Un equipo científico ha identificado las moléculas clave que traducen un acontecimiento en una memoria a la cual puede accederse meses y aún años más tarde, según un artículo que publica hoy la revista Journal of Clinical Investigation.
Esas proteínas pueden ofrecer un área para los medicamentos que mejoren la memoria y alivien algunos de los síntomas cognitivos que caracterizan ciertas enfermedades incluida la esquizofrenia, la depresión y los males de Parkinson y Alzheimer.
El estudio lo condujo Joshua Hawk en la Universidad de Pensilvania y colaboraron investigadores del Instituto Médico Howard Hughes y de la Universidad de Texas.
Hay muchos compuestos disponibles para el tratamiento de los síntomas de enfermedades como la esquizofrenia, indicó Ted Abel, del Grupo de Grado de Neurociencias en la Universidad de Pensilvania.
Pero esos compuestos no tratan los déficit cognitivos que tengan los pacientes y que pueden incluir dificultades con la memoria, añadió.
EL CENTRO DE LA MEMORIA Los científicos centraron su atención en un grupo de proteínas denominadas receptores nucleares y que aparecen vinculadas en la regulación de una variedad de funciones biológicas incluida la formación de memoria.
Los receptores nucleares son un tipo de factor de transcripción, esto es, proteínas que pueden enlazarse con el ácido desoxirribonucleico(ADN) y regulan la actividad de otros genes.
Su papel regulador puede ser significativo en la formación de memoria, ya que se requiere la transcripción de genes para convertir las memorias de corto plazo en las de largo plazo mediante el fortalecimiento de la sinapsis de las neuronas en el cerebro.
ENTRENANDO RATONES Para identificar la manera en que esta clase de factores transcriptores figura en la formación de memoria, el equipo investigador entrenó a ratones con un método común para la creación de memorias de un sitio y un acontecimiento de forma que los animales aprenden a vincular un contexto particular o un determinado tono con una experiencia específica.
Se cree que las asociaciones con un sitio o un contexto quedan codificadas en el hipocampo, en tanto que las memorias relacionadas con una señal, como un tono, quedan codificadas en la amígdala.
Cuando los investigadores expusieron los ratones al contexto de entrenamiento una segunda vez encontraron que los transgénicos tenían una memoria reducida del sitio donde ocurría el entrenamiento, es decir las memorias que deberían estar en el hipocampo, comparados con los ratones normales.
En los ratones mutados en cambio las memorias albergadas en la amígdala permanecían intactas.