Por Andrea Carrión / WUF
Pasear por playas, parques y jardines suele ser una experiencia placentera y agradable, excepto cuando pisamos o nos sentamos sobre las heces que algún dueño o paseador de perro “olvidó” en el camino.
Se ven en todos lados; sobre el pasto, en veredas, en el ingreso de residencias u oficinas, incluso a pocos metros de basureros. El problema es tan recurrente que no faltan las quejas de los vecinos al respecto
“Es una falta de respeto y de civismo. Me molesta por los niños, en particular. Uno sale a jugar con sus hijos y ahí está el excremento tirado a su suerte”, comentó Alessio Cantella, quien lleva años viviendo frente a un parque en Miraflores.
“Más que los dueños son las personas que los ayudan con el paseo del perro las que no recogen sus necesidades. El otro día vi que una chica se siguió de largo y al pedirle que por favor se encargara de las heces de su perro, me respondió ‘Ay señora, qué exagerada’”, añadió Patricia Velarde, también residente de Miraflores.
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El no recoger las heces que hace el perro fuera de casa no solo indigna por un tema de ornato de la comunidad, según lo comentaron varias personas entrevistadas sobre este tema. También, y sobretodo, tiene que ver con salud pública, tal como lo explica la Médico Veterinario Zootecnista Silvia Esther Panta Bernales.
“Una práctica frecuente en la población es la de llevar a sus perros a los parques para pasear y hacer sus necesidades. Esta práctica favorece la contaminación del ambiente si es que las heces no se recogen y representa un riesgo para la salud pública debido a que, a través de las heces de animales que no son desparasitados frecuentemente (al menos 4 veces al año), podrían estar eliminando huevos de parásitos zoonóticos. El desconocimiento de las formas de transmisión de estas enfermedades y las consecuencias de las mismas, ponen la salud y calidad de vida de las personas en riesgo de adquirir estas infecciones desde los perros directamente o al estar en contacto con ambientes contaminados”, explica Panta Bernales, también ex Coordinadora del Grupo SAPUVET-PERÚ de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Peruana Cayetano Heredia..
Esta especialista añade que existen enfermedades que pueden transmitirse directamente del perro al humano como es la Equinococosis Quística Humana (antes llamada hidatidosis) que afecta principalmente el hígado y el pulmón de las personas; y otras que requieren que los huevos pasen un tiempo en el ambiente para madurar y hacerse viables como es la denominada Toxocariasis, producido por un parasito llamado Toxocara Canis. En este último caso, las personas, especialmente los niños, se infectan al estar en contacto con ambientes contaminados como son los parques, pudiendo afectar su salud de manera diferente de acuerdo al órgano en los que se aloje el parásito. En ambos casos la vía de ingreso de los huevos al organismo es por la boca y la enfermedad se desarrolla silenciosamente para que después de semanas, meses o años, presenten sus síntomas.
Un tema cultural
Recientemente, durante una entrevista a Andrea Villavecencio realizada mientras paseaba a su perro Tito en un parque de Chaclacayo, un macho adoptado de la plataforma de WUF, notamos cómo el recojo o no recojo de las heces de la vía pública tiene mucho que ver con la cultura de cada sector de la población.
“A mi me gusta recoger lo que deja Tito en la calle, contrario a lo que algunas personas me han dicho. Me ha pasado que estoy en plena recogida y un grupo de niños me grita ‘Ay, miren qué cochina, cómo toca la caca de su perro’. Eso no está bien, debemos de educar mejor a la juventud pues de lo contrario son ellos los que contaminarán dejando el excremento de sus animales”, comentó esta joven estudiante.
Y mientras para Julio Guillén Salazar el problema pasa por un tema de falta de basureros, como lo nota en su distrito, La Molina, para César Velásquez es una cuestión de cariño por la mascota.
“Uno recoge los desechos cuando la relación con el animal es muy cercana, cuando lo consideran como un hijo, de lo contrario a la gente no le interesa”, comentó este guardia de seguridad y residente de Breña.
De acuerdo con la médico veterinario y zootecnista Jessica A Brocos Duda, el dejar el excremento de los perros a su suerte contribuye a generar sentimientos adversos hacia las mascotas.
“El no recogerlas quiebra el vínculo humano – animal. Cada vez que dejamos de recoger las heces de nuestros engreídos le damos una razón a los ‘no tan amantes de mascotas’ para desarrollar una aversión contra ellas, y también contra nosotros”, asegura Brocos.
Hay más consciencia
Afortunadamente, todo parece indicar que estamos mejorando como sociedad respecto a este tema pues, de acuerdo con una serie de encuestas realizadas por la Municipalidad de Lima a inicios y fines del 2015, el 40% de los encuestados en el Cercado de Lima mostraron un cambio de actitud en torno al recojo de las heces de sus mascotas.
“Luego de que saliera la Ordenanza Municipal 1855 a fines del 2014, realizamos varias juntas vecinales y promovimos campañas de sensibilización con el fin de cambiar la conducta. Un año después recogimos comentarios por parte del personal que hace limpieza pública y comentaron que ha habido una notable disminución, casi del 50%”, señaló Marco Cerni, sub gerente de investigación y difusión de la Gerencia de Fiscalización de la Municipalidad de Lima Metropolitana. “Ahora falta la otra mitad. Imagina, si hay personas que tienen asco de limpiar a su bebé, peor es con las heces de la mascota pues pese a usar una bolsa, quieras o no se siente la textura y eso puede resultar repugnante. Pero es algo que deben de asumir quienes tienen perro”, añadió.
Los municipios distritales también aseguran estar poniendo de su parte.
Elizabeth Duque, representante de la Sub Gerencia de Limpieza Publica de Áreas Verdes de la Municipalidad de Miraflores, señala que su distrito coloca constantemente bolsitas en los ‘tacho can’, basureros designados para colocar las heces de los perros.
“Hemos visto que mucha gente los usa, de lo contrario, si la policía municipal nota a la persona dejando las heces en la calle, se sigue al infractor hasta su casa y se le da una notificación”, dice Duque. “Hay aceptación en cuanto a eso, pero aún falta mucha cultura y educación, y respeto por el prójimo”.
En cuanto a sanciones, la Municipalidad de Lima tiene una infracción del 10% del UIT (ascendiente a S/. 395) para aquellas personas que no recojan los excrementos que dejen sus perros en la vía pública. La Municipalidad del Rímac, por su parte, emitió en el 2014 la ordenanza 288 que estipula una multa de 1 UIT (S/. 3,800).