MARÍA FERNÁNDEZ ARRIBASPLATA
Era el último día de su visita a Venezuela , hasta entonces el contacto con el mandatario venezolano no se había dado. Sin embargo, una llamada a las 4 de la tarde hizo que la delegación peruana partiera rápidamente al Palacio de Miraflores. Alberto Otárola recuerda que la oficina de Protocolo le repetía a cada momento que solo tendría 10 minutos, sin darse cuenta ya había pasado casi tres horas.
— ¿Cuál fue el motivo del encuentro con Hugo Chávez ? Para enero del año pasado se programó una visita a Venezuela, era para abrir el mercado del SIMA (Servicios Industriales de la Marina) ofrecimos los servicios de nuestro astillero porque sabíamos que Venezuela tiene diversas embarcaciones a las que tiene que dar mantenimiento. Fuimos con una agenda concreta y con una delegación pequeña encabezada por mí como ministro de Defensa y el general Luis Howell, como jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea del Perú, y también un representante de la Marina de Guerra. Además nos interesaba la formación de los cadetes venezolanos y en qué consistía el servicio militar, pues sabíamos que el Gobierno Venezolano ha invertido mucho en ello.
— ¿En qué momento logran el contacto con Hugo Chávez ? La agenda del presidente venezolano es impredecible, todos los funcionarios saben que él no te dice: “Te voy a recibir el 10 de enero a las 11 de la mañana”, uno tiene que estar atento a que te llamen. Pero sí sabíamos que estaba muy interesado en saludarnos. Cuando llegamos había mucha prensa y en ese momento nos confirmaron que íbamos a una conferencia conjunta con él.
— ¿Cuáles fueron las primeras impresiones al verlo? Fuimos recibidos amablemente por Chávez, curiosamente ingresamos y ya estaba con una foto de diciembre de 1974, la foto del enigma, donde aparecía junto a otros cadetes sentados en una mesa. Cuenta que era la despedida del curso que hizo en la Escuela Militar de Chorrillos. Pidió a la delegación peruana que lo ayude a descifrar el enigma de la foto, en ese momento le presenté a Luis Howell, inmediatamente identificó a todos los integrantes de la foto hasta con los apodos. Nos contó que estaba sentado con sus ‘panas’ [risas]. Lo que hizo Chávez era anotar los nombres de todos a la espalda de la foto y lo que más quería era reunirlos otra vez. Se alegró mucho, pues esa foto es muy querida, incluso la tiene colgada en una de las paredes de su despacho.
— ¿Era la primera vez que Hugo Chávez venía al Perú? Sí, él vino para hacer un curso de especialización en la Escuela Militar de Chorrillos y también para participar en el Sesquicentenario de la Batalla de Ayacucho. Yo creo que Chávez es el típico soldado que vive y muere enamorado de su escuela militar, él nos decía que adoraba la Escuela Militar de Venezuela pero también la de Chorrillos, a la que consideraba su alma máter.
— ¿De allí vendría su profundo cariño por el Perú? Sí. Para Chávez, el Perú no es un país más, le tiene un cariño entrañable. Yo creo que tiene que ver mucho su experiencia en la Escuela Militar de Chorrillos, lo que vivió en los años 70 en Lima y el proceso revolucionario de Juan Velasco Alvarado.
— ¿Qué anécdotas les contó de aquella visita? Tres cuartas partes de la conversación eran anécdotas de su paso por Lima. Preguntó mucho por la Escuela Militar de Chorrillos y también por un restaurante en La Victoria .
— ¿Él hizo muchos amigos peruanos durante su paso por Lima? Se iba con sus amigos peruanos a unos bares en el Centro de Lima, le gustaba tomar su trago Capitán. También se acordó de un amigo que tenía un escarabajo color rojo, con él se paseaba por Lima y Callao. En uno de esos paseos se fue a La Punta y conoció a una bella chalaca de la que se enamoró, ella fue muy querida para él y hasta ahora la recuerda. Incluso cuando regresó a Venezuela intercambiaban cartas y en ese momento se puso a recitar fragmentos de las cartas de Simón Bolívar a Manuela Sáenz.
— ¿Algún recuerdo de su participación en el Sesquicentenario en la Batalla de Ayacucho? No se desmayó por la altura, pero sí comentó que el clima era muy frío. Recordó lo que significaba Ayacucho para la independencia de nuestros pueblos. Yo creo que ese desfile en la Pampa de la Quinua lo marcó toda su vida.
— ¿Trajeron algún recuerdo? Ese día intercambiamos constituciones, yo le di la del Perú y él me entregó la Constitución Bolivariana. Confesó que la primera edición de la Constitución Bolivariana se hizo en una imprenta peruana.
— En cuanto a su salud , ¿cómo lo vio aquella vez? Yo lo vi bastante subido de peso, con el cabello corto y con el ánimo por arriba, cuando le pregunté por su estado de salud y expresé el saludo del presidente de la República me dijo: “Dile a Ollanta que hay Chávez para rato”. Creo que él asume que todavía tiene una tarea pendiente con la historia.