El 3 de junio de 1929, en Lima, las autoridades peruanas y chilenas firmaron el Tratado Rada Gamio-Figueroa Larraín. El documento señalaba que “el territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes, Tacna para el Perú y Arica para Chile. La línea divisoria entre dichas partes y, en consecuencia, la frontera entre los territorios de Chile y el Perú, partirá de un punto de la costa que se denominará ‘Concordia’ (…)”
Casi tres meses después se concretaría el trámite más importante de la política exterior del oncenio de Leguía, fue para el Gobierno la única manera negociada de darle solución al problema territorial, tras el frustrado intento de realizar un plebiscito.
EL FESTEJO Esa tarde histórica del 28 de agosto de 1929 ya no había soldados chilenos en territorio peruano, salvo un pequeño grupo de carabineros. El día anterior, el 27, hubo un almuerzo cordial organizado por las autoridades peruanas para despedir a los chilenos.
A las dos de la tarde de ese día, en un viaje desde Lima, el vapor Mantaro trajo al sur al canciller peruano, doctor Pedro José Rada y Gamio, quien había firmado en junio el tratado definitivo con Chile.
En breve crónica, El Comercio informaba que había pocos lugares de alojamiento para los invitados que llegaron en esa víspera. Un gran espíritu celebratorio inundaba las calles, pero también una ‘tensa calma’ que fue desvaneciéndose conforme pasaban las horas.
El prefecto del departamento y el alcalde Vargas Blondel, así como el canciller Rada y Gamio protagonizaron los festejos, pero también serían los encargados nacionales de recibir la administración del territorio. Por parte de Chile, estarían en la entrega oficial de la provincia el intendente Gonzalo Robles y el gobernador de Arica Alberto Serrano.
Ese día previo, el gobernador Serrano saludó al canciller Rada y Gamio, y le expresó también que cumpliría las instrucciones de su gobierno, que consistían en “hacer entrega de los cuarteles y de los edificios públicos a las autoridades peruanas”. La autoridad sureña informó que la admnistración chilena cesaria a las doce de la noche.
Y la algarabía popular se desbordó el 28 de agosto. Luego de la misa en la iglesia Espíritu Santo, en las calles más de 7 mil personas ovacionaban a los invitados que no paraban de llegar a la estación de trenes.
Pero fue a las dos y media de la tarde de ese día que todo se hizo oficial. Tras la firma de un documento declaratorio y los discursos de rigor, Tacna volvía al Perú con dignidad y honor. La muchedumbre de compatriotas vitoreaba y no dejaba de cantar el himno nacional. Todos, autoridades y pueblo en general, estaban muy emocionados.
En Lima, simultáneamente, se realizaron desfiles militares en el antiguo hipódromo de Santa Beatriz, celebrando le entrega definitiva de Tacna.
ASÍ INFORMÓ EL COMERCIO 28 de agosto de 1929: “La llegada a Tacna de la delegación peruana provoca una entusiasta manifestación patriótica”.
29 de agosto de 1929: “Las ceremonias realizadas ayer”.