El miércoles por la noche los astronautas miraron “Sol blanco del desierto”, un clásico del cine soviético de los años 1970, como hace cada tripulación la víspera del viaje, uno de los muchos rituales de Baikonur.
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El francés Thomas Pesquet, la estadounidense Peggy Whitson y el ruso Oleg Novitsky despegan el jueves a las 20H20 GMT del cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, para una misión de seis meses a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS).
Los tres astronautas llegaron a Baikonur el 1 de noviembre y los metieron en cuarentena. Poco a poco se fueron aislando del mundo exterior.Para Pesquet será su primer vuelo. Por eso tuvo el honor de plantar un árbol en la alameda de los Héroes, un parque situado detrás del hotel donde se alojan. Lo mismo hicieron sus predecesores. El primer hombre en volar al espacio, Yuri Gagarin, fue el primero en 1961. Desde entonces se plantaron decenas de olmos y álamos.“Estas tradiciones están muy ancladas porque los rusos tienen una tradición oral muy fuerte”, explica Lionel Suchet, responsable durante más de diez años en el Centro Nacional Francés de Estudios Espaciales (CNES).Estos ritos también tienen un lado práctico, asegura la exastronauta francesa Claudie Haigneré. “Los 15 últimos días pasados en Baikonur sirven para tomar conciencia, para pasar de la etapa 'Me preparé, tengo confianza' a la de 'empiezo mi misión'”, explica la exministra que voló dos veces al espacio desde Baikonur.“Pasamos a otro mundo”, añade. “Esta fase sucede en Baikonur y la tradición forma parte de ella”.-ORINAR CONTRA UNA RUEDA-El día del viaje, los astronautas firman delante de la puerta de la habitación del hotel y brindan con el personal. Todos tienen que orinar, o al menos hacer ademán, contra una rueda trasera del autobús que los lleva hacia la plataforma de lanzamiento. El extraño ritual también es obra de Gagarin, motivado por una necesidad apremiante justo antes de volar al espacio.Estas tradiciones están vinculadas “al mito en la cultura rusa o soviética en torno a Gagarin. Está la noción de pionero”, afirma Claudie Haigneré.“Me parece fantástico que se conserven estos elementos de tradición porque es una aventura particular. Es una aventura de la Humanidad, encarnamos este sueño”, añade. Según ella, Cabo Cañaveral, de donde partían los vuelos tripulados hasta 2011, también tenía sus rituales. Al llegar a la plataforma de lanzamiento, los astronautas verán por primera vez su cohete Soyuz. Por superstición no tienen derecho a asistir a la instalación del cohete en la plataforma, pero no pasa nada: fue bendecido el miércoles por un sacerdote ortodoxo. Otra tradición que data de 1993, después de la caída de la Unión Soviética.Fuente: AFP