La primera Navidad que Majo Morales celebró en Wasi wau fue hace cuatro años. En ese entonces, la abogada de profesión no encontró personal que pudiera trabajar el 24 de diciembre para apoyarla en la titánica tarea de cuidar a más de cien mascotas en una fecha en la que abunda la pirotecnia.
“Dije, me quedo yo, ¿qué tan difícil puede ser? Y la verdad es que fue terrible: los animales sienten muchísima desesperación. Les di Promazil para que se relajen, pero eso no pasó: los perros estaban inconscientes y a la vez podían sentirlo todo”, recuerda.
Esa Navidad fue el punto de partida para que empezara a buscar soluciones que hicieran más llevadera las fiestas de sus inquilinos de ‘cuatro patas’. Así llegó a su infalible té de hierbas relajantes.
“Las Flores de Bach son muy caras para nosotros. Por eso, un día se me ocurrió ir al mercado de Cieneguilla y comprar hierbas relajantes. Las puse a remojar, preparé un té y se lo di a los perros esa misma tarde. Fue maravilloso: todos estaban completamente relajados”, cuenta.
Si bien el té de hierbas relajantes sí es de suma ayuda, este no es suficiente para tranquilizar a todos los perros el 24 de diciembre. Por eso, Majo y su equipo llevan a cabo una rutina muy especial.
“En Navidad y Año Nuevo, ellos no cenan. A las 12 de la noche, cuando empiezan los ruidos, les damos bolitas BARF. La idea es que se concentren más en la comida que en los fuegos artificiales”, explica.
Por una Navidad sin dolor
Los fuegos artificiales pueden emitir sonidos de hasta 190 decibeles. Si para los seres humanos esto ya representa un posible daño auditivo, escuchar un petardo es muchísimo más peligroso para una mascota.
“El oído de muchos animales es considerablemente más sensible que el humano, por lo que las explosiones de fuegos artificiales no solo les resultan más perturbadoras, sino que pueden dañar gravemente su capacidad auditiva”, señala la organización Ética Animal.
En Wasi wau, por ejemplo, uno de los huéspedes que más ha sufrido con la pirotecnia es Nina, una perrita de 5 años. “Cuando recién llegué, recuerdo que ella se ponía muy nerviosa. Era capaz de saltar por la ventana e irse corriendo. Felizmente, hoy se siente más tranquila y se acurruca a mi lado”, dice Majo.
Y no solo eso: el albergue también se encuentra a pocas cuadras de un hogar que acoge a niños especiales, quienes también tienen hipersensibilidad a los sonidos y pueden verse sumamente afectados por el uso de los famosos ‘cohetones’.
“Antes habían personas que se acercaban a la puerta solo para reventar cohetes y entretenerse con el sufrimiento de los perros. Ya no lo hacen porque un día los encontré y les dije que la próxima vez iría a la policía”, recuerda.
Espíritu solidario
La adopción responsable no es la única forma de ayudar a Wasi wau este mes, sino también a través de una visita solidaria: donando una bolsa de comida de 15 kilos -de cualquier marca-, se puede agendar una visita al albergue previa coordinación.
“Muchas personas creen que, porque somos un albergue, nos están haciendo un favor al venir. Pero es al revés: visitarnos es la oportunidad de conocer a seres increíbles. Estos perros son maravillosos y te llenan de energía”, dice Majo.
También se puede apoyar a la distancia, adquiriendo los pijamas y toallas que Wasi wau ha lanzado esta temporada navideña. Gracias a la venta de estos productos, a ninguno de los huéspedes les faltará agua, alimento y los medicamentos que deben recibir mes a mes.
Finalmente, el verdadero espíritu de la Navidad es ser solidarios y compartir con los que más lo necesitan. “Estos perros son mi familia y por eso es increíble pasar Navidad con ellos”, sostiene Majo, quien desde ya se prepara para una Nochebuena llena de ladridos y, lo más importante, amor.
Para programar una visita a Wasi wau y/o adquirir uno de los productos que tienen a la venta, puedes escribir al número: 954712075. Recuerda que puedes seguir al albergue en Facebook e Instagram.