Inés Temple

Con todo lo que pasa en el mundo y ante la falta generalizada de líderes, me vuelvo a preguntar por qué tenemos la tendencia a conformarnos con personas no aptas cuando se trata de escoger y valorar a los líderes de los diferentes ámbitos de nuestras vidas, organizaciones y especialmente para las posiciones más importantes de un país. Así, revisando notas de artículos anteriores, me encontré con varias ideas sobre las características de los líderes ideales que todos quisiéramos tener. Las comparto nuevamente.

  • Líderes con integridad, que no mienten y viven una vida correcta y transparente en lo profesional y lo personal. Que no son corruptos ni permiten que su entorno lo sea.
  • Líderes que no buscan enriquecerse a costa nuestra y que jamás pierden de vista el bien común y sus responsabilidades de conducirnos hacia él.
  • Líderes preparados y cultivados, que han desarrollado su intelecto, que entienden de tecnología y la usan en beneficio de todos.
  • Líderes con carácter y valentía, capaces de pararse firme cuando deben hacerlo, sobre todo frente a los corruptos y abusivos, así sean éstos sus colegas o superiores.
  • Líderes capaces de aceptar con humildad cuando se equivocan y de asumir sus errores y las consecuencias de estos. Y por supuesto, capaces de perder con clase y dignidad.
  • Líderes que valoran y honran su palabra, que no violan la palabra dada según sus intereses del momento o las cambiantes circunstancias.
  • Líderes con verdadera vocación de servicio y capaces de poner sus intereses personales en segundo plano en aras del bien común, que saben escuchar.
  • Líderes con una visión clara y ambiciosa de hasta dónde podemos llegar y qué tenemos que dar para hacerla realidad.
  • Líderes que se comunican con claridad y suficiente frecuencia para dejarnos saber cómo van las cosas. Que nos dicen la verdad, aunque ésta no sea fácil de escuchar.
  • Líderes con una pasión contagiosa por cumplir con su visión compartida de desarrollo y prosperidad, hacia la que nos movilizan e inspiran con autenticidad.
  • Líderes que saben sacar lo mejor de nosotros y nos inspiran a alcanzar sueños y metas que ni sabíamos éramos capaces soñar y menos lograr.
  • Líderes con empatía, calidez y humanidad, que comprenden desde el corazón el sentir de su gente, sus aspiraciones y necesidades, y su dolor, cuando toca.
  • Líderes decentes, con principios y valores, que no nos avergüenzan por su falta de ética o sus conflictos de interés.
  • Líderes con fuerza de voluntad y carácter para resistir las tentaciones que trae el poder, con madurez para gobernar sus emociones y ceñirse a una disciplina de trabajo y orden.
  • Líderes que se hacen cargo y asumen sus responsabilidades frente a su gente y a su visión hasta el final. Que no tiran la toalla ni abandonan a sus equipos.
  • Líderes dedicados y productivos, que trabajan con foco, intensidad y entusiasmo, que valoran la diversidad y siempre respetan su misión y a su país.
  • Líderes que son personas de bien a los que podemos llegar a admirar.