Follow @viu_ecpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Qué sensación de alivio tuve cuando terminó la última edición de la Semana de la Moda de Lima. La verdad, había perdido el entusiasmo de asistir, tenía dudas sobre lo que veríamos, pensaba: ¿seguirán los diseñadores en su zona de confort o arriesgarán algo? Miles de preguntas sin responder.
Con esa cabeza de interrogantes, llegué el primero de los tres días a cubrir el evento para esta misma casa editora. Y desde el primer día, la felicidad y el alivio.
Admito que consideraba que Ana María Guiulfo estaba sobreestimada, nunca fui muy adepta a sus propuestas hasta ahora. Si bien la diseñadora optó una vez más por trabajar con su temática favorita: las flores y hacerlo con la técnica que la define (ella misma pinta las flores de sus prendas); en esta oportunidad me dejó muda. Toda su presentación fue un 20 de nota: la paleta de colores, los estampados (que ella misma creó), las siluetas coquetas que hacían honor a la época de los años 60 de manera coherente y fidedigna, la propuesta masculina, los accesorios, el estilismo, todo. Su presentación además, fue una belleza, con música en vivo deliciosa que acompañaba al mejor ritmo sus últimas creaciones. Bravo.
Omar Valladolid sabe que el mensaje directo es potente y a veces el público de Lima necesita un cachetadón para despertarnos todos. La de él fue una propuesta sólida, altamente conceptual pero lograda con excelencia: reinterpretando las ceremonias religiosas, ambientó y vistió a los modelos con prendas donde la prolijidad del patronaje destacó entre los valores de la propuesta. Además de la poderosa paleta de colores donde el ladrillo comulgaba con diferentes tonos tierras.
Andrea Llosa, por su parte, alejándose de los tonos oscuros que la han caracterizado y optando por una presentación lúdica e inesperada llenó de sillas la pasarela. Así cada modelo que aparecía tomaba asiento hasta el final del desfile. Por si fuera poco abrió la pasarela con una señora mayor demostrando, bien clarito, que cuando se trata de estilo no hay edad. Sus estampados, sus siluetas relajadas, los turbantes (ojo que Butrich también propuso este accesorio para el verano) y los accesorios de Metric –de la diseñadora Micaela Gálvez–, absolutamente precisos; todo orgánicamente convertía a la propuesta en una de las mejores de la semana de la moda.
Y para terminar, lo mejor de los tres días: Sitka Semsch, estoy emocionada hasta las lágrimas. Todavía me acuerdo que minutos antes de su desfile conversaba con los directores de arte Antonio Choy Kay y Gerardo Larrea que me adelantaron: “Lo de Sitka está muy bueno”. Apenas terminó el desfile, aún sin reponerme de la sorpresa (ver ese giro en Sitka con una colección arriesgada, donde la inteligente mezcla de texturas invitaban al juego; con una paleta de colores maravillosa, y un acabado impecable) me crucé con el diseñador Edward Venero que salía de ver la pasarela y me dijo: ¨Espectacular. Acabamos de ver lo mejor del LIF Week¨. Tal cual. Bravo por todos. (function(d, s, id) { var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0]; if (d.getElementById(id)) return; js = d.createElement(s); js.id = id; js.src = “//connect.facebook.net/en_US/sdk.js#xfbml=1&version=v2.4&appId=465882020151522”; fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs);}(document, 'script', 'facebook-jssdk'));VIŸ