A un mes de la partida de Humberto Martínez Morosini, “Somos” fue en busca de Luis Ángel Pinasco. El popular ‘Rulito’ es uno de los pocos testigos que quedan de los inicios de la TV en el Perú, y compartió sus memorias de aquellos años de mucha creatividad y entusiasmo, así como sus reflexiones sobre la pantalla chica actual.
Con Humberto Martínez Morosini fueron competidores (él en Panamericana, usted en América) y referentes de los noticieros de la época.
Me dio mucha pena su muerte. Humberto y yo teníamos una gran amistad y una gran rivalidad. Hacíamos mucha vida social juntos cada vez que nos tocaba viajar, cada uno representando a su canal.
¿Cómo eran los noticieros en esos días de dictadura militar?
Ya cuando Velasco había expropiado la TV, un día me comunicaron que iba a conducir el noticiero (igual hicieron con Pablo de Madalengoitia en Panamericana). Había mucho control. Nos mandaban a seminarios de tres días en un monasterio camino a Chaclacayo. De 8 a.m. a 8 p.m. nos daban charlas sobre la revolución. Querían justificar sus acciones, pero no había ninguna ideología detrás. Solo eran cosas que se le iban ocurriendo en el camino a Velasco.
A diferencia de Morosini, que era muy adusto, a Luis Ángel Pinasco siempre se le vio como alguien más jovial.
Yo estudié Periodismo en la Católica, pero había ingresado a la TV para ser presentador, para los shows en vivo. De hecho, yo era el más joven de todos, al punto que cuando saqué mi libreta electoral ya estaba trabajando en Canal 2. En ese 1962 Pablo de Madalengoitia y ‘Kiko’ Ledgard me llevaban como 40 años. Pero era un gran grupo y nos divertíamos mucho.
¿Cómo era el ego de los conductores de entonces?
‘Kiko’ Ledgard era un tipo muy simpático. Ensayaba mucho cada una de esas locuras ‘espontáneas’ que hacía ante cámaras. Pablo de Madalengoitia era muy conversador, pero también un tremendo boca sucia. El referente de la cultura del país te soltaba cada palabrota (risas). El tío Johnny era muy amable. Y más adelante tuve la suerte de trabajar al lado de un señor locutor como Arturo Pomar, que era tan profesional que llamaba a las embajadas para que le dijeran cómo se pronunciaban apellidos como Walesa o Brezhnev. Era un perfeccionista.
¿Todo tiempo pasado fue mejor?
Siento que ahora hay mucha facilidad para llegar a la pantalla de TV. Antes debías tener mucha cultura, leer, prepararte.
Lea la entrevista completa hoy en Somos.