Todo empezó el día en que su Poodle Scrappy prefirió quedarse en casa de sus padres en lugar de mudarse con ella a su nuevo departamento. Ivette Fernández estaba triste, pero entendía que con 14 años de edad su perro ya buscaba estabilidad, nada de novedades a esas alturas.
Entonces pensó en un plan B y fue ahí que comenzó la búsqueda de otra mascota con la cual empezar su nueva vida.
Por esos días, un vecino de sus papás había adoptado a un perrito de la calle y eso le prendió el foco. “¿Y si adopto un perro?”, pensó Ivette. Poco tiempo después, leyendo el diario El Comercio, se cruzó con una nota acerca de WUF, una asociación sin fines de lucro que promueve la adopción de perros y la tenencia responsable de mascotas.
“Lo primero que hice fue entrar a la página de WUF a ver opciones de perros chicos o medianos. Fue en ese momento que vi a Napo, que entonces se llamaba Napoleón”, recuerda.
Ivette presionó el botón ‘Quiero adoptarlo’ que aparecía en el perfil de Napoleón, en la página www.wuf.pe/adopta. Inmediatamente apareció en pantalla la pregunta ‘¿Quieres iniciar el proceso de adopción?’ y eso dio inicio a todo.
“Los de WUF me hicieron una entrevista por Skype, querían asegurarse de que Napo llegara a un hogar responsable. Y es que hay mucha gente que termina abandonando a los perros que adopta y quién sabe que pasa con ellos luego. Incluso hay quienes adoptan cachorritos y cuando estos empiezan a hacer destrozos, los regalan, los devuelven o los abandonan. Se lavan las manos”, dice Ivette.
Cinco días después de la entrevista, WUF le comunicó a Ivette que había pasado la prueba. Napo llegó a su departamento en Chorrillos el 2 de febrero del 2019 y desde entonces han sido inseparables.
Claro que al principio los vecinos de su condominio se dejaron oír, como suele pasar, pero nada que Ivette no pudiera solucionar.
“La primera semana fue difícil porque Napo se apegó a mi. No quería que me fuera a trabajar. La administración del condominio me quizo poner una multa, pero les expliqué que estábamos en proceso de adaptación. Al principio no entendieron, pero me puse fuerte, averigüe por la vivía legal y contraté a un entrenador. Yo quería encontrar una solución en lugar de deshacerme del problema. Devolverlo no era una opción”, agrega Ivette.
Napo fue entrenado durante varias noches consecutivas. Usaron juguetes para distraerlo y minimizar su ansiedad cuando se alejaba Ivette. Además le enseñaron comandos básicos de obediencia y también a establecer límites en cuanto a espacios y accesos. Restringir el subirse a cama y muebles fue fundamental.
Hasta ese momento Napo nunca había sido educado para vivir en un hogar. Tiempo atrás él había sido rescatado de un puente en Ventanilla, donde lo encontraron solito lleno de garrapatas que ya le había transmitido una enfermedad llamada erliquia. Fue llevado al albergue Patitas del Camino y de ahí ingresó a la plataforma de WUF.
Hoy Napo no solo se siente cómodo con Ivette y sus vecinos, sino que además se ha acostumbrado al papá de Ivette, José Fernández, quien lo cuida cuando ella no puede, y también a Valentina Suárez, una sobrina de Ivette de 9 años con quien ha formado una relación muy especial.
“Si decidiste darle hogar a un animal, pues con lo que venga. Eso fue lo que yo decidí y cuando hubo problemas, me informé y me puse terca. Hoy Napo se ha ganado a todos. Hasta le compramos un polo del Capitán América. Es un guerrero, un perro tranquilo y feliz. Ahora los vecinos me piden el dato del entrenador cuando otro perro ladra”, agrega entre risas.
La adopción de Napo y su evolución no solo trascendió en el condominio donde vive con Ivette, también lo hizo con un amigo de Ivette, quien también probó WUF y poco tiempo después adoptó a un perro llamado Chaparrón.
“¿Por qué adoptar? Antes estábamos acostumbrados a ir a la tienda y comprar mascotas. Ahora hay opciones como WUF que te facilitan el adoptar un perro. Y sí es cierto que Napo vino con algunas cosas como miedo a las bicicletas y ansiedad de separación, -¿Qué habrá vivido?-, pero con amor podemos cambiar lo malo para que disfruten de su nuevo hogar y se sientan parte de una familia”, concluye.