Escribe: Jack Lo
A tan solo 24 kilómetros de La Merced y por un camino de trocha que rodea el río Ulcumayo, en donde aparecen orquídeas de todas las formas y colores, entre casitas de madera y techos a dos aguas, está ubicado este lugar, que comenzó como un sueño de una familia de descendientes de italianos. Lo único que buscaban era conectarse con la naturaleza. En el año 2000, Carmen llegó junto a su entonces esposo Alejandro Signori y se enamoraron de los cientos de ficus del tamaño de edificios de diez pisos y de la lluvia de colores que iban encontrando entre flores y plantas. Ellos nos confirman que en esta área de 53 hectáreas, colindante con los bosques vírgenes del Santuario Nacional de Pampa Hermosa, se encuentran más de 280 especies de plantas por hectárea y cientos de aves que se alimentan de ellas. Caminar por el lugar es encontrarse con la naturaleza en su estado más puro. A 1.300 m. s. n. m., el “Abuelo”, con más de 650 años de edad, luce más imponente que la Torre Eiffel.
Después de un par de horas de caminata desde el hotel, llegamos a este lugar, dentro del Santuario. Todos los presentes se quedaron quietos, agradeciendo al planeta que todavía podemos ser testigos de algo tan maravilloso. Cuando Colón bajaba de sus ca rabelas en América, este gran señor, el cedro más grande de Sudamérica, cumplía más de cien años. A su lado lo acompañan nogales, ficus mágicos, palmas reales de veinte metros de alto, helechos gigantes y miles de especies que confirman a este rincón del Perú como uno de los más ricos del planeta. Sin embargo, esto es tan solo un poco de lo sorprendente que es este rincón de la selva central, casa del ave nacional del Perú: el gallito de las rocas, también llamado tunqui. Lleva una buena cámara y binoculares: es probable que nunca más veas tantos de ellos juntos en un solo árbol posando para ti.
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