FERNANDO VIVAS
(Publicado en agosto del 2013)
No le doy la mano. La beso de frente, porque ella, aunque no lo sabe, es mi tía de cariño. Mientras las de sangre me daban la lata, mi tía Esmeralda y mi tía Jesús Morales me hacían feliz los domingos por la noche en “El tornillo”.
Esmeralda actuaba de ingenua y ahora confirmo que es ingenua de verdad. Si no lo fuera, se esfumaría el encanto. Nada puede romper ese círculo virtuoso del humor, ni siquiera la artrosis de la rodilla que le impide caminar. Ah, sí, y hay otro círculo virtuoso que no hay que callar, sino aclamar: doña Esmeralda lleva su gordura con una naturalidad que acompleja a los flacos infelices.
De todos modos le pregunto, si tras tanto sketch a expensas de su físico, se ha sentido encasillada: “No”, dice con una seguridad que me desarma y sigue mostrándome, orgullosa, álbumes de fotos y recortes donde posa embutida en carritos chocones, de Oliver Hardy con bigotito, de bailarina con tutú o Vilma Picapiedra con la paletilla calata. En algunas fotos, la acompaña Maricarmen Ureta, recientemente fallecida, con quien la juntaban para hacer reportajes sobre la gordura. Pepe Fernández, su marido 10 años menor, el hombre de su vida, ríe con ella y le dice 'Gorda', rebosante de cariño.
Esmeralda ha hecho toneladas de números, pero hay uno que la inmortaliza: el “Correo sentimental” que debutó en 1980, en blanco y negro, en “Risas y salsa”. “Aldo Vega me dio los libretos. Al comienzo, estaba la secretaria que me daba las cartas y nada más. Luego le puse el 'arrevuá'. Ya sé que en francés es 'orrevuá' pero yo lo decía de forma 'huachafienta'. Cuando entraron los colores, tuve que comprar varias sombrillas para hacer juego con los vestidos. A mí también se me ocurrió lo de 'una pena entre dos es menos atroz'”. Ella cree, como yo, que el 'no dejes que la vida te viva' de Susy Díaz salió de allí.
En el planeta del humor, la picardía no es opuesta a la ingenuidad. Son comadres y andan juntas. Esmeralda lo sabe demasiado bien porque su mejor amiga fue Alicia Andrade, alegre y rotunda como ella, pero achorada. “Nos decían hermanitas. Nos hacían trabajar juntas, doña Zapiola y doña Inocencia, ella era la viva y yo la sonsa, y así éramos de verdad. A veces, cuando terminábamos de grabar me decía 'vamos a empujarnos unos helados'. Pedíamos unas copas de cinco bolas. La gente no se iba hasta vernos acabar. Era bien rápida, una vez la recogí en mi Volkswagen y cuando se subió un tipo dijo 'se va a bajar la llanta'. Ella le respondió 'y a ti se te van a desinflar los huevos'”.
Entre risas, Esmeralda me contó que fue profesora hasta que se jubiló; que debutó como cantante de folclor en Iquitos en 1953; que cayó accidentalmente a la tele en 1960, a las ficciones criollas de “Cámara Pilsen”; que recién en 1968, en “El tornillo”, se hizo cómica. “Me hacían cantar como soprano y cuando hacía el agudo me ponían una araña o un ratón y yo gritaba, me vestían con plumas y hacía de 'Yma Resta', por Yma Súmac”. Por esos años era tan popular que le dieron el papel de la simpática celadora en “El adorable profesor Aldao”, el origen de “Carmín”.
Tras sus mejores años en la “Risas y salsa” ochentera, Esmeralda pasó con Alicia a “Las mil y una de Carlos Álvarez” ganando el triple. Alicia tuvo que convencerla pues ella guardaba una inmensa gratitud al Canal 5. “Yo necesitaba 8 mil soles para pagar el ingreso de mi hijo a la Escuela Naval y se los pedí a Alberto Terry. Él pidió inmediatamente que me los dieran en un sobre”. Esmeralda suelta unas lágrimas, las únicas de este encuentro, cuando me cuenta su trance de lealtades. Imagino la cuadrada que le habrá pegado su comadre 'achori'.
Se despidió, en el 2000, fatigada de “Risas de América”. “Me tomaba mi Cordralán en el taxi, para calmar el dolor de mi rodilla. Guille era malo, una vez me hizo correr y el pobre Chicho Mendoza me decía, agárrate de mi cintura”. Millones le hubiéramos ofrecido la cintura.
Nombre: Esmeralda Checa Seminario
Profesión: Actriz cómica y maestra de primaria
Edad: 86 años (falleció a los 87)