La bióloga Leyda Rimarachín conoció al mono choro de cola amarilla (Lagothrix flavicauda) cuando era niña, en las alturas de Bagua Grande, en Amazonas, cuando sus padres dejaron Cajamarca y se instalaron en medio de un bosque nublado.
Lo que entonces era el jardín trasero de su casa se convirtió en el Área de Conservación Privada (ACP) Bosque Berlín, un lugar en la Amazonia peruana que se creó para proteger a esta y otras especies.
Sin embargo, la deforestación alrededor de la casa de Rimarachín ha terminado ahuyentando a esta especie del Bosque de Berlín, pues el camino natural que solía tomar este primate está fragmentado. Esta es una de las razones por las que el mono choro de cola amarilla está en peligro de extinción.
1.Una especie en riesgo
El mono choro de cola amarilla –también llamado tupa, pacorrunto, quillirruntu o quilla corote, por su cola colorada o amarilla– solo vive en el nororiente del Perú.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) está clasificado en Peligro Crítico y también figura en CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) como una especie amenazada de extinción.
Esta especie puede llegar a medir 54 centímetros. Come frutas, flores, hojas e insectos y anda en grupos de entre cinco y 18 individuos. Vive en bosques con árboles grandes y altos, que puedan aguantar su peso. Se estima que su población varía entre los 1000 y 5000 individuos.
Los primates son grandes dispersores de semillas en los bosques. Para buscar la conservación de esta y otras especies, a partir de los años 80, el Estado con el apoyo de organizaciones no gubernamentales, fue creando áreas naturales protegidas: el Parque Nacional del río Abiseo (reconocido por la UNESCO como Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad), el Bosque de Protección de Alto Mayo y el Santuario Nacional Cordillera de Colán.
2. Primate endémico del Perú
El mono choro de cola amarilla es el mamífero endémico más grande del Perú. Habita principalmente en el territorio de Amazonas y San Martín, pero también se le ha encontrado cruzando los límites con Loreto, La Libertad y Huánuco. Se cree que vive entre los 1500 y 3000 metros sobre el nivel del mar, más precisamente en los bosques montanos y bosques de neblina. Una expedición de Neotropical Primate Conservation (NPC) lo divisó en el 2012 en Uchiza, San Martín, a 1086 metros sobre el nivel del mar.
“Es un animal que tiene un larguísimo tiempo de evolución y adaptación a un medio bien difícil. Esta especie se ha tenido que adaptar y obtener características que te ayuden a convivir en este espacio. Este mono tiene mucho pelo. Yo los he visto en plena lluvia, sentados durante horas en una rama. Entonces podemos deducir que su pelaje resiste al agua”, cuenta la bióloga Mariela Leo, una de las primeras personas en investigar al mono choro de cola amarilla en Perú y presidenta de la Asociación Peruana para la Conservación de la Naturaleza (APECO).
“En un artículo sobre refugios del pleistoceno en el Perú, se señala nueve refugios en el país, y uno de ellos cae en el centro de distribución del mono choro de cola amarilla y de muchas más especies endémicas. Hay un alto endemismo. Puede ser que haya quedado como una isla hace millones de años, y las especies que quedaron en él, tuvieron que ir adaptándose a su hábitat”, explica Mariela Leo, sobre lo especial y única que es esta parte del país, donde conviven el mono choro de cola amarilla, el mono tocón de San Martín (Callicebus oenanthe), el mono nocturno peruano (Aotus miconax) y decenas de aves que en todo el planeta solo se pueden ubicar al nororiente de Perú.
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3. Las expediciones
En 1812, Alexander von Humboldt en una de sus expediciones, por lo que ahora es Jaén, encontró unas pieles de mono sobre la montura de un caballo. Se emocionó al verlas, las compró y se las llevó a Alemania. Sin siquiera haberse topado con un solo mono o al menos un cráneo, lo bautizó como Simia flavicauda. Pensaba que los pelos amarillos pertenecían a la cola y por eso el nombre de mono choro de cola amarilla.
Nadie supo más de este primate hasta 1927, cuando una expedición liderada por el británico Oldfield Thomas en los alrededores de Rodríguez de Mendoza, encontró otras pieles que describió como Oreonax hendei. Una nueva especie, pensaron. Pero es en 1963, tras un análisis de ambos descubrimientos, que se dieron cuenta de que se trataba del mismo mono. Hasta ese momento, seguían sin haber visto a uno de ellos y tampoco sabían si esta especie seguía viva.
A fines de los años 60, el primatólogo estadounidense Russel Mittermeier leyó sobre el mono choro de cola amarilla en la Universidad de Harvard. En 1974 viajó a las regiones de Amazonas y San Martín junto con Hernando De Macedo, por entonces director del Departamento de Ornitología y Mastozoología del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Al regreso de esta expedición, vieron a un soldado con un mono entre los brazos. A medida que se fueron acercando, se dieron cuenta de que lo que buscaban entre los árboles estaba a punto de subirse a un bus interprovincial. Esa fue la primera vez que investigadores encontraron a un mono choro de cola amarilla vivo.
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4. Carreteras que destruyeron su hábitat
Hasta el hábitat del mono choro de cola amarilla llegó la carretera Marginal de la Selva o Fernando Belaúnde Terry. “Las carreteras tienen este efecto de espinas de pescado. A medida que vas avanzando, se van creando pequeñas vías y centros poblados hacia los lados, deforestando, destruyendo el lugar”, dice Mariela Leo, de Apeco.
Según el Programa Nacional de Conservación de Bosques del Ministerio de Ambiente peruano, entre Amazonas y San Martín, en el 2015, se deforestaron más de 25 000 hectáreas, el equivalente a la superficie que abarcan los distritos limeños de Villa María del Triunfo, San Juan de Lurigancho, Los Olivos y San Martín de Porres, juntos.
Las consecuencias de la carretera y la deforestación continúan impactando gravemente la casa del mono choro de cola amarilla. Cuando Mariela Leo empezó a estudiar a esta especie en los años 80, calculó que había 11 000 kilómetros cuadrados de hábitat potencial. Sin embargo, en 2010, Sam Shanee, director de Neotropical Primate Conservation (NPC), determinó que había solo 6000 km2, poco más de la mitad de lo que hubo hace 30 años.
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5. Los refugios del mono choro de cola amarilla
“Corosha es una historia positiva. Es una comunidad de Amazonas que conserva sus bosques y puedes ver a monos pasando muy cerca de una población humana. Lo importante de Corosha es que la gente decidió cambiar su forma de vida para conservar”, cuenta Fanny Cornejo sobre el Área de Conservación Privada (ACP) Hierba Buena Allpayacu.
La principal amenaza para el mono choro de cola amarilla es la destrucción de su hábitat pero el cambio climático es un gran problema. “Cuando la temperatura del planeta aumenta, las nubes se van más arriba, cambiando el ecosistema donde habita esta especie. Como viven en bosques nublados, tienen que subir junto con las nubes, hasta que se queden sin espacio para seguir subiendo”, dice Mariela Leo.
En el Área de Conservación Privada (ACP) Bosque Berlín, donde la bióloga Leyda Rimarachín y sus hermanas jugaban a ser monos, dejaron de recibir la visita de estos atentos primates de vellos amarillos por casi dos décadas. La deforestación de los alrededores de su casa cortó el camino natural que siempre tomaban. Ahora, los Rimarachín lucha por proteger a una familia que quedó atrapada en un parche de bosque en medio de la montaña. “El año pasado nació una cría de esta familia pero es poco probable, a largo plazo, que esta familia sobreviva».
«Más adelante queremos mapear todos los grupos presentes en la intercuenca del río Utcubamba y el Marañón, donde se ha realizado casi nada de investigación”, dice Rimarachín, que lidera este sueño familiar que anda por las nubes. Antes de terminar, hace una pausa y sonríe: “hace muy poco hemos visto cinco monos en un extremo del ACP. Al parecer es otro grupo. Vamos a verificarlo. Estamos bien emocionados. Todavía queda mucho por hacer”.
El artículo original fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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