Gracias a las caricaturas se tiene establecido que cuando una persona se electrocuta su esqueleto se trasluce, su cabello se eriza, bota humo y arroja hasta pequeñas chispas. La realidad no es tan llamativa, pero sí mucho más peligros, según explica el canal de YouTube SciShow.
Lo primero que hay que saber es que técnicamente la mayoría de casos que llaman “electrocuciones” en verdad son simples descargas eléctricas, una corriente que atraviesa el cuerpo. Para hablar de electrocución tiene que haber una muerte por una descarga eléctrica. Para que una descarga eléctrica se convierta en una electrocución depende de la naturaleza de la corriente involucrada.
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Una corriente es el flujo de carga eléctrica transportada por eones y electrones. Nuestros cuerpos responden perfectamente a estas corrientes ya que las emplea en diferentes funciones: como los pequeños impulsos eléctricos durante la sinapsis entre neuronas. Pero cuando recibimos una corriente mucho más fuerte reaccionamos de forma exagerada por la inyección abrupta de electricidad.
En casos leves de descargas eléctricas, solo se puede sentir un ligero cosquilleo en la piel. Pero a mayor corriente se pueden causar desde leves a graves quemaduras, contracciones musculares e incluso hasta convulsiones. Esto porque los nervios y músculos se sobreestimulan.
La cantidad de corriente que fluye se mide en amperios. Una descarga de 20 miliamperios puede provocar que una persona pierda el control de su diafragma y deje de respirar. Una de 100 miliamperios puede detener un corazón. El cargador de tu smartphone tiene más de 100 miliamperios, pero tocar el cable de alta tensión no te matará; no es mortal porque la cantidad de corriente no es lo que importa, sino la cantidad que entra a tu cuerpo.
La cantidad de corriente que entra al cuerpo durante una descarga eléctrica depende de la tensión, que es la diferencia entre la eléctrica potencial que conduce la corriente y la resistencia del cuerpo a la corriente.
La piel puede resistir corriente mientras la tensión no sea muy alta. Es una fuerte barrera natural al flujo eléctrico porque es seca y gruesa. Es más resistente que los cables de tu cargador, por lo que experimenta mucho menos corriente. Pero la energía tiene que tener un destino, por lo que genera calor provocando quemaduras.
Una corriente de más de 500 voltios es de alto voltaje y suficiente para atravesar la barrera de la piel y lograr detener tu corazón. Aunque en algunos casos esto es útil. Si el corazón no late, una específica descarga por solo una fracción de segundo de 3000 voltios desde un desfibrilador puede actuar como un botón de reinicio y volviendo los músculos a la normalidad.
Cuando la piel está dañada o húmeda ofrece menos resistencia. Esta es la razón por la que secadores de cabello tienen advertencias sobre su uso a pesar que un enchufe típico de casa es considerada “baja tensión”, como el de 220 voltios del Perú.
Una descarga eléctrica puede ser leve y relativamente inofensiva, pero una de “baja tensión” son fuentes de energía que pueden presentar riesgos, mientras que las de “alta tensión” siempre serán muy peligrosos y generarán una auténtica electrocución -palabra que combina los vocablos “eléctrico” y “ejecución”.