Recuerdos del primer viaje del Humboldt a la Antártida: hace 25 años
Los preparativos fueron numerosos los meses previos pero, por fin, el 4 de enero de 1988, el buque científico Humboldt zarpó con dirección a la Antártida, al llamado ‘Sexto Continente’, para dejar allí símbolos peruanos y marcar un espacio de peruanidad en su helado y blanco territorio. Aquí el recuento de esa inolvidable jornada, que estableció un hito en la historia del Perú.
Han pasado 25 años desde que treinta y cinco marinos de la Armada Peruana -entre oficiales y suboficiales-, junto con 50 civiles, viajaron como parte de la tripulación del barco peruano ‘Humboldt’ hacia la Antártida. Comandaba el buque el capitán de fragata AP Ricardo García Escudero, y el jefe de esta primera expedición fue el capitán de navío AP Jorge Brousset Barrios.
Todos ellos fueron sometidos a serios estudios médicos antes de ser seleccionados. También partieron en el buque un oficial de la Marina de Guerra del Ecuador y otro oficial de la Marina de Guerra del Brasil, así como el historiador peruano José Antonio del Busto.
Nuestro reportero Javier Ascue Sarmiento viajó en el Humboldt desde el Callao hasta Punta Arenas, en el extremo sur chileno. Fue el único periodista peruano que llegó hasta ese lugar, donde se despidió de la expedición como muestra la foto de portada del diario El Comercio.
Desde que el Gobierno Peruano emitió la resolución suprema del 7 de octubre de 1987, que aprobaba la expedición a la Antártida, el objetivo científico se convirtió en una causa nacional. Desde entonces se trabajó intensamente para que todo saliera a la perfección.
El Comercio recogió las declaraciones del capitán Brousset, horas antes de su partida, en las que informó que para esta primera expedición el Gobierno había invertido aproximadamente “305 mil dólares y 34 millones de intis”.
El BIC Humboldt fue construido a raíz de un convenio entre el Gobierno Alemán y el Instituto del Mar, en los ambientes del Servicio Industrial de la Marina (SIMA). Zarpó por primera vez en 1978, y desde el comienzo colaboró con la investigación pesquera del país. Su finalidad fue exclusivamente científica. En ese marco, establó un trabajo en común con la Marina de Guerra del Perú.
La partida
Tras casi tres meses de preparativos, y en medio de escenas emotivas de familiares y amigos, la expedición zarpó al mediodía del lunes 4 de enero, desde el muelle del SIMA, en la Base Naval del Callao.
Estuvo presente en ese momento el presidente de la República, Alan García Pérez, los ministros de Estado, parlamentarios, miembros de la Comisión Nacional de Asuntos Antárticos y numerosos familiares de los viajeros.
En su discurso de rigor, el presidente García se preocupó en destacar el momento histórico de la presencia peruana en el continente helado; en tanto el canciller Allan Wagner fue más profundo al poner en contexto la tradición antártica del Perú, dada desde tiempos incaicos. Wagner informó a la prensa que el hecho incorporaba al Perú como miembro del Tratado Antártico.
El pequeño pero fuerte buque llevaba equipos científicos y el equipaje del numeroso grupo. Días después haría una primera escala en el puerto chileno de Valparaíso para renovar sus depósitos de combustible.
El 20 de enero se sumaron 50 personas, entre científicos, militares, marinos, representantes de organismos nacionales y universitarios, quienes fueron antes transportados por un avión Hércules de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) al puerto chileno de Punta Arenas, en el extremo sur del continente. De esta manera, el grupo estaba completo.
La meta era entonces llegar al estrecho de Bransfield -lugar que no pertenece a ningún país- hacia el 23 de enero. Allí no solo dejarían una bandera peruana, también depositarían un monolito de piedra grabada con fechas y enunciados históricos, además de una placa de bronce para conmemorar el suceso.
En el páramo albo del sur visitarían -ya de regreso- el canal de Beagle y otras bases científicas como la chilena ‘Arturo Pratt’ en la isla Greenwich; la base ‘Gran Muralla’ de China, la base ‘Artowoski’ de Polonia y la base ‘Bellinghausen’ de la URSS, todas en la misma isla Rey Jorge, donde también estaría la base científica peruana, denominada ‘Machu Picchu’.
Ninguna de estas bases científicas se encontraba en la Antártida continental, que era y es una zona resguardada. En esos parajes el ‘Humboldt’ permanecería casi un mes. Estaba previsto que para el 6 de marzo volvería al puerto chalaco, tras pasar nuevamente por el puerto de Valparaíso.
El paraíso blanco
Lo que más llamó la atención del barco peruano en aguas antárticas fue el monolito, el cual mostraba en su superficie la fecha grabada de la partida y unos versos del poeta universal César Vallejo: “Las piedras no ofenden; nada / condicionan. Tan sólo piden / amor a todos, y piden / amor aún a la Nada”, del poema ‘Las piedras’ (‘Los heraldos negros’, 1918).
Con una velocidad de 14 nudos, el barco científico poseía características especiales: llegaba a los 76.20 metros de eslora (distancia de proa a popa), y fue debidamente reforzado, especialmente en el casco, babor y estribor, así como en la proa con ‘cuadernas’ de acero, pues debería estar preparado -si fuese necesario- para romper inmensos bloques de hielo, conocidos como ‘pizarras’.
Este refuerzo del casco fue en realidad una previsión, pues se buscó en todo momento que el ‘Humboldt’ navegara por aguas libres de hielo entre los paralelos 60 y 65 sur, en la zona del estrecho de Bransfield. Por ser verano, además, siempre navegó de día, con luz solar, así evitó los grandes témpanos de hielo.
No iba a ser la primera vez que marinos peruanos pisaran tierra polar, puesto que a la Antártida ya habían ido oficiales adscritos al Servicio de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú. Justamente desde la radio de este servicio militar, el buque reportaría valiosa información.
Como se sabe, uno de los viajeros fue el historiador José Antonio del Busto, quien asumió la función de cronista oficial de la travesía. Del Busto cumplió con honor y profesionalismo la tarea en representación del Instituto de Estudios Históricos Marítimos; para ello se entrenó responsablemente en pautas de supervivencia en la Antártida.
El historiador fue, además, testigo de los primeros estudios científicos peruanos sobre el ‘krill’, unos pequeños moluscos, parecidos a los camarones pequeños, considerado entonces y aún hoy “el alimento del futuro”.
El Comercio del día siguiente, 5 de enero de 1988, informaba en portada, al lado de la foto del famoso buque: “Sesenta y cuatro días, de los cuales 27 serán de permanencia en el frío continente, durará el viaje de ida y vuelta, de esta primera expedición científica del Perú a la Antártida, que cuenta también con el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Concytec)”.
Ochenta y cinco peruanos pisaron tierra antártica el 25 de enero de 1988 y fundaron la primera base científica peruana ‘Machu Picchu’. Esta se instaló en la isla Rey Jorge, cerca de la península Antártica; allí flamea hoy el Pabellón Nacional, en medio de pingüinos, lobos marinos y aves de la zona.
El retorno del ‘Humboldt’ al puerto del Callao fue el 1 de marzo de 1988, cinco días antes de lo previsto. Fue un día de orgullo nacional.
(Carlos Batalla)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio