Diversos estudios científicos prevén que la entrada de contaminación plástica a los sistemas acuáticos se triplicará en los próximos 20 años. La premonición es alarmante porque actualmente ya se calcula que unas 8 millones de toneladas métricas de desechos plásticos ingresan al océano cada año. Esto quiere decir que cada minuto un camión repleto de basura se vierte en el mar.
El impacto de esta contaminación es inmediato. Tortugas, aves, peces y otros animales marinos corren el riesgo de morir ya sea porque se enredan con los plásticos que flotan en el mar o porque los ingieren al confundirlos con alimentos.
Sin embargo, la amenaza no solo proviene de los plásticos de gran tamaño que podemos ver a ojo desnudo, sino también de los microplásticos, partículas menores a 5 milímetros, que son de especial preocupación para la ciencia debido a que, literalmente, están en todos lados. De hecho, un estudio científico publicado en 2019 concluyó que, en promedio, una persona consume semanalmente el plástico equivalente a una tarjeta de crédito.
La presencia del plástico en nuestro organismos y en el de los animales ya está comprobada, pero la pregunta que la ciencia intenta responder ahora es ¿está afectando eso la salud? Un equipo de científicos de la Universidad de Exeter, Galapagos Conservation Trust (GCT) y el Galapagos Science Center, están trabajando para intentar responder a esa pregunta.
Tras evaluar la presencia y distribución de la contaminación por plástico en la isla San Cristóbal, en el archipiélago de Galápagos, los investigadores construyeron una herramienta para evaluar de manera rápida cuáles son las especies que estarían más afectadas en este lugar, uno de los más emblemáticos del planeta en la conservación de biodiversidad.
Tras aplicar esta herramienta, los científicos encontraron que 27 especies en Galápagos estaban en riesgo de sufrir graves daños por ingerir plásticos o enredarse en ellos. Pero lo más relevante de estos resultados, publicados en la revista Science of The Total Environment, es que la herramienta será un apoyo importante para impulsar y acelerar la toma de decisiones para solucionar el problema de los plásticos, asegura Juan Pablo Muñoz, coautor de la investigación. “A veces los gobiernos, frente a la necesidad de manejar el plástico desechable y de tomar acciones rápidas te dicen ‘okay, dame los datos’”, agrega el investigador del Galapagos Science Center. El problema, es que recopilar esa información puede tomar cinco años o más y los expertos concuerdan en que es necesario tomar acción hoy. Con este instrumento, asegura Muñoz, los investigadores podrán responder “no te preocupes, te voy a dar los datos mañana. Hagamos la regulación, hagamos el cambio, hagamos las políticas, porque aquí está la información”.
¿Cómo lograron construir este súper modelo?
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Primer paso: medir la gravedad de la contaminación
Lo primero que hicieron los científicos fue evaluar la composición y distribución de los plásticos en 17 puntos de la isla San Cristóbal, un área de gran importancia para la conservación ya que alberga, entre otras especies, la colonia más grande de lobos marinos de Galápagos (Zalophus wollebaeki) y dos subespecies únicas de iguanas marinas.
Los expertos tomaron muestras en playas y en el agua de mar superficial tanto de sitios turísticos como remotos, donde los visitantes no tienen acceso, y también del interior de siete especies de invertebrados marinos como ostras, pepinos de mar, erizos o caracoles.
El resultado fue que todos los hábitats marinos de la isla de San Cristóbal están contaminados con plásticos. En 13 de las 14 playas de arena muestreadas los científicos observaron la presencia de macroplásticos, es decir, de elementos y fragmentos mayores a 5 milímetros. “En ciertos sitios encuentras casi 5000 piezas de plástico por 50 metros cuadrados. Cosas que tú puedes ver con tus ojos: fundas (bolsas), cepillos de dientes, botellas, artículos de pesca, boyas, etc”, cuenta Muñoz.
Los niveles más altos de contaminación se encontraron en las playas orientadas al este, por donde pasa la corriente de Humboldt, y una de ellas es Punta Pitt, un sitio que “es el hogar de las iguanas marinas Godzilla que, como gran parte de la vida silvestre de Galápagos, no se encuentran en ningún otro lugar del mundo”, señala el estudio. El problema se agrava si se considera que la población de esta especie es menor a 500 individuos.
Además, se encontraron microplásticos en todas las muestras de agua de mar y fondos marinos y también en las siete especies de invertebrados examinados. Al respecto, Jen Jones, el autor principal de la investigación asegura que “estos animales son una parte crucial de las redes alimentarias que sustentan a las especies más grandes que viven en las Islas Galápagos y sus alrededores”.
Estudios anteriores ya habían determinado que la basura plástica que acaba en Galápagos proviene principalmente de Perú y de Ecuador continental. Así, aunque la imagen prístina de este importante sitio de conservación podría dar la impresión de que las islas están protegidas de la contaminación plástica, este estudio demuestra, una vez más, que eso no es así. Lo más preocupante es que, según David Santillo, de los Laboratorios de Investigación de Greenpeace en la Universidad de Exeter, “esta situación solo empeorará si no cambiamos drásticamente nuestro uso de plásticos”.
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Segundo paso: construir la herramienta
El paso siguiente consistió en crear un modelo computacional que permite determinar rápidamente cuáles son los animales que podrían estar más afectados por la contaminación. Para ello, los investigadores crearon una lista con todas las especies de San Cristóbal ingresando diferentes variables de su historia natural como, por ejemplo, su hábitat, su dieta, su biología o su estado de conservación, es decir, si se considera que sus poblaciones están sanas o si están Casi Amenazadas, Amenazadas, En Peligro, o En Peligro Crítico.
“Ingresas todos esos parámetros que ya conocemos y el modelo te bota un número de riesgo (al que está expuesto el animal ya sea por ingesta de plásticos o por enredo), explica Muñoz. Un valor agregado a esta herramienta es que se puede aplicar en cualquier lugar. “Por ejemplo, si estás en Chile puedes medir cuál es el riesgo para los animales en la Isla de Pascua o en el archipiélago de Juan Fernández”, asegura el experto. Es por eso que de la investigación también participan científicos colombianos, costarricenses, peruanos, chilenos, entre otros, para ver cuáles son las especies que están más afectadas en la región.
En el caso de San Cristóbal, el modelo arrojó que 27 especies marinas están en riesgo. Todas tuvieron una puntuación superior a 10, asegura el estudio, “lo que indica la probabilidad de lesiones graves o muerte por ingestión de plástico o enredos”, precisa la investigación. De todas esas especies, 15 son peces y de ellas 13 son tiburones, cinco son reptiles (iguana y cuatro especies de tortugas), cinco son aves marinas y dos son mamíferos.
“Los peces con mayor puntuación fueron el icónico tiburón martillo (Sphyrna lewini) y el tiburón ballena (Rhincodon typus) debido a su estado de conservación En Peligro Crítico y En Peligro respectivamente”, señala el estudio. Pero la especie con la puntuación más alta del análisis, fue el lobo marino de Galápagos (Zalophus wollebaeki) “con 251 incidencias de enredos registrados entre 1995 y 2003, 54 % vinculado a basura pesquera y 46 % a otra basura como correas de embalaje, la mayoría de las cuales se registraron alrededor del puerto de San Cristóbal”, señala la publicación.
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Tercer paso: comprobar los datos en el terreno
Actualmente, los científicos ya avanzaron a una tercera etapa que consiste en verificar los datos en terreno para tener mayor precisión. “No olvidemos que el modelo es teórico”, recuerda Muñoz. “Es algo que nosotros lo estamos viendo en una computadora y que creemos que pasa en la realidad”, explica.
En esta etapa los expertos pudieron confirmar que todas las especies que el modelo señaló como vulnerables, están efectivamente en riesgo confirmando así que la herramienta funciona. Pero además, gracias al trabajo de campo y los registros fotográficos y de video recolectados, los expertos sumaron a esa lista otras nueve especies, es decir, que hasta ahora en total existen 36 especies en riesgo debido a la contaminación por plástico.
De esas especies, los investigadores seleccionaron tres que se encuentran en alto riesgo para avanzar a una cuarta etapa del estudio que aún se encuentra en desarrollo. El objetivo es hacerles un chequeo médico e intentar responder a la pregunta de cómo los plásticos están afectando su salud.
Una de las especies escogidas para esta evaluación fueron las iguanas marinas. Los científicos examinaron a estos animales en nueve sitios diferentes de todo el archipiélago de Galápagos con diferentes cargas de contaminación por plásticos. “Les tomamos muestras de heces y les hicimos un análisis completo de su salud, igual como cuando uno va al doctor”, explica Muñoz. El análisis incluye un chequeo visual, durante el cual veterinarios expertos en vida silvestre palpan los órganos de las iguanas para descartar cualquier anomalía, las pesan, las miden y les toman una muestra de sangre. “Esa muestra de sangre se lleva a un laboratorio portátil que tenemos y se mide toda su química sanguínea”, agrega el investigador. Con todos esos datos, los científicos pueden comparar el estado de salud entre las iguanas que habitan en sitios con altas cargas de contaminación por plástico con la de aquellas que viven en lugares más limpios.
Tomar la muestra de heces no es tan simple. “Es importantísimo tomar la muestra cuando tú ves al animal que está defecando, porque si toca el suelo, por ejemplo, o si colectas una muestra que está en el suelo y que no certificaste que sale de tal animal, puede ser que se haya contaminado con micro plásticos de otro lado y que no sea que estos estén dentro de la iguana”, explica el científico.
Pero el mayor reto en esta etapa fue con la segunda especie que los científicos seleccionaron para hacer la evaluación de salud: las tortugas marinas.
“El año pasado las pusimos en unas piscinas que llevamos al campo para que estén tranquilas. Les pusimos unos pañales especiales que no son de plástico y estuvimos literalmente ahí todo el día, toda la noche y no defecaban”, cuenta Muñoz. Para solucionar esta dificultad, los científicos le realizaron a las tortugas una endoscopía lo que requirió una compleja logística. “Tuvieron que venir tres veterinarios expertos en hacer endoscopías de campo, llevar generador eléctrico y todo ese endoscopio a los lugares remotos donde hicimos el trabajo, que es un ambiente superagresivo, rocoso, de piedra volcánica”, cuenta el experto. Tras el éxito de la operación, lo que sigue será evaluar los resultados de esas muestras y de los demás exámenes que, así como a las iguanas, también se le realizaron a las tortugas.
Otra de las especies seleccionadas fue el pez ojón, una especie endémica de Galápagos, es decir que no habita en ningún otro lugar del mundo. Este pez es parte de la dieta de los habitantes del archipiélago. La ventaja de ser una especie comercial es que los investigadores podrán examinar el interior de su organismo. “Podemos sacrificarlo humanitariamente, abrirlo en el laboratorio y examinarlo completamente”, explica Muñoz.
Cuando los resultados de las investigaciones estén listos, los científicos podrán arrojar luz sobre la gran interrogante de si los plásticos están afectando la salud de los animales en Galápagos. Sin embargo, las respuestas no podrán ser categóricas, ya que aun si los resultados señalan que la salud de las especies está afectada, es posible que ello se deba también a otros factores. Tener una respuesta certera requiere todavía más investigación. Sin embargo, los expertos aseguran que es necesario tomar medidas inmediatas. “No creo que haga falta tener realmente una comprobación, una verificación precisa de que el microplástico está causando cáncer en los humanos para actuar”, dice Muñoz.
El año pasado, el equipo de investigación ganó una subvención de £ 3.3 millones del gobierno del Reino Unido para investigar y abordar la contaminación plástica en el Pacífico Oriental. Sin embargo, la subvención se ha reducido en un 64 % debido a la emergencia sanitaria por la pandemia.
Para colaborar con este proyecto, los científicos han hecho un llamado a todas las personas que han visitado Galápagos a que completen una pequeña encuesta para saber si han visto animales enredados en plásticos o ingiriéndolos. Al compartir con ellos fotografías o videos de estas interacciones, el registro de animales en riesgo podrá ser más completo. Para acceder a la encuesta haz click en este enlace: https://arcg.is/5ajXr
El artículo original fue publicado por Michelle Carrere en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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