La salud, la educación y la solidaridad
Si trabaja en una oficina o en un mismo ambiente con una gran cantidad de personas, seguramente se ha dado cuenta de que en los últimos días muchos de sus compañeros –si es que no le ha sucedido a usted también– han caído enfermos, con infecciones a la garganta y/o cuadros gripales.
Y lo peor es cuando esa persona contagiada regresa a su casa y todos los integrantes del hogar, uno por uno, van cayendo también enfermos.
Más allá de los beneficios de la vacunación contra la gripe estacional, una correcta alimentación y hábitos saludables que mantengan nuestras defensas en buen estado, estoy seguro de que es la falta de educación y de solidaridad en todos nosotros lo que hace que los virus y bacterias del ambiente afecten a más personas.
¿Se ha preguntado por qué es tan común ver a asiáticos en distintas ciudades del mundo usando mascarillas o cubrebocas? No es solo porque esas personas tengan miedo de contagiarse de alguna enfermedad. También los usan porque no quieren contagiar al resto. Eso, para mí, es solidaridad con sus vecinos, con su país y con todos.
Ahora hagamos un mea culpa: ¿siempre que tosemos o estornudamos nos cubrimos con el antebrazo?, ¿somos de los que vamos a trabajar mientras estamos enfermos –porque somos muy responsables– y terminamos contagiando al resto de compañeros?, ¿cumplimos con tener al día con sus vacunas a nuestros hijos?
No tenemos que esperar a que se dispare una epidemia como la gripe AH1N1 para tomar medidas de prevención. Debemos incorporar estas medidas como parte de nuestro comportamiento diario y, de esa manera, mejorar la salud de toda la comunidad.