El capítulo final de “Glee” brindó gloriosas noticias de que la Secundaria William McKinley se convertiría en una escuela de artes, y que Will Schuester, quien fundó su club de coro en 2009, se convertiría en el director.
Ah, y ese esplendoroso coro, New Directions, ganó el campeonato nacional.
Pero “Glee” siempre tuvo ese mensaje subyacente: con una canción en el corazón, los sueños se hacen realidad.
Otro sueño cumplido: Mercedes (Amber Riley) comunicó que abriría los conciertos de la siguiente gira de Beyonce.
Entrada para las canciones: “Teach Your Children” ... “Someday We'll Be Together” ... “The Winner Takes It All” ... “Daydream Believer”.
Felices para siempre. Así concluyó el viernes el programa de canto y baile de la cadena Fox.
Por supuesto, hubo algunas pesadillas inesperadas. En una escena que vislumbra un futuro a cinco años, se ve a la malvada Sue Sylvester ganando un segundo mandato como vicepresidenta de Estados Unidos (en el gobierno de Jeb Bush). Y anuncia que buscará la presidencia en 2024.
En un desarrollo más alegre, en cinco años Rachel será madre sustituta de la pareja gay formada por Kurt y Blaine. También se ganará un Tony. “Ser parte de algo especial no te hace especial”, dice al recibir el premio. “Algo es especial porque eres parte de ello”.
El programa termina con una conmovedora interpretación de “I Lived”.
“Glee” deja un legado memorable.
En primer lugar se atrevió a intentar algo que pocas veces ha funcionado en una serie de televisión: mezclar la narración dividida en episodios con la producción de números musicales. Colocó esos números en el contexto de un coro escolar en la secundaria ficticia William McKinley, un escenario pletórico de historias sobre crecer, aceptarse a uno mismo, tener perseverancia y soñar.
Además “Glee” hizo algo que pocos pensaban posible, hacer que los clubs de coro se volvieran populares en las escuelas.
También fue una plataforma para talentos nuevos, que presentó a estrellas como Lea Michele al tiempo que le daba espacio a veteranos como Matthew Morrison y Jane Lynch, y tuvo participaciones especiales de una gran cantidad de celebridades que incluyeron a Helen Mirren, Lindsey Lohan y Ricky Martin.
La música pop, nueva y clásica, alcanzó a nuevos públicos, tanto en el programa como a través de la venta de más de 50 millones de canciones y 13 millones de álbumes bajo la marca “Glee”.
Aunque demostró que existe un apetito entre el público por el teatro musical, “Glee” logró algo más: destacó e incluso ayudó a normalizar a los jóvenes que tradicionalmente son marginados en la vida real y en televisión. Entre los personajes bajo el gran espectro de “Glee” había una chica transgénero llamada Wade “Unique” Adams. La tolerancia o al menos el esfuerzo por lograrla era uno de los distintivos del programa.
Durante su larga duración “Glee” se enfrentó al drama en la vida real por la muerte de Cory Monteith, un actor revelación que interpretaba al cantante y quarterback Finn Hudson. Monteith había luchado por años con las adicciones y en julio de 2013 murió a los 31 años por una sobredosis de alcohol y drogas.
El octubre que “Glee” se despidió de Finn (cuya muerte fue incluida en la trama de la serie aunque nunca fue descrita) también le rindió homenaje a Monteith en un emotivo episodio de adiós donde la realidad se hizo demasiado presente en la historia de ficción del programa.
En el último capítulo, el auditorio de la secundaria será nombrado Finn Hudson en cinco años.
Con el final de la serie, la realidad irrumpe una vez más. Para los personajes en la secundaria McKinley High, así como para el público que los siguió por seis temporadas, el día de graduación ha llegado.
(Fuente AP)