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A Gisella Giurfa, Carlota Mestanza y Úrsula Talavera las une una voz especial: la de la música. A través de ella han encontrado la mejor manera para exteriorizar todo aquello que no pueden decir con palabras y con una fuerza particularmente especial. En un medio artístico donde las figuras femeninas parecen invisibles, ellas demuestran capacidad y talento. Un derrotero a seguir por las nuevas generaciones de mujeres músicas. Aquí sus testimonios.
Gisella Giurfa, percusionista
Desde que tiene memoria, la música es parte de su vida. “A falta de instrumentos, ollas, cucharones y escobas me permitían tocar en casa. Así, podía decir cosas sin decirlas”, cuenta Gisella, formada como percusionista en el Conservatorio Nacional de Música y ahora profesora de batería en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC). Allí enseña desde el 2015, cuando regresó del Japón. Actualmente, mientras realiza colaboraciones para Gian Marco Zignago, entre otros artistas, prepara su primer disco como solista baterista. Pero su meta más inmediata es descentralizar Warmi Rock Camp Perú, una iniciativa no gubernamental que ayuda a niñas y adolescentes a descubrir su voz a través del rock. “La música me cambió la vida. Me ayudó a creer en mí, a sentir que puedo ser yo misma y que los sueños se cumplen. El mío era vivir de este arte, que me mostró que el límite lo ponemos nosotros”.
Carlota Mestanza, directora de orquesta
La directora de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Música recuerda que a los siete años ya estudiaba piano en el Conservatorio Nacional de Música (allí conoció a Gerardo Constantini, quien luego sería su esposo) y que todos los domingos acompañaba a su madre a los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Lima. Con 12 años, ya distinguía entre el estilo de un director de orquesta y el de otro, y este descubrimiento la convenció de que lo suyo era convertirse también en uno de ellos. El podio era el lugar que la esperaba. “Quería captar la esencia de una obra, darle forma y matices”, confiesa quien para entonces tenía a Carmen Moral y la maestra rusa Verónika Dudarova, como sus referencias inspiradoras. Carlota Mestanza siguió la carrera en Italia y Nueva York. En sus casi 30 años de trayectoria ha dirigido, entre otras, la Orquesta Sinfónica de Quito y Guayaquil, y la Orquesta Sinfónica Juvenil de São Paulo. Enseñar, otra de sus pasiones, la llevó al Japón por nueve años. “De no dedicarme a la música sería traductora porque me encantan los idiomas, pero no me sentiría plena”, sentencia.
Úrsula Talavera, DJ Shushue y productora musical
Toparse con una serpiente shushupe [Lachesis Muta] en la selva peruana, le depararía a Úrsula algo más que una anécdota. “Me fui convirtiendo en DJ mientras estudiaba Ingeniería Forestal en la Universidad Agraria La Molina. Me titulé y especialicé en Gestión de la Calidad Total y Productividad, aunque no ejercí la carrera. Sin embargo, esto me permitió conocer la Amazonía peruana, sus bosques, sus costumbres, su música, y convertirme en Shushupe”, cuenta. Para ella, la música fue, desde niña, un refugio para sus emociones. “Siempre hubo un disco o una canción perfecta para todos mis sentimientos”, recuerda. Decidirse por dedicarse a la música y vivir de ello no fue sencillo pero se tomó el riesgo. Y no se arrepiente por que nunca le ha importado el qué dirán. “Mucha gente piensa que ser DJ no es un trabajo rentable porque lo relacionan con juerga. Pero para ser un buen DJ o productor musical tienes que prepararte, dedicar tu tiempo, invertir en equipos y sacrificar muchas cosas”, recalca. Cuando nota en la audiencia cierta sorpresa por ver a una mujer detrás de la consola, Úrsula no se amilana. Por el contrario, toma el control para encantar a su audiencia. Ha tocado en Europa y en febrero último fue convocada por Promperú para hacerlo en Casa Perú, en Texas. Ahora prepara su tercer disco EP (Indocumbia y Taricaya fueron los dos primeros), una mezcla de guitarras amazónicas, beats electrónicos, tribal y mucho bass. “Valoro y rescato nuestras raíces y las fusiono con música electrónica para que tengan más llegada a las nuevas generaciones. Así, no perdemos nuestra tradición”, concluye.
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