Miss Arechandieta me llamó un día a su escritorio después de la clase de inglés. Mi profesora de secundaria era una mujer que pisaba los ochenta años, pero no se daba por enterada: nos hacía escuchar sus melodías favoritas de Los Beatles mientras completábamos los ejercicios de gramática, se maquillaba con las últimas tendencias y llevaba disparatados accesorios –sombreros, pulseras, anillos– que juntos armonizaban de un modo extravagante que no era chocante. «Niñita querida, –me dijo en tono de conspiración amable–, cuando nació mi hija la mayor, era como tú: morenita. Pero yo la bañé con este jabón –garrapateó el nombre en el reverso de un examen viejo– y ¡si vieras qué bonita se puso!». Hizo un gesto con la mano como para que me fuera y sonrió con dulzura. Ella creyó que me hacía un favor y yo, que en la casa familiar crecí respondiendo a un amoroso “Prieta”, y mis dos hermanos a “Güerito” y “Negro”, archivé aquella memoria. Pero ese cariño cromático que abunda al interior de nuestros hogares latinoamericanos no resulta agradable cuando pisamos la calle, nos topamos con desconocidos, interactuamos con los compañeros del trabajo o nos reímos mirando la televisión. Desde el 2014, en el Perú se celebra el Mes de la Cultura Afroperuana (hoy domingo, al mediodía, en la Plaza de Armas de Barranco encontrarás un festival con este motivo). Es un esfuerzo por revalorar la herencia de alrededor de 15% de los peruanos. Hemos atestiguado conversatorios, conciertos, premiaciones todo el mes de junio. Un mes que parece tan corto como esta columna cuando intentamos enumerar los tesoros que la cultura afroperuana nos ha legado. Pero reclamar una herencia no tiene sentido si seguimos mirando solo al pasado. Si la exigimos desde el enojo y el rencor y luego la gastamos con ese mismo afán. Las mujeres que presentamos en este número van, sin dudarlo, para adelante. Tienen muy claro de dónde vienen y quiénes han sido sus ancestros. Y han decidido invertir hoy ese capital –su talento, conocimiento, empeño, trabajo– en una empresa rentable y próspera. Seguro que recibirán abundantes intereses. Y que este país será por ello más rico.
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