¿Los peruanos realmente vivimos por el rock?
Lo sucedido ayer en la quinta edición del festival “Vivo x el Rock” reafirma una gran verdad: en el Perú, existe un numeroso público dispuesto a pagar por escuchar a grupos no necesariamente vigentes.
La revista Rolling Stone explicó bien el fenómeno: en el 2001, Outkast realizó su última gran gira tras haber lanzado un álbum multiplatino (Stankonia, 2000) y encabezado los rankings con el sencillo “Mrs. Jackson”. Aquel tour consistió en 46 presentaciones y se recaudó un total de US$4,8 millones.
Esa cifra suena impresionante hasta que se compara con la gira de reunión que realizó el dúo en el 2014: en solo 45 conciertos, donde presentaban sus grandes éxitos y sin haber lanzado nada nuevo al mercado en ocho años, la recaudación ascendió a más de US$60 millones.
“Bienvenidos a la extraña economía de los festivales de rock modernos, donde cada año las bandas difuntas se reúnen para organizar giras y conciertos. Así ganan más de lo que recaudaron durante sus años de vigencia“, sentenció la popular revista musical. Salvando las diferencias, nuestro país tampoco es ajeno a esta tendencia.
¿Y LO NUEVO?
Pero, ¿esto es responsabilidad absoluta de las radio emisoras locales, como tantas veces se ha dicho? Son parte del problema, pero hay otros factores. El crítico Simon Reynolds, en su excelente libro “Retromanía”, sostiene que esta “adicción al pasado” compete a los oyentes y artistas por igual.
“Por un lado, los músicos apuestan por la conmemoración de su propio pasado; por el otro, pocas personas se inclinan a descubrir nuevas bandas porque saben que siempre estarán en la nube (iPod, Spotify, Youtube). Esperándolos”, indica Reynolds.
Un claro ejemplo: pese a que el 2014 fue realmente fructífero para nuestra escena emergente, Libido, Amén, Río y Mar de Copas han conformado una especie de oligopolio musical en estos eventos masivos. El público sigue exigiendo la presencia de estas agrupaciones y sus viejas canciones. Por ende, también los empresarios y organizadores de conciertos.
Negocio es negocio. Como las bandas emergentes no tienen cabida en los festivales… el círculo vicioso del pasado se concreta. Por lo pronto, ya se anunció un nuevo megaevento con la participación de Hombres G, Enanitos Verdes, entre otros. ¿Entre los nacionales? Varios de los ya mencionados.
Una última reflexión: un festival, por definición, celebra un acontecimiento especialmente musical. Habría que preguntarnos qué es lo que realmente celebramos en ellos.