Algunos animales se convierten en mascota por casualidad, otros llegan a nosotros con moño de regalo en la cabeza, otros aparecen en la puerta de nuestra casa gimiendo dentro de una caja de cartón y otros son buscados en albergues, redes sociales, plataformas de adopción como WUF o entre los anuncios clasificados de alguna página de Internet.Éste último es el caso de Pipoca. A esta perrita de 5 meses de edad la encontraron en la sección de ‘Animales y Mascotas’ del portal OLX. Carla Dorado y Álvaro Espinel tenían apenas 2 meses de haber regresado a Lima después de vivir una temporada en el extranjero y ya que estaban comenzando a echar raíces juntos, por qué no empezar con un perro.
Sólo había una condición: que fuera adoptado. Carla y Álvaro se conocieron en Barcelona, una ciudad que entre otras cosas, les sorprendió por el nivel de consciencia que en hay respecto a la tenencia de mascotas.“Allá la gente no suele comprar perros, todos los que ves son adoptados, hay harta consciencia. Cuando salíamos a la calle, veíamos a todos estos perritos chuscos -como dicen ustedes- paseando con sus dueños y siempre decíamos que adoptaríamos uno cuando nos estableciéramos”, recuerda Carla.
Una vez en Lima, eligieron Miraflores para vivir y, una vez más, a Carla le llamó la atención la cantidad de perros de raza mixta paseando con sus dueños y sus familias por las calles del distrito y distritos vecinos.“Yo soy Boliviana y allá aún no está muy difundido el tema de adoptar mascotas, pero sí fue algo que hicimos en casa desde que yo tenía 9 años. Con mi mamá siempre andábamos adoptando gatos de la calle. Luego ya de grande tuve mi primer perro, un Yorkie que se llamaba Coco, un regalo de mi ex novio”, comenta Carla.
Luego de escribirle al hombre que estaba dando en adopción a Pipoca, quedaron en encontrarse en el Óvalo Gutiérrez. Cuando finalmente llegó, dos horas después de lo pactado, el hombre sacó a esta cachorrita de mes y medio de edad del fondo de una mochila negra, en la que había viajado más de 2 horas en micro.“Era una cosita chiquitita, hermosa, y yo estaba tan fascinada de tenerla que cometí el error de meterla a dormir en la cama. En la mañana la cama era un solo de pulgas, pero no me importó, yo estaba feliz”, comenta Carla. “Yo soy de Santa Cruz y no tengo familia aquí, por eso además de ser una alegría, Pipoca es una gran compañía para mi. Ahora todas las actividades de los fines de semana giran al rededor de ella”, agrega.
En las primeras semanas Pipoca –así le dicen en Bolivia a la canchita- tenía pinta de Labrador, luego fue revelando su esencia mestiza, algo que tiene a Carla fascinada. “De mi perrita solo me han dicho que es hermosa. ¿Pero como no va a ser? Mira la pintura de hija que tengo”, dice apachurrando a su cachorra.
Según Carla, aquí en Lima estamos bastante avanzados en cuando a adopción de mascotas, al menos en comparación a Bolivia.“Si hacemos más cosas como este tipo de entrevistas y seguimos difundiendo lo importante y gratificante que es adoptar, podremos llegar más rápido al nivel donde está Europa, donde muchas más personas adoptan en lugar de comprar”, señala Carla.“Nosotros no le hayamos sentido a gastar dinero para recibir el mismo amor que recibes adoptando a un perro. Ellos son hasta agradecidos cuando los adoptan porque les cambias la vida, y no solo al animal, a uno mismo también”, agrega.