Mongabay Latam analizó los datos del Sistema de Monitoreo Satelital de Embarcaciones Pesqueras (SISMEP) y reportes de ruta obtenidas través de solicitudes de información realizadas a la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) y a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).
Rastreando los barcos y las compañías se descubrió que, desde el momento en que el gobierno mexicano declaró a Revillagigedo como parque nacional y prohibió todo tipo de pesca en sus aguas, al menos 18 embarcaciones han realizado actividades sospechosas de pesca ilegal al interior del área protegida.
¿Qué está en riesgo, quiénes son los que amenazan al parque y cuáles son las debilidades que permiten la existencia de este delito al interior del área marina? Estas son las claves para entender el problema:
1. Revillagigedo: refugio para especies en peligro
Los archipiélagos son lugares donde la vida marina abunda. Son refugios naturales, sobre todo cuando se encuentran muy lejos de la costa continental. En México, el Archipiélago de Revillagigedo está a 540 kilómetros de Los Cabos, Baja California Sur, y a 890 kilómetros del puerto de Manzanillo, Colima. Las aguas que rodean sus cuatro islas —San Benedicto, Socorro, Roca Partida y Clarión— marcan la frontera del país en el Pacífico.
Este archipiélago es clave para la reproducción y conservación de especies como la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), tortugas marinas, tiburones como el martillo (Sphyrna lewini) o el puntas plateadas (Carcharhinus albimarginatus), todas incluidas en la Lista Roja de especies amenazadas de extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Por su importancia biológica, el Archipiélago de Revillagigedo se declaró Reserva de la Biósfera en 1994, la Unesco lo inscribió en la lista de Patrimonio Mundial Natural en 2016 y el gobierno mexicano lo promulgó Parque Nacional el 27 de noviembre de 2017 y prohibió todo tipo de pesca en el área.
Octavio Aburto, investigador del Instituto de Oceanografía Scripps, de la Universidad de California, Estados Unidos, y uno de los científicos que impulsó la creación del Parque, recuerda el por qué de esta iniciativa: “Cada vez se veían más barcos atuneros pescando alrededor de las islas, dentro del área núcleo de la Reserva; también era común mirar barcos de pesca deportiva sacando muchos animales”. Desde entonces, la presencia de barcos pesqueros disminuyó en forma considerable pero eso no significa que la actividad pesquera haya desaparecido.
2. ¿Quiénes amenazan al parque?
El análisis de los datos satelitales permitió identificar que en enero, febrero y marzo de 2018, el barco Propemex Y-5-A entró a la zona y realizó acciones sospechosas de pesca. La embarcación de bandera mexicana pertenece a Pesca Gagui, compañía que de acuerdo con el Registro Público de Comercio tiene entre sus accionistas a Guillermo Alonso Félix, quien también es dueño de Pesca Magui, empresa a la que pertenece el buque Memillo V, embarcación que a principios de enero de 2018 también realizó acciones sospechosas de pesca en Revillagigedo.
Ese mismo año, otras embarcaciones que registraron actividades similares fueron: Exmar II y Ali III (de Pesquera Moneto), Pez de Acero VII, Pez de Acero XI y Don Agustín IV (de Pesquera Jusajeli) y Crustáceos I, embarcación a nombre de Ranulfo García Aranda, con base en el puerto de Salina Cruz, Oaxaca. La mayoría de estos barcos tienen permisos para pescar tiburón y solo Crustáceos I tiene para pez espada, de acuerdo con datos de la Conapesca.
En 2019, el barco Benito García, que pertenece a la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Sucett, realizó actividades sospechosas al interior del área. También lo hizo la embarcación El Panzas, igualmente propiedad de Sucett. Semanas después de que el Benito García ingresó al parque, desembarcó en el puerto de Mazatlán 3.8 toneladas de tiburón zorro, 16 toneladas de tiburón azul, 100 kilos de tiburón volador, 300 kilos de tiburón mako, 100 kilos de pez espada, 200 kilos de marlín y 100 kilos de atún aleta amarilla.
Hasta ahora, solo tres embarcaciones han sido denunciadas por presunta pesca ilegal en Revillagigedo y entre ellas están Benito García y El Panzas. El tercer barco es Royal Polaris, de San Diego, Estados Unidos, dedicado a la pesca deportiva y que, en abril de 2019, se le encontró in fraganti realizando actividades de pesca de atún cerca de Clarión.
Muchas de las actividades sospechosas de pesca se realizan en los límites del parque. Es el caso del buque Zoe (de la empresa Pescamil), del buque Thor (de Pesquera Thor) que en octubre de 2019 registró varios ingresos y en tres de ellos cambió de rumbo, disminuyó de velocidad y se instaló durante 21 horas en la parte este de la reserva. Por último, también fue posible observar el barco Yumano (también de Pesquera Thor) y Puerto Chale II, registrada a nombre de Sofía Bencomo Pérez, realizando actividades sospechosas de pesca en los límites de la reserva.
Lee más | Pruebas de ADN para combatir el comercio ilegal de tiburones amenazados
3. Los barcos atuneros también entran
Barcos atuneros pertenecientes a Pesca Azteca – empresa que posee la mayor flota atunera de América Latina- ingresan frecuentemente al Parque Nacional Revillagigedo en trayectos que tanto personal de la Conapesca, la Secretaría de Marina y la Conanp definen como “pasos inocentes”, es decir, que solo cruzan el área manteniendo una velocidad constante arriba de los 10 nudos.
Sin embargo, el análisis de datos muestra que en julio de 2019, el barco Tamara se detuvo alrededor de una hora dentro del parque. También en agosto de 2019 el buque Azteca 8 bajó su velocidad de 12.16 a 0.87 nudos, cambió de rumbo y registró una velocidad de 9.56 a 8.69 nudos durante poco más de una hora. Por último, el barco Azteca 10 permaneció desde las dos de la mañana del 27 de agosto de 2019 y hasta las seis de la mañana del día siguiente con una velocidad promedio de 0.87 nudos, en la zona norte del parque. Además, realizó un repentino cambio de rumbo, disminuyó su velocidad y, antes de salir del área, registró una maniobra parecida a la de un cerco de pesca.
Según Pesca Azteca, en el caso del buque Tamara se trató de un “paso inocente avisado a la Conapesca” y en el de Azteca 8 se trató “de un accidente con un colaborador dentro de la embarcación”. Sobre el Azteca 10 informaron que “la embarcación sufrió una avería en la transmisión del motor principal de propulsión a su regreso a Mazatlán, quedando varado dentro de la zona por un transcurso de 4 a 5 horas hasta que otra de nuestras embarcaciones —Azteca 3— acudió a su auxilio para remolcarlo hasta Mazatlán”. Como prueba, presentaron copia de los correos de aviso que enviaron a la Conapesca. Los datos obtenidos por transparencia, así como de Global Fishing Watch, muestran, sin embargo, que el Azteca 10 permaneció dentro del área protegida alrededor de 28 horas.
Lee más | ¿Quién está detrás de la deforestación en el parque Catatumbo Barí en Colombia? | Historia gráfica
4. Dificultad para monitorear
Revillagigedo es el área marina protegida más grande de México y Alejandro González Leija, director del parque, asegura que el mayor reto es la vigilancia en alta mar, sobre todo porque el parque no cuenta con un sistema de monitoreo de embarcaciones en tiempo real, así que depende de la información y las alertas que le envíe el personal de la Conapesca. “La responsabilidad es mía, como director del parque. Pero sí creo que hay más corresponsables. Sobre todo, porque nosotros dependemos de la información y el trabajo de otras dependencias”, dice González.
Además, los recursos para monitoreo y vigilancia son mínimos: la reserva tiene una plantilla de diez personas, 58 710 pesos (2687 dólares) de presupuesto para estas acciones y una embarcación tipo dingui, con un motor de 150 caballos de fuerza. En cambio, los buques dedicados a la pesca comercial, tienen motores entre 400 caballos de fuerza y 6000. “Necesitamos tener capacidad en campo para interceptar a estos barcos y tener pruebas suficientes de que estaban pescando en ese momento”, señala González. Por su parte, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) solo realiza dos operativos de inspección y vigilancia en Revillagigedo, en abril y noviembre.
El programa de Manejo de Revillagigedo establece que todas las embarcaciones que entren al área deben contar, y tener prendido, su sistema de monitoreo satelital. Pero esto tampoco se respeta ya que hay barcos que apagan sus sistemas de monitoreo antes de entrar a la reserva.
Si se tomara una fotografía de todos los barcos sospechosos de realizar actividades de pesca en Revillagigedo, las 18 embarcaciones identificadas en la investigación de Mongabay Latam solo ocuparían una parte de esa imagen. Sobre todo si se toma en cuenta que los barcos no solo apagan sus sistemas de monitoreo; hay algunos que ni siquiera tienen instalada esta tecnología.
La organización Oceana-México ha documentado que en el país están registradas cerca de 77 000 embarcaciones, de las cuales alrededor de 3500 son mayores (se clasifican así por su tamaño); de ellas solo cerca de 2000 tienen un sistema de monitoreo satelital (VMS, por sus siglas en inglés).
5. Existen datos satelitales que no son públicos
Plataformas gratuitas de monitoreo satelital como Global Fishing Watch permiten identificar la posición y la trayectoria de todas las embarcaciones pesqueras que cuentan con otro sistema satelital, el de Identificación Automática (AIS, por sus siglas en inglés). El problema es que, en México, solo tienen ese sistema cerca de 40 embarcaciones pesqueras y la mayoría son atuneras.
Si todos tuvieran el AIS, se podría monitorear la flota pesquera mexicana ya que también puede indicar la posición y la trayectoria de los barcos que llevan sistema VMS. La condición es que las embarcaciones deben llevar la bandera de algún país que haya compartido y aceptado que sean públicos los datos VMS de sus flotas pesqueras. El problema es que, hasta ahora, México no lo ha hecho. Los países que sí han hecho públicos sus datos son Perú, Indonesia, Panamá, Chile y Costa Rica.
Los científicos dedicados a la conservación de las especies marinas, así como el director del Parque Nacional Revillagigedo, coinciden en que además de un presupuesto mayor, de barcos que se muevan más rápido y una tripulación preparada, una de las alternativas para combatir la pesca ilegal es utilizar la tecnología de monitoreo satelital y, sobre todo, que México haga públicos sus datos VMS.
*Si quieres saber más sobre esta historia lee aquí la investigación de Thelma Gómez Durán para Mongabay Latam.
El artículo original fue publicado por Mongabay Latam . Puedes revisarlo aquí.
Si quieres conocer más sobre medio ambiente en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos. Y si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.