, de la Universidad de Wisconsin-Madison, en Estados Unidos.
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“Las tres especies son muy distintas y viven en hábitats diferentes”, le dijo Bragina a la BBC, para dejar en claro que el declive no está relacionado con un problema con un hábitat en particular.
Por ejemplo, los alces prefieren los bosques con árboles jóvenes, “mientras que los jabalíes prefieren alimentarse de los cultivos que los soviéticos solían plantar para ellos”.
El lobo, la excepción
Bragina observó que a pesar de sus distintas historias ecológicas, las tres especies sufrieron un declive que coincidía con el colapso de la URSS.
Cada especie sintió el impacto de distinta manera.
Los jabalíes se vieron perjudicados probablemente por la pérdida de los cultivos de los que se alimentaban, ya que se dejaron de plantar.
Sin embargo, el estudio –que analizó las poblaciones de ocho grandes especies de mamíferos en Rusia entre 1981 y 2000- registró una excepción.
“La única especie que experimentó un aumento fue el lobo”, señala Bragina.
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“En la Unión Soviética controlaban la población de lobos. Había incentivos para cazarlos, pero, durante la tormenta política que siguió al colapso, le gente tenía otras cosas de qué preocuparse”, dice la investigadora.
El equipo cree que el aumento de los lobos –cuya población creció en un 150% en la década que siguió a la caída de la URSS- contribuyó al declive de la población de alces.
Recuperación
Tras el impacto negativo del colapso del bloque soviético, algunas especies se recuperaron una década más tarde.“La segunda parte de la historia trae buenas noticias”, señala Bragina.
“Ahora vemos que las poblaciones de jabalíes en Rusia son más grandes que en 1991. Colapsaron y perdimos cerca de la mitad de la población en los 90”.
“Pero es una especie que se adapta muy fácilmente y por eso después de unos años, encontró otra fuente de alimentos para sobrevivir y ahora le está yendo muy bien”.
Otras especies como el corso y el oso pardo también muestras signos positivos de recuperación.
Ayuda internacional
No obstante, hay especies que continúan en caída, como por ejemplo el lince boreal.
Los investigadores dicen que en este caso se trata de una tendencia de largo plazo y por lo tanto no la vinculan a los cambios sociales y económicos de la década de los 90.
Según Bragina, el estudio pone de manifiesto cómo un cambio repentino en la infraestructura socioeconómica de una nación puede tener también un impacto en la naturaleza.
“Cuando pasa algo así, necesitamos prestar atención también a qué está ocurriendo con la vida silvestre”, dice la científica.
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“Por supuesto que cuando aumenta rápidamente la pobreza como ocurrió en Rusia en los 90 no hay recursos para dedicar al manejo de la vida silvestre”.
“Creo que es ahí cuando los grupos de conservación internacional deberían prestar atención y considerar cómo preservar la naturaleza”.
“Si no, especies icónicas o importantes pueden correr peligro”, concluye Bragina.