JOSÉ ROJAS GUTIÉRREZ
Tengo 46 años. Estudié Comunicaciones en la Universidad de Lima. Me he casado dos veces y no tengo hijos. No practico ningún deporte, el fútbol es una de las cosas que menos me importa en el mundo, me aburre. Le temo a las alturas. Me despierto tarde, porque me acuesto tarde, el mejor horario para trabajar es en la noche. ¿Mi mayor virtud? Soy una persona correcta, como mi padre, no me gusta la criollada. ¿Mi peor defecto? Soy muy distraída e impaciente. Admiro a Patch Adams y a Michael Christensen.
¿Cómo eras de niña? Era una niña muy tranquila en casa, pero siempre estaba en las actuaciones del colegio. Mi mamá falleció cuando yo era muy chiquita. Todos mis hermanos eran mayores. Yo era la única niña de la familia y por eso había mucha atención en mí. Pero pasaba mucho tiempo sola.
¿Qué dijo tu familia cuando apareciste con una nariz roja? Mi papá siempre me puso las cosas claras. Si yo tenía la libreta con buenas notas, podía hacer lo que quisiera y siempre fue así, desde el colegio hasta la universidad.
Todos guardamos recuerdos tuyos en “Pataclaun”. ¿Cuál es el primero que se te viene a la mente? Los juegos que hacíamos entre las grabaciones con Carlín, Johana y, a veces, Monchi. Jugábamos a que estábamos haciendo algo y Carlín venía a colarse y nosotras lo botábamos, todos los días jugábamos a lo mismo, pero en situaciones diferentes: en una fiesta, en la playa, etc. Y él inventaba que tenía yates y cosas, pero nosotras lo botábamos igual, era muy divertido (risas).
¿Volverías a la televisión? Tendría que pensarlo mucho. Tendría que ser algo que me guste mucho, que me parezca interesante, que no me quite tiempo para otras cosas. Que pueda dormir tranquila, que sienta que sirve para algo.
¿Qué harías con más tiempo? Me metería a estudiar francés. Me gustaría aprender a tocar piano, guitarra, percusión. Me metería a cursos de masaje tailandés.
Has dicho que ser claun es conocerse a uno mismo. ¿Descubriste algo de ti que no te guste? No son cosas concretas. Por ejemplo: vivir con la ausencia de mi madre. Eso es algo que sale en el espectáculo Cuerda. Pero no como algo trágico. También tengo miedo a los terremotos. Siempre estoy con miedo a que pase algo. Siempre estoy mirando por dónde voy a correr.
¿Qué es lo que más te gusta de ti? Que soy apasionada y sincera.
Tus proyectos ocupan mucho de tu tiempo, pero no son remunerados. ¿De qué vives? Hago talleres corporativos que están íntimamente relacionados con lo que hago en Bolaroja. Busco generar lazos distintos entre la gente, mejorar el trabajo en equipo, la creatividad, cómo hablarle al público. Todo lo que maneja un claun.
Con Bolaroja trabajas en hospitales con personas enfermas. ¿Te afecta eso? ¿Llegas a deprimirte? No, lo que pasa es que no voy yo. O sea, si yo voy así (sin disfraz de payasa) me muero. Yo sí me deprimo. Cuando estoy con mi payasa, estoy en un estado diferente y cuando voy a ver a alguien veo a la persona. Además, el hospital para mí nunca fue un sitio feo, cuando era niña pasaba mucho tiempo ahí porque era muy enfermiza y mi padre también, entonces los dos pasábamos mucho tiempo juntos en el hospital y era un buen momento porque jugábamos mientras esperábamos.
Ahora participas en una película que trata sobre la edad: “A los 40” Mi personaje me encanta, es una mujer toda afanosa, la chancona, que guarda los papelitos, que organiza todo. Está muy divertida.
¿Fue un dilema para ti tener 40 años? No, yo siempre estoy feliz con la edad que tengo. En realidad me encanta porque hago tantas cosas que me sorprendo de todo lo que he logrado. He hecho tantas cosas que a veces siento que estoy en el ‘bonus track’ de mi vida.
Pero hay cosas que cambian; por ejemplo, la maternidad… Yo decidí no tener hijos porque me di cuenta de que me agradaba la idea, pero cuando hablaba de mi trabajo era una emoción gigante. Hay mujeres a las que les brillan los ojos cuando hablan de tener hijos, a mí me brillan los ojos cuando hablo de mi trabajo. Me daba miedo no poder hacerlo si es que tenía un hijo, porque me hubiera gustado estar con él todo el tiempo y quizá eso me hubiera quitado el tiempo para hacer otras cosas que me llenan mucho.
¿Alguna vez te dijeron que se te había pasado el tren? No, porque me he casado dos veces. La primera vez que me casé fue como: ya está, me libré de eso de que todos te pregunten cuándo te vas a casar, no me digan nada, ya me casé, ¡y dos veces todavía! (risas). Siento que me he encargado de decidir cómo quería mi vida, qué quería hacer y qué no. Nunca he sentido que se me fue el tren, yo dejé pasar el tren y me subí al tren que yo quería.
Ahora estás soltera ¿Has pensado en tener una nueva relación? Estoy felizmente soltera (risas). Pero sí, si llega alguien que me pueda complementar, otro loco. Esto de la fama es muy difícil, conseguir pareja es muy difícil. Porque te tienen miedo o porque te tienen demasiada admiración o porque piensan que tienes 80 mil pretendientes parados en la puerta de tu casa y no es cierto. Pero claro que me gustaría tener una nueva relación, me encanta, soy muy enamoradiza además.
¿Ah sí? Lo que pasa es que no lo hago público porque no me interesa hacerlo.