En 2018, Ángela Ponce marcó un precedente en el Miss Universo al convertirse en la primera participante transgénero en la historia del imponente concurso de belleza. A dos meses de culminar su reinado como Miss España y con motivo de la semana del Orgullo Gay, la modelo confió detalles del espinoso camino que tuvo que recorrer para alcanzar sus más grandes sueños.
En entrevista con “El Mundo”, Ángela, de 27 años, hizo un balance sobre su reinado y habló de cómo las dificultades que ha tenido que afrontar le han hecho una persona más fuerte.
“Para mí ha sido un sueño cumplir los objetivos que ni siquiera me había marcado. Me he sorprendido a mí misma. Representar a mi país en Miss Universo y romper con esas barreras que las mujeres en mi situación se encuentran, me ha hecho crecer como profesional y persona”, comentó la modelo e imagen de una conocida marca capilar.
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Ángela considera que el título de Miss España que ostenta, le ha convertido en un referente positivo para el mundo y eso, le llena de orgullo.
“Que tantas personas me hagan saber que tienen menos prejuicios gracias a mí. Que se les ha caído la venda de los ojos y que el concepto que tenían de una chica transgénero no era el correcto, es muy bueno”, sostuvo Ponce.
Pero el camino que Ángela Ponce ha tenido que recorrer para conseguir sus metas, no ha sido fácil. Durante su participación en el Miss Universo, la modelo española percibió transfobia.
“Sí que he notado más la transfobia, pero porque he estado expuesta a todos los países del mundo y que todas las personas pudieran comentar. En las redes, que se convierten en un contenedor donde la gente deja su basura y se va como si nada, te enfrentas a mucho odio”, destacó.
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Recordó que una de las experiencias más duras que le tocó vivir fue cuando un cirujano plástico se negó a ponerle implantes en los pechos por no ser mujer.
“Nunca me había enfrentado a la transfobia de forma tan directa. Me había encontrado con episodios, pero que un profesional de la medicina me dijera que no creaba a falsas mujeres, para mí eso fue muy chocante”, recordó Ángela.
“Cuando salí por la puerta, me puse a llorar. También en el instituto recuerdo un día que todo el mundo me miraba y había una profesora que se había tomado la libertad de hacer un cuestionario sobre mi vida, si les parecía bien a los chicos y a las chicas que yo estuviera en su clase o si les parecía violento cruzarse en el pasillo conmigo”, remarcó.