“Ustedes pagaron por esto”, declaró Jeff Bezos hace un mes cuando realizó su primer viaje al espacio. El creador de Amazon le agradeció a los clientes de la plataforma y a sus empleados frente a los medios de comunicación. Sin embargo, las críticas a sus palabras no tardaron en llegar. Según The New York Times, “los comentarios del hombre más rico del mundo tras su viaje espacial suscitaron reacciones negativas sobre el impacto del vuelo sobre el medioambiente y las prácticas laborales y tributarias de su empresa”.
Este no es un hecho aislado. Cada vez hay más consumidores que prefieren marcas conscientes y que generen impacto positivo, resolviendo los problemas sociales y ambientales que aquejan al planeta. El emprendimiento social y el capitalismo consciente son dos fenómenos que apuntan en esa dirección.
En ese contexto, nace Lucha, un movimiento que busca desarrollar empresas B, término con el que se le conoce a compañías dispuestas a generar cambios sociales y ambientales a través de la creación empresarial. A propósito de este lanzamiento, conversamos con Yoel Chlimper.
¿Qué es Lucha?
Lucha es un movimiento que busca reaccionar a la triste realidad que vive actualmente el mundo, tanto a nivel natural (el cambio climático, la deforestación y la contaminación) como a nivel social (desigualdad económica, estragos de la pandemia, entre otros problemas que vemos a diario en las noticias).
Lucha quiere aprovechar lo mejor del mundo empresarial para hacer un capitalismo consciente. Es decir, crear empresas en las que el planeta invertiría.
¿Qué te motivó a crear Lucha? Cuéntame la historia detrás de este proyecto…
Lo soñamos junto a grandes amigos y socios de Mambo, una linda comunidad de transformación que ya viene trabajando proyectos de innovación desde hace años. A partir de todo lo que hemos aprendido como consultora, es que hemos decidido lanzar Lucha con el propósito de devolverle a la sociedad y al planeta toda nuestra experiencia.
¿Quiénes están detrás de Lucha y cuál es el expertise que aporta cada uno?
Hay muchísimas personas involucradas. Solo en el equipo fundador, están Carla Grados, cofundadora de Kunan, la red de emprendimiento más grande del Perú; Aldo Ferrini, gerente general de AFP Integra, quien nos ayuda muchísimo en toda la parte estratégica y financiera del proyecto; y Nicolás Aramburu, nuestro socio y gerente general en Mambo.
Así como ellos, hay mucha gente buena que está contribuyendo en que este sueño tan bonito sea una realidad.
¿Cuál es el papel de las Naciones Unidas y Sistema B en este proyecto?
El papel de las Naciones Unidas es clave porque nos ayuda a entender qué problemas urgentes tenemos que resolver. Por ejemplo, si Lucha quiere crear un proyecto social para ayudar a los migrantes venezolanos o reforestar algunas zonas de la Amazonía, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU tienen información profunda para diagnosticar mejor el problema.
En el caso de Sistema B, estamos contentos de trabajar con ellos y de haber sumado al equipo de advisors a Pedro Tarak (cofundador de Sistema B): con ellos vemos benchmarks y, por supuesto, los mecanismos para certificar nuestras compañías como empresas B.
¿En qué consiste el proceso que utilizan para sumarle energía empresarial a las empresas?
El proceso que utilizamos es un proceso que se conoce como company building. Esto implica que nosotros no aceleramos o incubamos organizaciones que ya existen, sino que, a partir de la profunda investigación de un problema y la posibilidad de crear un negocio alrededor de ese problema, fundamos nuestras propias empresas sociales, para lo cual necesitamos experimentar, captar talento e inversionistas y sortear todas las posibilidades a las que una empresa nueva se enfrenta cuando nace.
¿Qué rol ha jugado WUF en la creación de Lucha?
Ha sido un rol fundamental y hasta diría fundacional. Cuando comenzamos WUF en el 2015, nunca imaginamos que el aprendizaje de generar una organización social (con todos sus aciertos y desaciertos), podría ser la base para crear otros movimientos que peleen por otras causas justas.
WUF se integra hoy a la comunidad de Lucha para compartir sus aprendizajes con las organizaciones nacientes. Estamos seguros de que el caminar de dichas organizaciones luego le devolverá a WUF mucho aprendizaje y acceso a herramientas para poder acelerar su propósito de construir un mundo mejor para los perros.
Actualmente, ¿con qué empresas trabajan y de qué forma estas aportan a la sociedad?
A la fecha, Lucha ha contribuido con las siguiente empresas: Juana, un movimiento para la liberalización del cannabis como planta que puede traer bienestar a quienes la consumen tanto a nivel recreativo como medicinal (así como para los agricultores que la siembran y el planeta, ya que captura carbono de la atmósfera y ayuda a la regeneración de los suelos). Juana es una empresa que defiende el potencial positivo del cannabis en el Perú y América Latina.
Después, tenemos EMA, o escuela ‘mambera’, que básicamente busca crear productos y servicios de aprendizaje con la particularidad de enseñar sobre consciencia y bienestar. Es una escuela de civismo, algo que tanto hace falta en nuestra sociedad.
También es parte de Lucha la empresa Juntas, un movimiento de educación sexual integral que acompaña a niñas y adolescentes. A estas tres luchas, por supuesto, se les suma WUF. Cada año esperamos crear al menos tres nuevas organizaciones o “luchas” que se sumen a la linda comunidad ya conformada por las cuatro empresas mencionadas.
Hoy en día, mientras el capitalismo avanza a pasos agigantados, también lo hacen las empresas que buscan ser socialmente responsables, ¿crees que en el futuro más empresas se pondrán la camiseta por el planeta?
Sin lugar a dudas, sí. A mí me emociona mucho como hay cada vez más personas que buscan un camino de consciencia. Es cuestión de tiempo para que las organizaciones que no están diseñadas para generar impacto positivo sean reemplazadas por otras que sí.
En base a tu experiencia, ¿qué tipo de compromiso demuestra que una empresa se preocupa por el planeta en que vivimos?
En Lucha nos frustra mucho cuando hay empresas que no son socialmente responsables y que se presentan al mundo como tales. Por eso es importante contar con certificaciones, como la certificación B; y, en todo caso, pedirle a las empresas y a los líderes que mencionen qué impacto medible están generando más allá de lo publicitario.
Y, también, es importante que las empresas sinceren qué impacto negativo están generando en la sociedad. Hay empresas que publicitan su responsabilidad social empresarial cuando su operación está generando un impacto negativo mayor que el que difunden como positivo.
Finalmente, ¿de dónde surge (y/o surgirá) el financiamiento de Lucha para sacar adelante otros proyectos?
El financiamiento proviene de inversionistas privados que creen en el modelo de impact investing, y que buscan que su inversión venga de la mano con un impacto positivo. Por eso, Lucha va seguir su apuesta de convocar a todos aquellos inversionistas, talento y aliados, que quieran sumarse al movimiento de construir empresas en las que el planeta invertiría.
¿Quieres conocer más sobre Lucha? Sigue este movimiento en Instagram o ingresa a www.luchala.org.