“Breaking Bad” es lo mejor que le pasó a la TV en años. Su creador, Vince Gilligan, adoptó un grupo de actores más o menos conocidos y los llevó hasta su máxima expresión actoral. Convengamos en algo: cuando vimos el piloto de la serie la mayoría pensó, a pesar de lo actorazo que siempre fue Bryan Cranston, que “el papá ese de 'Malcom in the Middle'” no tenía nada que hacer ahí. Se rompió el molde del actor que hizo comedia en TV.
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Tras una primera temporada de siete episodios que sirvió como introducción, la serie asumió un mayor riesgo al momento de contar historias. Había que llegar hasta el final de la segunda entrega para darse cuenta que los títulos de los episodios 1, 4, 10 y 13 nos daban pistas acerca del final de temporada (Siete treinta y siete/ Cae / Sobre / Albuquerque). Ninguno guardaba relación con el capítulo que bautizaron en su momento.
La transformación de Walter White en Heisenberg y cómo en este camino arrastra todo a su alrededor puso sobre la mesa un tema que hoy es concurrente en los círculos tanto de crítica como en los de televisión: el antihéroe ha muerto. Muchos postulan que Walter White es el último gran antihéroe de la televisión. ¿Qué quiere decir eso? Que aquel personaje televisivo que hace cosas terribles pero al que llegamos a amar llegó a su punto máximo con Heisenberg.
Es tal la trascendencia de “Breaking Bad” que su alcance afecta a nuestra sociedad. Y no me refiero solamente a los souvenirs inspirados en la serie como figuras de acción, polos, metanfetamina azul de fantasía (esto es en serio), entre otros; sino a repercusiones sociales serias como que un fiscal sostenga que una mujer intentó envenenar a su madre con ricino, un método “inspirado en parte por la serie de televisión estadounidense ”Breaking Bad“. ¡Él usó este argumento para su acusación!
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Estoy seguro que en este momento en las universidades los cursos de análisis audiovisual deben tener dentro de sus contenidos la proyección de episodios de la serie, analizando su actuación, guiones, teoría del color (hay todo un tratado al respecto) y demás recursos que usó Gilligan en su realización.
Hace un año, con el episodio “Felina” (un anagrama de “Finale”, que en inglés quiere decir “final” -otro de los detalles geniales de Gilligan-) se despidió “Breaking Bad”. Y lo hizo con dignidad, sin alargamientos indebidos ni episodios finales controvertidos. Antes yo era reacio a la química. Ahora, más bien, pienso que es “el estudio del cambio”.
“¿Química es el estudio de...? ¿Alguien? Química. No. La química es... bueno técnicamente,química es el estudio de la materia pero yo prefiero verla como el estudio del cambio”.
Walter White
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