Equilibrio
Las materias pendientes son un lastre como lo son los círculos que no se cierran. Todo hombre, toda mujer, deben bregar hasta cerrar las brechas, completar esos círculos que quedaron sin trazos desde su infancia o desde ayer.
Parece difícil de comprender, pero un objetivo que no se logró, que se perdió en la nebulosa del tiempo, es siempre una herida abierta como lo es el odio infinito o el rencor sin punto final.
Debe haber un tiempo para las reivindicaciones, una consumada licencia que nos permita cumplir con lo que debía cumplirse. Lo contrario es la “No Plenitud”, el vacío, la deuda. Pero en esta capacidad de cerrar los asuntos pendientes no es admisible la venganza.
Estos círculos que en la vida no se completan deben servir también para admitir el perdón como una regla, para perdonar siempre. Aún frente al malandrín o la fiera, el perdón redime y abre la ventana de la paz. Que las frescas y suaves ventiscas sean las que te toquen, no el sopor caliente y espeso de tu propio encierro.